Presentación de E H
«Se considera la Piedra filosofal como una pura quimera y los que la buscan son tomados por locos. Este desprecio, dicen los Filósofos herméticos, es un efecto del justo juicio de Dios que no permite que un secreto tan precioso sea conocido por los malvados y los ignorantes».
Sentencia Hermética.
Reflexión sobre la Cábala quymica de los Filósofos
Hay dos químicas (1) en un solo discurso, una es cabalística y la otra vulgar. La primera es verdadera, se escribe con Y; la otra se lee en dolo cornudo : como en un lugar malo, los cuerpos se unen en ella sin amor y no engendran nada. En cuanto a la verdadera, está viva, uniendo indisolublemente por buena boda dos cuerpos que se aman. De este modo se engendra la Piedra de los Sabios o el Elixir.
Pero veamos otra diferencia : el fuego de fusión. El sabio Vulcano es quien opera la buena química. Es importante, pues, conocer esta forja en la que Vulcano hizo la famosa trampa donde cayeron juntos Marte y Venus (2). El talento de los pueblos ha perdido el secreto de este fuego del que una sola pepita lava, disuelve y se corporifica en sal coagulante. Es el baño de Venus donde ella suda mucho tiempo como en una fuente cerrada y vaporosa, para que al fin aparezca, en el vaso, este bello metal regenerado, objeto de nuestros deseos y que lo da todo a profusión.
El necio lo imagina todo en su oro vil, y es leyéndolo como forja tantos textos, sin este León verde de los Filósofos y desconociendo el Imán que lo atrae. Errando en sus sueños, el astuto lo imagina todo en este metal que apesta de envidia. Pero este oro es, comparado al de los cabalistas, lo que es un cadáver con respecto al cuerpo vivo.
El Creador ha mostrado las maravillas de sus obras sólo a sus elegidos. Estos han escrito sobre ellas, en testimonio de alabanza, a la gloria de su Señor y también, para ayudar a los verdaderos discípulos de la Sabiduría oculta. En mi juventud este tipo de libros se compraba a precio de oro. Afortunadamente, hoy en día, gracias al impulso de algunos buscadores que han permanecido fieles a la «memoria de la más noble humanidad», como decía Péguy, se han publicado numerosas reediciones y los estudiantes pobres pueden adquirirlas fácilmente.
Seguidamente sometemos a la sagacidad del lector dos extractos de la Medicina Espagírica (3) de Rhumelius. Se sabe poco de Johan Pharamund Rhumelius, el hijo menor del médico Johan Conrad. Nació en Neumarkt, en el Alto Palatinado, en 1597 y murió en Nuremberg en 1661. Era de religión católica y discípulo de Paracelso. Su obra más importante, la Medicina Espagírica, fue publicada en Frankfurt en 1648. Contiene muchos pequeños tratados de los que hemos escogido dos extractos del Pájaro de Hermes y del Cantar de los Cantares de Salomón, respectivamente. Hemos seguido aquí el texto traducido del alemán por Pierre Rabbe y publicado en 1932 por Chacornac en París.
________________
* Artículo publicado en la revista LE FIL D’ARIANE, núm. 3.
(1) Se cree que esta palabra proviene del griego en que el término Khumos significa fusión, y Khumeia la técnica de las aleaciones metálicas.
(2) Ver Homero, La Odisea, VIII, 269 y sig.
(3) Palabra atribuida a Paracelso : del griego spaô : extraer, y ageirô : reunir. Espagiria es sinónimo de Química.
Médicina espagírica de Johann Pharamund Rhumélius
I. EL PAJARO DE HERMES
Conclusión del Tratado
No hay más que una única Piedra, llamada Magnesia, y una única materia, que es la Materia Prima de todos los metales; y una única preparación, mediante un único Fuego y un único Horno que denominaremos Atanor. La única preparación es Solución y Congelación, y nuestra materia, antes de la fermentación, es verdaderamente católica y universal, pero después es específica.
