LA DIDACHÉ, LA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS DE CLEMENTE DE ROMA Y LA HOMILÍA DEL SEGUNDO SIGLO

Presentación y traducción: C. del Tilo

Presentamos a continuación algunos fragmentos de tres textos cristianos considerados como unos de los más antiguos.

Se desconoce el autor del primero, llamado Didaché o Enseñanza, escrito en Alejandría alrededor del año 90, según la opinión de algunos críticos; otros sitúan su composición en la primera mitad del siglo II.

De todos modos, su interés principal reside en que nos proporciona datos sobre las instituciones y la vida de las primeras comunidades cristianas.

Son escasas las citas del Antiguo Testamento; en cambio el autor habla de «el Evangelio del Señor», sin especificar a cuál de los cuatro se refiere y cita 23 dichos o sentencias de Jesucristo, diez textualmente y las demás de forma libre. No encontramos ninguna cita que aluda a hechos históricos de los Evangelios. Además, el autor parece ignorar el Evangelio de Juan. Las Epístolas de san Pablo tampoco se citan formalmente.

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Clemente de Roma, autor de la Epístola a los Corintios, de la cual citamos un fragmento a continuación, fue al parecer el tercer sucesor de San Pedro como episcopos (1) de la comunidad de Roma.

Con toda probabilidad escribió entre los años 92 y 101. Ireneo relata que Clemente había conocido a los apóstoles y conversado con ellos. (2) Orígenes le llama apostolorum discipulus, discípulo de los apóstoles. Podría haber sido compañero de san Pablo. Muchos piensan que Clemente fue el autor de la Epístola a los Hebreos atribuida a san Pablo.

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La Homilía del segundo siglo, llamada antiguamente «segunda epístola de Clemente», data de la primera mitad del siglo II. Se desconoce su autor.

Hemos escogido dos fragmentos que nos parecen de especial interés:

El primero alude a la manifestación del Reino de Dios, citando una misteriosa sentencia del Señor que no aparece en los Evangelios canónicos, pero que encontramos también expresada con términos similares, al final del Evangelio apócrifo según Tomás.

El segundo habla del misterio de la Iglesia, que no empezó con los cristianos, sino que fue creada antes que el sol y la luna.

LA DIDACHÉ (3)

(fragmento)

  1. Respecto a la eucaristía dad gracias así. Primero por el cáliz: Te damos gracias, Padre nuestro,
    Por la santa viña de David, tu servidor,
    Que nos has dado a conocer por Jesús, tu servidor.
    ¡Gloria a ti por los siglos!
    Después, por el pan partido:
    Te damos gracias, Padre nuestro,
    Por la vida y el conocimiento
    Que nos has dado a conocer por Jesús, tu servidor.
    ¡Gloria a ti por los siglos!
    Al igual que este pan partido, antes diseminado sobre las montañas,
    Ha sido recogido para convertirse en un todo único,
    Que así tu Iglesia sea reunida desde los confines de la tierra hasta
    Tu reino.
    ¡Ya que tuyos son la gloria y el poder por medio de Jesucristo por los siglos!

Que nadie coma y beba de vuestra eucaristía si no son los bautizados en el nombre del Señor, pues refiriéndose a esto ha dicho: «No deis lo que es santo a los perros» (4)

  1. Después de haberos saciado dad gracias así:
  2. Te damos gracias, Padre Santo,
    Por tu santo nombre
    Que has hecho habitar en nuestros corazones,
    Por el conocimiento, la fe y la inmortalidad
    Que nos has revelado por Jesús, tu servidor.
    ¡Gloria a ti por los siglos!
    Tú, maestro todopoderoso,
    Has creado el universo para honor de tu nombre,
    Has dado a los hombres el disfrute de la comida y la bebida para
    Que te den gracias;
    Pero a nosotros nos has dado una comida y una bebida espiritual
    Y la vida eterna por medio de tu servidor.
    Ante todo te damos gracias porque eres poderoso.
    ¡Gloria a ti por los siglos!
    Acuérdate, Señor, de librar a tu Iglesia de todo mal
    Y de volverla perfecta en tu amor.
    Desde los cuatro vientos reúne a esta Iglesia santificada
    En tu reino que le has preparado.
    ¡Ya que tuyos son el poder y la gloria por los siglos!
    ¡Que venga la gracia y que pase este mundo!
    «¡Hossana al Dios de David!» (5)
    Si hay algún santo, ¡que venga!
    El que no lo sea, ¡que haga penitencia!
    «Marán Atá» (6)
    Amén.
    Dejad que los profetas den gracias tanto como quieran.
  3. Si llega alguien y os enseña lo que acaba de ser dicho, recibidle; pero si el predicador está pervertido, enseña otra doctrina y lo que hace es destruir, no lo escuchéis. Si por el contrario, enseña para acrecentar la justicia y el conocimiento del Señor, recibidle como al Señor.

