A
PROPÓSITO DE LA TERCERA EDICIÓN
Reseña
aparecida en LE FIL DARIANE Nº 4
E H
El Mensaje Reencontrado es un libro que escoge a sus lectores. Ha
suscitado grandes entusiasmos, pero ha suscitado también la
repulsión, el aburrimiento, la sospecha.
¿Cómo definirlo? Nadie lo leerá
de la misma manera. El nombre del libro indica la naturaleza de
su contenido: el mensaje; ¿el mensaje de quién?, ¿de que fecha
es? ¿Por qué «reencontrado»? ¿Había sido perdido?, ¿por
quién?, ¿cómo? ¿Por qué el autor de estas sentencias ha
escogido este título?
Sin duda, esto requiere de una
inspiración. ¿Podremos descubrirla en estas páginas, a veces
difíciles, enigmáticas, fastidiosas para algunos, pero a menudo
también de un calor conmovedor, de una poesía, de una fe, de
una simplicidad infantil? ¿Quiénes serán los lectores que
sabrán discernir en él una sabiduría de la unidad tan antigua
como la humanidad tradicional; una sabiduría de santidad, una
sabiduría de salvación? El
MENSAJE REENCONTRADO, es como
si se dijera, el misterio revivificado; ya no enseñado de manera
pesada por los historiadores, sino experimentado, asimilado y
vivido en la simplicidad del corazón y del espíritu.
Hay que saber hojear al azar esta
páginas con sentencias «condensadas como el aire líquido», y
sin embargo de una soltura sorprendente, en donde ninguna palabra
es superflua, sino que todo se ordena en un sentido único que no
se revela en la primera lectura.
¿Qué puedo decir del MENSAJE REENCONTRADO, yo que lo leo desde hace treinta años y que
siempre lo encuentro nuevo? Es un vade-mecum, el de los
exiliados, la brújula de los que están extraviados, el
compañero del peregrino.
Su autor vivió desconocido,
incluso de quienes creían conocerlo. Meditó este libro en el
silencio y el abandono de este mundo, formó y pulió las frases
día tras día, con un saber hacer tan suelto como erudito.
Así pues, ¡leed en él la fe del
Creador en su criatura, vosotros que vivís en este final de un
mundo, la fatiga y la usura de todas las sutilidades! Este libro
os gustará si preferís la cosa a las palabras, la sabiduría
que une a la ciencia innumerable, la conciencia al delirio. Estos
versículos no son impenetrables: hablan solamente a lo más
esencial que hay en nosotros, y ¡a menudo, desgraciadamente! Lo
más abandonado o lo más despreciado. He aquí por qué pocos lo
aprecian.
Son ellos, a quienes los editores
de la tercera edición han querido servir, a quienes están
cansados de un mundo sin salida, de un mundo cada vez más
extranjero a todo aquello que verdaderamente es humano, de un
mundo en el que la sabiduría antigua parece irrisoria e inútil.
Éstos verán que es suficiente con un solo hombre
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