E. H.
Traducción de J. Lohest
EL LOCO 1 Y EL JUICIO O LA HISTORIA DE BARRABÁS
Un sonido mate es un sonido apagado.
Al grabar esta lámina (véase la figura), el imaginero quiso significar el exilio del hombre en este mundo: creado para el Arte, la poesía, la profecía, helo aquí mudo, en silencio satánico.
Es un viandante. ¡Ve, pues, pueblo mudo, excluido de los números creadores, errabundo sin alma en qué desierto! Estos siglos de soledad fueron innumerables, ¿quién podría contarlos? Efectivamente, el dibujo nos muestra a un hombre en camino. Camina desde siempre. ¿Adónde va? A ninguna parte. Tal es su destino heredado de los sueños del vagabundeo, su único bagaje.
Pero ¿atósele el zurrón al pobre desgraciado sin ponerle un don pío? Le pasaron la moral; tal es esa túnica roja ligada con un cinturón dorado que le ciñe los riñones. Así vive el necio, todo en altura, con vergüenza del trasero. Efectivamente, consideremos este cinturón que separa lo alto de lo bajo: tiene la ley, pero es una ley sin vida, y la imaginería del famoso Hijo. ¡Si el odio moral mata y separa, jamás hizo ningún ángel! El puro amor que predica niega al hombre, pues lo corta en dos. Su Dios no es más que una idea vacía buscada como una quimera.
Los cascabeles de sus ilusiones, suspendidos a su marquesota de color azul que evoca aquí el sueño engañador, le divierten.
Pero la bestia le devora donde le quema su vicio, desgarrando las calzas de un sexo vergonzosamente soñado. La bestia vive de ello, es el vampiro de su vida. Aquí, de él se cena. Tal es el ogro de los hombres, este lobo temible en el paraíso de los pordioseros. ¡Qué encanto en este sentido animal! No es más que una ira demente. Quien en él se acorrala, se acorrala en casa de los ogros. ¡De ello no te preservan túnica roja ni cinturón dorado, necio! Ligas moral a tu vileza.
Veamos también este hueso quebrado.2 El dibujante ha puesto dos callos. Es un fuego vil que lo soldó, y no el fuego divino de la regeneración. A este hueso está suspendida su herencia de sueños, triste don de los siglos. Pero ¡qué desafío! Esta herencia siniestra, es decir, sostenida con la mano izquierda, es llevada a la derecha con astucia y engaño.
¿Y ese punto rojo en el extremo de sus cabellos? El sentido que ahí lleva, permanece inútil y no une nada.
*
Un ladrón me ha despojado, dirá este hombre tullido, y desde entonces sueño. Dicho hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Cayó en poder de ladrones que lo desnudaron, lo cargaron de azotes y se fueron dejándole medio muerto.3 El sentido de esta parábola evangélica nos parece claro. ¿NO es acaso el Adán primero despojado por los ladrones en el transcurso de su bajada, quienes, después de haberlo herido, se apoderaron de su botín? ¿No somos todos nosotros esos ladrones que viven de los despojos heredados del Anciano, aquél que sigue siendo un perpetuo agonizante, desnudo y tendido al borde del camino?
Y ¿quién será el prójimo de dicho hombre?
¿No nos reconocemos en este Loco errático y sin unidad que anda movido por sus pasiones, apoyándose en un bastón de oro seco y sin vida? En el Evangelio, lleva un nombre: Barrabás, hijo desnaturalizado, 4 «ahora bien, Barrabás era un ladrón».5
Nada, en las Santas Escrituras, ha sido puesto sin significado profundo. Pilato, dirigiéndose a los judíos en el pretorio a propósito del justo, les dice:
No lo encuentro culpable de nada, pero hay entre vosotros costumbre de que os suelte a uno en la Pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al rey de los judíos? Entonces de nuevo gritaron diciendo: ¡No a éste, sino a Barrabás! 6
¡No imaginemos que estas palabras fueron escritas para excitarnos a odiar a los judíos! Efectivamente, con mucha propiedad se eleva el grito de la Iglesia entera: «¡Que por su sacrificio, Barrabás sea liberado!»
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Y éste es el final de la historia. Ha sido claramente grabado en otra lámina de nuestro tarot. Se trata de lámina XVIII: El Juicio 7 (véase la figura). Nuestra intención no es hacer una descripción completa de ella, sino sólo en lo que conviene a nuestro tema.
¡Ruega, pues, Iglesia purgante, ésta es tu esperanza! No hay esperanza para el ser sepultado en la muerte, si nadie viene. La lámina responde a las plegarias del arrepentido. ¡Que rece, pues, y he aquí la divina respuesta, el perdón que se espera en la resurrección de los muertos!
En la parte inferior de la lámina, Barrabás resucitado sale del baño de la verde naturaleza. ¡Qué juventud! Ha vuelto a encontrar su peso; visto de espaldas, muestra su base; ya no está asediada por esta naturaleza malvada que devora al Loco.
A su derecha e izquierda, dos espíritus desnudos, vacíos de huesos: en el cheol, no son más que mitades. Rezan: observemos sus manos cruzadas; sueñan: observemos sus cabelleras azules.
Esta cabellera es muy diferente del gorro azulado que lleva puesto Barrabás. De hecho, volveremos a encontrar el mismo gorro, símbolo de bendición, en la lámina III,
1 . La denominación francesa de esta lámina del Tarot de Marsella es Le Mat; el adjetivo mat, en francés, significa ‘mate, apagado’ (N. del T.)
2 . Véase Juan XIX, 36 y Salmos XXXIV, 21.
4 . Barrabás, ‘hijo del padre’ en arameo.
5 . Erat autem Barrabbas latro (Juan XVIII, 40)
7 . Según el cómputo habitual es la lámina XX. Véase el el artículo Los Tarots I.