Con respecto a los apóstoles y a los profetas actuad, según el precepto del Evangelio, de esta manera: Que cualquier apóstol que llegue a vuestra casa sea recibido como el Señor; pero no se quedará más de un día, o dos en caso de necesidad; si se queda tres días es un falso profeta. Cuando se vaya, que el apóstol no reciba nada, tan sólo el pan necesario para llegar a un albergue; si pide dinero, es un falso profeta.

No pondréis a prueba ni criticaréis a ningún profeta que hable según el espíritu ya que «todo pecado será perdonado excepto ése» (7) Pero no todo el que hable según el espíritu es profeta, sino sólo aquel que tiene el modo de vida del Señor. Así pues, se distinguirá al falso profeta del verdadero según su conducta. De este modo, cualquier profeta que ordena según el espíritu preparar la mesa, se abstiene de comer en ella, a menos que sea un falso profeta; y todo profeta que enseña la verdad pero sin hacer lo que enseña, es un falso profeta; y no debéis juzgar al profeta probado y verídico que obra con miras al misterio terrestre de la Iglesia pero no instruye a otros en hacer lo que él hace ya que es Dios quien le juzgará y, por otra parte, los antiguos profetas han actuado igual. Quienquiera que os diga según el espíritu: Dadme dinero o cualquier otra cosa, no lo escucharéis; pero si pide que se le dé para otros indigentes, que nadie le juzgue.

XII Cualquier hombre «que viene en nombre del Señor» (8) debe ser acogido; seguidamente ponedlo a prueba para juzgarlo, ya que debéis distinguir la derecha de la izquierda. Si el recién llegado va de paso, socorredle lo mejor que podáis, pero no permanecerá en vuestra casa más de dos o tres días si es necesario; si quiere establecerse en vuestra casa, que sea artesano, que trabaje y que se alimente; pero si no tiene oficio, que vuestra prudencia cuide de no dejar que un cristiano viva ocioso entre vosotros. Si no quiere actuar así, trafica con Cristo; guardaros de la gente de esa especie.

XIII Todo verdadero profeta que quiera establecerse en vuestra casa «merece su alimento» (9); igualmente, el verdadero doctor gana, «como el trabajador, su alimento» (10). Así pues, cogerás las primicias de los productos del lagar y de la era, de los bueyes y ovejas, y lo darás a los profetas pues son vuestros sumos sacerdotes. Y si no tenéis un profeta, lo daréis a los pobres. Si haces pan, descuenta las primicias y dalas según el mandamiento. Igualmente, si abres un ánfora de vino o de aceite, descuenta las primicias y dásela a los profetas. Descuenta también las primicias, según tu parecer, de tu dinero, tus vestidos y de todo tipo de riqueza, y dalas según el mandamiento.

EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS(11)

(fragmentos)

XXIV. Observemos cómo el Maestro nos representa continuamente la futura resurrección, de la que nos ha dado las primicias en el Señor Jesucristo cuando le resucitó de entre los muertos. Consideremos las resurrecciones que tuvieron lugar en su tiempo. Tanto el día como la noche nos muestran una resurrección: la noche se duerme y el día se levanta; huye el día y la noche le sucede. Fijémonos en los frutos. ¿Cómo se hacen las sementeras? Sale el sembrador para echar a tierra las diferentes semillas; éstas, secas y tal cual están, caen al suelo para resolverse en él; pero a partir de su disolución, la magnífica providencia del Maestro las hace levantarse de nuevo y el grano se multiplica y da fruto.

XXV Consideremos el extraño prodigio que tiene lugar en las regiones de Oriente, es decir en Arabia. Se encuentra un pájaro llamado fénix. Es el único de su especie y vive quinientos años. Cuando su fin se aproxima, se construye con incienso, mirra y otras substancias aromáticas, un ataúd en el que se introduce para morir cuando se ha cumplido su tiempo. De su carne en putrefacción nace un gusano que se alimenta de la podredumbre del pájaro muerto y que se cubre de plumas. Después, cuando ya tiene fuerza, levanta el ataúd en el que reposan los huesos de su ancestro y, con esta carga, va de Arabia a Egipto, hasta la ciudad de Heliópolis. Allí, en pleno día y a la vista de todos, lo deposita sobre el altar del sol y emprende vuelo de regreso. Entonces los sacerdotes consultan sus anales y constatan que ha venido al cabo de quinientos años. ¿Encontraremos, pues, extraño y asombroso que el Creador del universo haga revivir a aquellos que le han servido santamente y con la confianza de una fe perfecta, cuando nos muestra en un pájaro la magnificencia de su promesa? ¿Acaso no está dicho: «Me resucitarás y te alabaré» (12)? Y: «Estaba acostado y dormido; me he despertado porque tú estás conmigo». (13) Y Job, por su parte, dice: «Resucitarás mi carne que ha sufrido todos estos males» (14)

