EL
ESTUDIO LOS TEXTOS ALQUÍMICOS
Editorial
LA PUERTA. TEXTOS ALQUÍMICOS
En la plancha catorce del Mutus Liber,
se halla una sentencia hermética que parece ser una buena guía
para quien quiera conocer y practicar los profundos misterios de
la Alquimia; la sentencia dice así: Ora, Lege, Lege, Lege,
Relege, Labora et Invenies (Ora, Lee, Lee, Lee, Relee,
Trabaja y Encuentra).
El primer paso que propone la
sentencia es la oración, pues, según los sabios alquimistas, no
es posible emprender la realización de la Gran Obra sin la ayuda
del cielo, y sólo la oración atrae el concurso del espíritu
divino que nos permitirá atravesar el umbral que separa el mundo
profano de la realidad sagrada donde se ubica la Alquimia.
El segundo paso que propone la
sentencia del Mutus Liber, antes de comenzar cualquier
operación, es: Lege, Lege, Lege, Relege. La insistencia
en que se lean los textos de los pocos sabios auténticos que han
conocido por propia experiencia la realización de la Obra,
señala la importancia del estudio. Se podría decir, por qué
leer unos textos de los que no se entiende nada? Evidentemente
esto es así. La primera, segunda o tercera vez que, apoyando los
codos sobre la mesa, tomamos la firme decisión de emprender tal
estudio, es prácticamente imposible hilvanar un razonamiento
coherente a partir de los textos. Los escritos de los alquimistas
son básicamente incomprensibles, su discurso está lleno de
extraños símbolos que no permiten delimitar su significado, sus
materiales son desconocidos y contradictorios, sus aparatos e
instrumentos inverosímiles, sus operaciones impracticables, etc.
No hay manera de comprenderlos.
Los sabios conocedores no hablan
para ser comprendidos por la razón humana, sino que se dirigen a
la intuición profunda, a la fe adámica prisionera del espíritu
del hombre caído. No creemos que sea demasiado aventurado
afirmar que los textos alquímicos son voluntariamente
incomprensibles. Y, sin embargo, afirman Lege, Lege, Lege,
Relege como si nos animaran a leer sin cansarnos hasta que su
comprensión salte a nuestra conciencia, hasta que las palabras
se iluminen y se llenen de sentido. La sentencia que analizamos
repite tres veces Lege, apuntando que se ha de leer muchas
veces, hasta que en un momento determinado, podamos Relege,
es decir, conectar mágicamente con el espíritu del maestro que
lo ha escrito y reconocer sus símbolos, sus materiales y sus
operaciones.
Los alquimistas piden fe y
constancia a sus lectores antes de emprender el Labora et
Invenies, pues el resultado de su arte es tan extraordinario,
está tan por encima de cualquier lógica o imaginación humana,
que sólo se puede presentar a quienes han atravesado, sin
desanimarse, la oscuridad intencionada de sus textos.
En este número de LA PUERTA
hemos seleccionado diferentes textos alquímicos formados por
sentencias, aforismos o fragmentos. Es una manera de presentar la
Alquimia que permite al lector, sin preocuparse de la continuidad
del discurso, Lege, Lege, Lege, es decir, meditar
largamente el sentido oculto en las palabras, ya que, como dice
Nicolas Valois: «Deja a un lado la diversidad de palabras, pues
todas estas cosas no son más que una sola operación». Esta
operación tiene dos partes: la primera es aquella por medio de
la cual el hombre se comunica con el alma del mundo y participa
de su movimiento, mientras que la segunda consiste en fijar esta
alma del mundo y conseguir la Piedra filosofal. Louis Cattiaux
resume estas dos fases de la operación alquímica de la manera
siguiente: «Sólo hay un ARTE verdadero, es el que manifiesta el
espíritu libre, que es la luz del Universo. Sólo hay una
ciencia verdadera, es la que fija esta luz divina en el reposo de
Dios» (El Mensaje
Reencontrado, XXII, 31).
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