A PROPÓSITO DE LOS CINCO LIBROS DE NICOLAS VALOIS POR E. D’HOOGHVORST
En efecto, no se trata de un saber que, como los demás, pueda formularse
de alguna forma en proposiciones, sino que es el resultado del inicio de un
comercio repetido con aquello que es la materia misma de este saber, resultado
de una existencia que se comparte con ella...
Platón (1)
Nicolas Valois escribió estos cinco libros para su hijo. Es un maestro
único por la simplicidad y la precisión de su enseñanza.
Pero este libro se cierra si es leído en la escuela de los avaros de
este mundo; en la de las musas, no se saboreará sin paciencia, ya que
el oro de Hermes es el desafío de un Saturno filosófico.
Que este Saturno te ligue al pote, si has asido a este mercurio que no se lee
sin cocerlo. En efecto, el texto tiene dos caras, una de ellas es bendita; la
otra no es más que una máscara donde se lee un ídolo. Si
ligas el estudio a tu cabeza, tu oro se disipará sin provecho: debes
ligar tu lectura a la labor, y, como dice el autor,
«Labor te será enseñanza a condición de que sigas
el camino recto, considerando primero lo que buscas, para qué fin, y
por qué medio».
Así pues, lector, la comprensión del presente texto vendrá
de ti mismo. No esperes recibirla de nadie, sino de tu propia experiencia, «a
condición de que», añade el autor, «estés en
gracia».
Si el desafío de esta química tentó al avaro Dite, su
pensamiento, no obstante, no tiene la medida del sentido que conviene a esta
obra y leerá lo que escribe el Filósofo, sin haberle pesado la
pluma. Los Adeptos de este Arte han acordado su química al sueño
de los avaros de nuestra edad, por ello, su química tiene dos sentidos.
En alquimia, existen cien términos diferentes para significar un solo
PAN, pero no se le puede leer si no es entrampado. Mal pensar hará obrar
con astucia, errar, perderse.
¿Qué más podríamos decir respecto a estos cinco
pequeños tratados? Nadie puede excluirse de los mismos, ya que significaría
excluirse de la gracia divina. En efecto, este libro no dice nada más
que la obra de Dios: «En la Obra de Dios», escribe el autor, «y
en esta Luz tan encubierta de los Antiguos se encuentra el sello de los sellos
que abre y cierra el libro de vida, en el cual están escritos los nombres
de los Elegidos y de los que aman a Dios y a su prójimo». (2)
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1. Cartas, VII, 341c.
2. Esta presentación fue publicada en francés en N. Valois, Les
Cinq Livres, Ed. La Table d’Emeraude, París, 1992.
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