Editorial de LA PUERTA. LA TRADICIÓN LATINA
En este apartado dedicado a la tradición clásica y sus fábulas mitológicas, pretendemos poner en evidencia tanto la íntima relación que existe entre mitología y hermetismo, como dar testimonio de nuestro particular interés por este santo legado, hoy en día casi completamente ignorado por nuestros contemporáneos. En su artículo Chromis et Mnasylus in antro, E H nos advierte del peligro que supone olvidar el origen de lo que somos:
«Al borrar las lenguas clásicas, es a nosotros mismos a quien abandonamos y al no tener antepasados, ya no tenemos verdadera descendencia, es decir ningún heredero…así es como los pueblos pierden su alma. ¿Cómo podríamos resignarnos a esto?»
Desde luego, no estamos dispuestos a ello, y nos sumamos a las palabras de nuestro esclarecido colaborador presentando un breve pero escogido muestrario del tesoro que guarda nuestra tradición europea.
A partir de estos trabajos se podrá comprobar sin dificultad cuán unidos están mitología y hermetismo en la tradición clásica y se comprenderá por qué los antiguos poetas hablaban como alquimistas y por qué los adeptos del Arte Real siguen acudiendo a esos poetas como una de las fuentes originarias y de máxima autoridad.
Nuestra intención es recordar a todos que la interpretación hermética de los dioses clásicos y su mitología no es una explicación residual, sino que constituye precisamente el sentido primero y radical de estas divinidades y sus epopeyas. Marte, Venus o Saturno son dioses alquímicos no inventados, sino transmitidos a la humanidad antigua por medio de sabios y poetas inspirados que conocían por experiencia la materia de la que trataban.
Los conocedores de todos los tiempos nos han legado ese saber, vestido de innumerables dioses y diosas, cíclopes, sátiros y musas, que no son sino las múltiples caras del único poliedro de Dios. Nos encontramos ante una Teología de los elementos y los principios, ante una Física de lo sagrado que tiene por objetivo instruir a la humanidad y restituirla a su estado originario, que es la Edad de Oro, bajo el reino del Dios único. No es otro el objetivo de todas las religiones y de todas las iniciaciones.
Quien se ocupe de estudiar con un corazón atento cada uno de los dioses que pueblan el panteón grecolatino y sus respectivas fábulas mitológicas, descubrirá que una geometría exacta preside tales historias.
La modernidad ha intentado y continuará intentando analizar el significado histórico moral, «filosófico», o social de la llamada literatura clásica; sin embargo, el secreto que tales dioses esconden seguirá siendo una cifra por desvelar, tanto para el racionalismo materialista como para el espiritualista.
Lo que aquí proponemos al abordar el estudio de los grandes clásicos es ejercitar una mirada antigua, no exenta de candor, coherente y cómplice del pensamiento y tiempo en que fueron transmitidos los secretos del Olimpo a los hombres, a fin de nuestra humanidad no permanezca, como ya advertía Heráclito «estúpidamente privada de voz».
Muchos han realizado esta labor a lo largo de los siglos; su testimonio y las enseñanzas que nos han legado es el tesoro más estimable. Tenemos la esperanza de que otros seguirán sus pasos en nuestros días examinando, con la suave ayuda del cielo, los dioses clásicos y sus mitos.