Por ello, querido hermano, si comprendes a la Naturaleza, no te dejes engañar por las indicaciones falaces de tres regímenes y tres especies. No hay más que una cosa única, una raíz única, una esencia única, a la que no se añade nada pero a la que se le retira lo superfluo. Es el Uno en Tres. No he descrito más que una sola cosa y lo he hecho de este modo por tres razones :
1) He querido instruir al estudiante sincero y mostrarle mi buena voluntad. Quedan excluidos los traidores, los pérfidos, los Misoquímicos, los que buscan tres pies al gato y que tienen la malicia de oír crecer la hierba.
2) Los principios de la Obra, que hay que estudiar larga y concienzudamente, sólo los he expuesto para los primeros. En cuanto a los ignorantes y a los perezosos, zapateros, sastres, toneleros y otros groseros artesanos que quisieran emprenderla, estarán ante esto como asnos ante una lira.
3) Por último, si he escrito de modo breve y a veces ambiguo es porque aborrezco las largas charlas; pero es también para obligar al lector sincero a consultar más las obras de los antiguos Filósofos y a trabajar según ellos. Será preciso, pues, excluir también a aquellos que no ponen de buen grado las manos en la masa y en el carbón y que esperan que se les dé todo masticado : PUES DIOS DA SUS BIENES A LOS LABORIOSOS.
En resumen, sólo he escrito para el estudiante que teme a Dios, piadoso, diligente y humilde de corazón que, teniendo en cuenta lo que le enseño, se dirige sólo a Dios para obtener esta Medicina. Y esto, por supuesto, excluye también a los jugadores, a los borrachos, a los vividores y a los juerguistas, a los profanos y a los impíos; en suma, a todos aquellos que se sumergen voluntariamente en el fango del pecado.
¿Eres tú, pues, un hombre piadoso y un justo inquisidor de la Naturaleza, un continuador de los Filósofos iluminados? Sabrás entonces descubrir en mi enseñanza que ni el antimonio, ni el huevo, ni el sílex se emplean en nuestra obra; he usado términos de comparación, siendo todas las sustancias específicas y saliendo de nuestro único Mercurio, católico y universal.
Suplico al Dios Todopoderoso y Omnisciente, Aquel que sondea los corazones y los riñones, para que aparte a los traidores e impíos y que los ciegue; ¡que tengan ante sus ojos y no vean, que oigan y no comprendan y si empiezan que no puedan acabar!
Pero a los justos ¡que quiera darles con condescendencia la sabiduría y el entendimiento, la gracia y la bendición que este trabajo exige a fin de usarlos para la mayor alabanza y gloria de Su Nombre Sagrado!
¡AMEN!
II. CANTAR DE LOS CANTARES DE SALOMON
Sobre la Medicina Universal
Por lo que se refiere al autor del Cantar de los Cantares, todos han estado siempre de acuerdo : se trata del sapientísimo Rey Salomón.
El desacuerdo se plantea en torno al tema tratado.
Los que están versados en el estudio de las cosas religiosas son partidarios de opiniones divergentes :
Los Rabinos de los Hebreos lo consideran como un epitálamo compuesto en honor de las bodas de Salomón con la hija del Faraón Vafris, rey de Egipto y famoso conquistador de Hazor, Meggidon y Gazara.
Los Talmudistas, por su parte, ven en él la unión de Dios con la Sinagoga.
Los Católicos Romanos, ven en él a Jesucristo y a la Virgen María; los Alemanes, la magnífica paz que floreció en tiempos de Salomón; los Franceses, Jesucristo y su Esposa, la Iglesia. Otros, ven en él el augusto noviazgo evocado por el gran Apóstol de los Gentiles (Efes. V, 32). Allí discurren el Esposo y la Esposa; los amigos y amigas de los dos, los felicitan. Por último, aquellos que poseen la sabiduría humana y el conocimiento, ven en él un canto a la alabanza de la Piedra bendita de los Sabios. En efecto, dicen, aquí está admirable y realmente (1) descrita la transformación de lo espeso en sutil, de lo oscuro en claro, de lo húmedo en seco, de lo volátil en fijo.