XXVII Con esta esperanza, pues, que nuestras almas se aferren a aquel que es fiel en sus promesas y justo en sus juicios. ¡Cómo podría mentir aquel que ha prohibido hacerlo! Nada es imposible para Dios excepto la mentira. Reanimemos, pues, nuestra fe en él y tengamos en cuenta que todo le es fácil. Con una palabra de su omnipotencia ha establecido el universo y con una palabra puede destruirlo. «¿Quién le pregunta: Qué has hecho? ¿Quién opondrá resistencia al vigor de su fuerza?» (15) Lo hace todo cuando y como quiere y nada deja de ocurrir de cuanto decreta. Todo está presente ante sus ojos, nada escapa a sus designios ya que «los cielos relatan la gloria de Dios y el firmamento publica la obra de sus manos; el día lo proclama al día y la noche lo da a conocer a la noche: no se trata ni de un lenguaje ni de palabras cuyos sones no se oigan» (16)

HOMILÍA DEL s. II (17)

(fragmentos)

XII Así pues, esperemos a cada instante el reino de Dios en la caridad y en la justicia, ya que ignoramos el día en el que Dios se manifestará. En efecto, habiendo preguntado alguien al Señor cuándo llegaría su reino, respondió: «Cuando las dos (cosas) no harán más que una, cuando el exterior será como el interior, cuando en el encuentro entre el hombre y la mujer no habrá ni hombre ni mujer».

XIV Así pues, hermanos, haciendo la voluntad de Dios nuestro Padre perteneceremos a la primera Iglesia espiritual, que fue creada antes que el sol y la luna. Si, por el contrario, no hacemos la voluntad del Señor, resultará lo que dice la Escritura: «Mi casa se ha convertido en una cueva de ladrones» (18). Prefiramos, pues, pertenecer a la Iglesia de vida a fin de ser salvados. Creo que no ignoráis que la Iglesia viviente es «el cuerpo de Cristo» (19), pues dice la Escritura: «Dios hizo el hombre macho y hembra» (20); el macho es Cristo y la hembra, la Iglesia. Y los libros de los Profetas y de los Apóstoles enseñan que la Iglesia no existe desde ahora sino desde el origen; era espiritual al igual que nuestro Jesús y ha aparecido en los últimos tiempos para salvarnos. Y la Iglesia, que era espiritual, se ha vuelto visible en la carne de Cristo, mostrándonos con ello que si uno cualquiera de nosotros guarda la Iglesia en su carne sin corromperla, la recibirá en el Espíritu Santo, puesto que esta carne es una copia del espíritu; quienquiera que corrompa la copia no puede participar del original. Esto, hermanos, quiere decir: Respetad la carne a fin de participar del espíritu. Pues si decimos que la carne es la Iglesia y que el espíritu es Cristo, se sigue que quienquiera ultraja la carne ultraja la Iglesia. Ese hombre no participará del espíritu que es Cristo. Estas son la vida y la incorruptibilidad de las que nuestra carne puede participar, gracias a su unión con el Espíritu Santo; y nadie puede describir ni definir los bienes «que el Señor ha preparado» (21) para sus elegidos.

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Respecto al párrafo XII que acabamos de citar nos parece interesante recoger aquí el logion 114 del Evangelio de Tomás:

«Simón Pedro le dijo: Que María salga de en medio de nosotros pues la mujeres no son dignas de la vida. Jesús dijo: yo la guiaré para hacerla macho, para que también se vuelva un espíritu viviente semejante a vosotros que sois machos. Pues toda mujer que se hiciera macho entrará en el Reino de los cielos». (22)

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(1): Liter.: guardián, jefe de una comunidad religiosa.

(2): Adv. Haereses III, 3-3

(3): La Didaché. Traducido a partir del texto francés en Les Péres Apostoliques, I-II, pp. 17 a 25, Librairie Auguste Picard, París, 2.è édition, 1926.

(4): Mateo VII, 6

(5): Mateo XXI, 9 y 15

(6): I Corintios XVI, 22

(7): Mateo XII, 31

(8): Mateo XXI,9; Salmos CXVIII, 26; y cf. Juan V, 43

(9): Mateo X, 10; y cf. I Corintios IX, 7 a 14

(10): Mateo X, 10

(11): Epístola a los CorintiosOp. cit. II, pp. 55 a 61

(12): Salmos XXVII, 7

(13): Salmos XXII, 4

(14): Job XIX, 26

(15): Salmos XII, 12; XI, 22

(16): Salmos XVIII, 2 a 4

(17): Homilía del s. IIOp. cit. Pp. 153 a 155 y 157 a 161

(18): Jeremías VII, 11

(19): Efesios I, 22 y 23

(20): Génesis I, 27

(21): I Corintios II, 9

(22): El Evangelio según Tomás. Ed. Siete y medio. Barcelona 1981. P. 107