En 1618, Johann Daniel Mylius editó en Francfort el Opus medico-chymicum, un voluminosos libro de más de tres mil páginas que contiene tres tratados independientes. Es especialmente notable la serie de imágenes llamada «Sellos de los Filósofos», compuesta por ciento sesenta figuras que corresponden a otros tantos alquimistas, desde el primero, Hermes Trismegisto, al último, el propio Mylius. Es un compendio no sólo de la historia de la alquimia, sino también de toda la iconografía hermética
«Los grandes poetas de la antigüedad han cantado al gran Arte [de la alquimia] y así nos han transmitido su recuerdo». Emmanuel d’Hooghvorst.
Publio Ovidio Nasón es uno de los más grandes poetas latinos y sus Metamorfosis son una recopilación de todos los grandes mitos clásicos. Nació en Sulmona en los Abruzos, el 20 de marzo del año 43 a. C. y murió en Tomi en el año 17 d. C. a la edad de sesenta años. Durante el Renacimiento las Metamorfosis son traducidas e ilustradas en múltiples ocasiones. Las imágenes que presentamos fueron realizadas por Luís y Martín Pérez de Barón y Juan Moreto y publicadas en 1591 por Plantino.
«Convendría entender una cartomancia original que fuera como el reflejo de la Gran Obra [alquímica]. Si se ha acabado considerando los tarots como un medio para prever el porvenir en el sentido vulgar de la palabra, es por una especie de amputación de su principio, por ignorar la intención primitiva de los imagineros. La adivinación vulgar ya no es más que la corteza vacía de la antigua mancia o profecía, cuya función no es anunciar lo que acontecerá mañana o pasado mañana, sino decir el mundo por venir o edad de oro, lo cual es muy distinto». Emmanuel d’Hooghvorst
ARTE PICTÓRICO DE LOUIS CATTIAUX
«El genio es como la iluminación, que aparece después del desenmarañamiento del caos interior y que se realiza en la meditación solitaria. Es como el despertar del ser secreto y todopoderoso que dormita en cada uno de nosotros. Corrientemente se dice que el genio es sublime, nosotros precisamos que es «sublimado». Cuando el artista alcanza el trance creador, se vuelve como un hombre ebrio que habla consigo mismo y que ya no se preocupa por ser oído o por no serlo, pues su mensaje expresa el esclarecimiento de las tinieblas interiores y sirve ante todo a su propia naturaleza, al ser la verdadera libertad la recompensa a su identificación con la Unidad primera». L. Cattiaux