La materia y la forma, venidas de Dios por medio de la naturaleza : cap. I, 5-6. El sujeto, 8.
El Lirio del Arte : cap. II, 1, preparación y separación de lo puro respecto a lo impuro.
La dirección del fuego : cap. II, 7 y cap. IV, 16.
La definición del Vaso : cap. II, 9 y cap. V, 4.
El Sello de Hermes : cap. IV, 12.
La putrefacción : cap. III, 1.
La sublimación y la destilación : cap. III, 6.
La coagulación y la aparición de los colores : cap. V, 9 a 14.
La fijación : cap. II, 12 y cap. VIII, 4.
Las cuatro partes del año filosófico hasta la preparación perfecta :
El invierno o la putrefacción : cap. II, 11.
La primavera o la aparición de los colores : cap. II, 12.
El verano o la citrinación : cap. II, 13.
El otoño o la rubificación : cap. II, 13.
El tiempo a emplear : cap. VIII, 4.
La multiplicación : cap. VI, 7.
El aumento y el uso : cap. VIII, 8.
Explicación sobre el » Sujeto «
No hay más que una única cosa en el mundo, que, según los Filósofos, contiene en sí misma el blanco y el rojo, llamados macho y hembra. Ningún animal, vegetal o mineral puede pretender ser igual : esta cosa tiene la fuerza pasiva y activa, una sustancia muerta y otra viva; los ignorantes la consideran muy vil : contiene los cuatro elementos; se puede encontrar en todas partes y cada cual la posee comúnmente; se compra a un precio vil; se la considera un sólido; es algo que la tierra produce y que desciende del cielo y que llaman nuestra águila, nuestra magnesia, nuestro León verde y nuestro huevo.
De la preparación
Su preparación consiste únicamente en la cocción al fuego. Primero lenta, moderada hacia la mitad y fuerte al final.
Sube de sí misma, se ennegrece, desciende y blanquea, crece y decrece, palidece y enrojece, nace y muere, resucita y después vive eternamente.
Resumen
Busca el centro del Universo. Cuando lo hayas encontrado, purifícalo; cuando lo hayas purificado, disuélvelo; cuando lo hayas disuelto, cuécelo; cuando lo hayas cocido, hazlo madurar; cuando esté maduro, fíjalo; cuando esté fijo, hazlo fermentar y así obtendrás la Gran Medicina.
Deo Gratias
El espíritu de los Filósofos se apodera de un cierto cuerpo terrestre oculto en el centro del centro, que será puesto en movimiento por el poder divino si sabes callarte y que, entonces, recibirá la influencia genérica del Sol y de la Luna.
Así como el hombre creado de tierra no genera al hombre de la tierra, sino de sí mismo y no obstante, toma de la tierra su alimento y su crecimiento; también tú puedes generar el oro y la plata; pero primero deben ser alimentados por su sustancia original, que es esta pura materia cuya nodriza es la tierra y que nombraré por su nombre verdadero : Sulob Suebur.
Es una piedra única, objeto único, que hay que recoger con cuidado y con alegría pero que no cuesta nada. No se encuentra en las boticas, pues todo lo que se compra allí tiene un precio, ya sea grande, ya sea pequeño; lo que precisamos es considerado inútil y sórdido; esta perla es pisoteada en las calles; si la posees, actúa como te he indicado en mi pequeño tratado : primero destila el agua amarillenta; la lluvia se formará; después aumenta el fuego y el espíritu muy fétido seguirá; hay que hurgar en esta fetidez y para ello aumenta todavía más el fuego; saldrá un aceite muy rojo, después un humo blanco; se aumenta el fuego hasta que todo el humo haya salido; después se enfría; en el fondo del vaso está la tierra negra, esponjosa que separarás del fuego delicadamente, con gran industria. He dicho.
ALABADO SEA DIOS EN TODAS SUS OPERACIONES
_________________________
(1) En el sentido de regia. (N. del T)