Sobre la Tradición Hermética

Editorial de LA PUERTA. CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA OCULTA

Según EH la Tradición Hermética es la cadena de adeptos que integrados o marginados en una tradición han realizado la Gran Obra, por ello escribe: «¿Acaso no se dice de los discípulos de nuestra Filosofía que son hijos de Hermes? Se trata, verdaderamente, de una filiación legítima y patriarcal y no de una simple forma de hablar». Lógicamente en la tradición occidental la Tradición Hermética ha ido de forma paralela al desarrollo de la iglesia cristiana, por ello, para quienes buscan el sentido profundo y operativo de los textos, los símbolos y los ritos cristianos parece inevitable estudiar, además de la revelación evangélica, el testimonio de sabios, a menudo olvidados o condenados por la Iglesia oficial, que han vinculado el cristianismo con sus propias fuentes, a saber: la tradición hebrea y la clásica, que, a su vez, recogieron el misterio del santo destino de Osiris.

Estas dos tradiciones enseñan la unidad de Dios o lo que es lo mismo, la resurrección de Osiris, pero cada una de ellas incide en un aspecto diferente de la única realidad. Así, la tradición hebrea ha hecho más hincapié en el misterio de la revelación divina, es decir, en la recepción del don del cielo que es el principio ineludible de toda verdad, que es la Cábala auténtica. La tradición griega ha subrayado con más énfasis el misterio de la ciencia de Dios, es decir, el proceso a seguir después de haber recibido el don iniciático, dicho proceso se conoce como Hermetismo o Alquimia.

El cristianismo surgió de estas dos tradiciones reuniéndolas en una admirable armonía; pero la aristocracia del espíritu que hizo posible tal unión, parece que fue decapitada desde su origen y despreciada por la Iglesia de este mundo.

Sin embargo, a lo largo de la historia y bajo diferentes denominaciones, cristianos iluminados por el Espíritu Santo han retornado a sus orígenes y han enseñado el misterio de la revelación crítica desde la Cábala y el Hermetismo. Uno de estos momentos se dio durante el Renacimiento, en los siglos XV y XVI, cuando en las ciudades italianas y del centro de Europa, coincidieron la Cábala hebrea, enseñada por los judíos expulsados de España y el Hermetismo pagano, explicado por los cristianos neoplatónicos expulsados de Bizancio por el imperio turco.

Enrique Cornelius Agrippa de Nettesheim (1486-1535) fue uno de los grandes maestros del reencuentro del cristianismo con la Cábala y el Hermetismo. En su libro De Occulta Philosophia, definió tal reunión con el término de Filosofía Oculta. En la misma época que Agrippa escribía su De Occulta Philosophia, uno de los artistas más inspirados de toda la historia del arte occidental: Miguel Ángel, pintó la célebre Capilla Sixtina. El programa iconográfico de los frescos parece ser sensible a la Filosofía Oculta. Está centrado, en la representación sobre el altar, en la segunda venida de Jesucristo para juzgar a los vivos y a los muertos y para establecer su reino que no tendrá fin; con su mano izquierda condena a los réprobos y con su derecha salva a aquellos que han creído en su palabra. Del advenimiento de Jesucristo omnipotente y triunfante son testigos siete profetas del pueblo de Israel y cinco Sibilas del mundo clásico, es decir, siete representantes de la Cábala y cinco del Hermetismo. Las imágenes de este genio universal resumen el sentido de la Tradición hermética.

En definitiva, la Filosofía Oculta no está lejos de la auténtica gnosis cristiana, sobre la que EH ha escrito:

«¿No está escrito en el Evangelio según san Lucas?: «Y tu, pequeño, serás llamado profeta del Altísimo ya que caminarás ante su faz para preparar sus vías, para dar a su pueblo la gnosis de salvación» (1, 77)

Y en 11, 52: «¡Ay de vosotros escribas!, ya que habéis tomado la llave de la gnosis no habéis entrado y a los que querían entrar, se lo habéis impedido.»

Esta palabra se encuentra diez y ocho veces en san Pablo y tres veces en san Pedro, del que citamos la recomendación siguiente (II Pedro 3, 18):

«Creced en la caridad y en la gnosis de nuestro Señor y Salvador»

¿Se tendría que reescribir el Evangelio de Aquel que ha dicho (Mateo 11, 30): «Mi yugo es dulce y mi peso ligero»? ¿Se tendría, pues, que volver a escribir el Evangelio para adaptarlo al gusto de los tiempos?

Se confunde a menudo la gnosis con las doctrinas de sectas gnósticas que se desarrollaron en el siglo II y que fueron condenadas y excluidas por la Gran Iglesia y que además no conocemos bien. En efecto, la gnosis se confunde con la cábala y el hermetismo. Son palabras diferentes para explicar una sola experiencia condenada por aquellos que no la poseen. Sin embargo, ¿negar este don del cielo, no sería excluirse de él?.»