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SOBRE LA ALQUIMIA
Editorial de LA PUERTA. ALQUIMIA
El alma, caída del cielo, vive prisionera en el cuerpo. Su tendencia
natural es retornar hacia su origen, escapar del yugo pesado que la reprime
y coarta. Muchos hombres siguen este impulso y su vida es una constante lucha
contra su estado caído, intentando liberar su alma, para que pueda retornar
hacia lo alto. Esta postura es realmente loable, una espiritualidad sutil, llena
de misticismo se desprende de ella, pero quizá, en su afán de
alcanzar el cielo, se olvidan que la caída del hombre tiene una finalidad
divina. Si el alma baja a este mundo corporal es para conseguir alguna cosa
y, con ella, regresar a su patria perdida; la alquimia es la ciencia tradicional
que constantemente nos lo recuerda.
La alquimia no sigue el impulso que busca liberar el alma, no es una especulación
del espíritu, es un ARTE: el arte de convertir los cuerpos viles en cuerpos
nobles. Por oscuros y difíciles que nos parezcan los textos de alquimia,
siempre podemos reconocer que, en sus operaciones secretas, se explica la transmutación
de los metales muertos en metales vivos; es decir, la enseñanza perfecta
para que comprendamos como el alma retorna a su origen enriquecida por su experiencia
en la prisión del cuerpo.
En relación al tema de la alquimia, quisiéramos explicar brevemente
el descubrimiento de la Tabla esmeralda, un texto atribuido al legendario Hermes
Trismegisto que todos los grandes alquimistas han considerado como el fundamento
teórico de su arte. Este texto aparece documentado por primera vez en
la historia de la literatura, dentro de la tradición islámica.
Los textos musulmanes que narran el hallazgo de la Tabla son realmente apasionantes;
el descubridor penetró en una cámara de una pirámide de
Egipto y encontró allí una estatua (la de Hermes) en la que estaba
escrito:
«He aquí que soy Hermes, aquel que es triple en Sabiduría.
He puesto en evidencia y a los ojos de todos estos signos maravillosos, pero
enseguida los he vuelto a velar por mi Sabiduría, a fin de que nadie
llegue a ellos sino es un sabio como yo».
En el pecho de la estatua se leía en el lenguaje original, el siriaco:
«Aquel que quiere aprender a conocer los secretos de la creación
y la naturaleza, que mire bajo mis pies».
Nadie fue capaz de encontrar ni entender nada hasta que un sabio descifró
el enigma y puedo leer la famosa Tabla esmeralda, revivificando así lo
que estaba enterrado.
Según la misma fuente, la estatua de Hermes con la Tabla fue encontrada
en el valle de Hebrón, lo cual nos parece sumamente interesante, ya que,
de acuerdo con la tradición judia, en este valle se encontraba la cueva
de Makpela que albergaba el cuerpo de Adán, en espera de que Abraham
le enderezase.
Se mezclan las tradiciones y lo que una apunta la otra lo explicita; si se
considera a Adán como la parte divina que está enterrada dentro
del hombre y que, como dice el Zohar, no puede revivir hasta que Abraham entre
en la cueva y lo resucite, podemos también entender que el texto de la
Tabla hermética en donde están escritos todos los secretos de
la creación y la naturaleza, corresponde precisamente al secreto del
Adán interior; el libro de Hermes es esta parte divina del hombre sepultada
a la espera de un sabio que la pueda revivificar.
La identificación entre el Libro y el Adán interior es fundamental,
y sobre ella se basa la afirmación de los alquimistas respecto a que
su tradición y su arte es siempre el mismo desde el origen de la creación,
puesto que es el Adán primordial enterrado en del hombre. La Tabla esmeralda
nos instruye sobre este Adán interior.
TEXTO DE LA TABLA ESMERALDA
«En verdad, sin mentira y ciertamente:
Lo de abajo es como lo de arriba, y lo de arriba es como lo de abajo, para
obrar los milagros de una sola cosa.
Así como todas las cosas han sido hechas, así proceden de uno,
por la meditación de uno, también todas las cosas nacen de esta
cosa única por adaptación.
Su padre es el Sol, y su madre la Luna, el Viento lo llevó en su vientre,
y su nodriza es la Tierra. El padre de todo, el telesma del mundo, está
aquí. Su fuerza o potencia es entera cuando se convierte y cambia en
tierra.
Separa la Tierra del Fuego, lo sutil de lo espeso, dulcemente y con gran cuidado.
Sube de la Tierra al Cielo, y de nuevo desciende a la Tierra, para recibir la
fuerza de las cosas superiores e inferiores.
Por este medio tu poseerás la gloria de todo el mundo, y la oscuridad
se alejará de ti.
Esta es la fuerza fuerte de toda fuerza, pues ella vencerá todo lo sutil,
y penetrará todo lo sólido.
De esta manera ha sido creado el mundo.
Por ello, y de este modo, se obrarán aplicaciones prodigiosas, de las
cuales el medio está aquí.
Por eso yo he sido llamado Hermes Trismegisto, pues poseo las tres partes de
la Filosofía de todo el mundo.
Terminado y acabado está lo que he dicho de la obra del Sol»
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