ARS MAGICA de RAMÓN LLULL

Presentacióny traducción: J.M. Rotger

El amor de Dios y el del prójimo unen inmediatamente el alma del hombre a la de la Divinidad…

El gran intermediario de la naturaleza, aquel del que ningún ser natural puede prescindir, aquel que es el vínculo entre el Cielo y la Tierra y el canal por el que éstos se comunican, el que transporta en su seno todos los bienes de que gozamos, aquel del que todo amante de la Sapiencia debe conocer las virtudes centrales y los medios de desarrollarlas, es el aire que, según el docto Cosmopolita, contiene en su centro un Espíritu congelado mejor que toda la tierra habitable. Es de este precioso intermediario del que todo hombre que quiera penetrar en los misterios de la Ciencia de la Naturaleza debe ocuparse y en cuyo corazón encontrará los medios de alcanzar la cima de todas las felicidades humanas.

Saint Baque de Bufor

1. Introducción

¿Por qué llamar Ars Magica a un tratado de alquimia? ¿Qué relación puede haber entre la magia y la alquimia? Recapitulemos un poco sobre el sentido de ambos términos.

El objetivo de la alquimia sería la obtención del llamado Oro de los Filósofos o Medicina Universal, resultado de la Primera Materia llevada a su perfección por medio del Arte.

De acuerdo con el lenguaje de los Adeptos, dicha Primera Materia se obtendría por la unión de dos «Contrarios» a los que se ha llamado con diversos nombres. Veamos lo que dice el Cosmopolita: (1)

«…He aquí las dos substancias mercuriales o el doble Mercurio del Trevisano, al cual los Filósofos en la Turba llaman: (2)

1. Volátil 1. Fijo

2. Plata Viva 2. Azufre

3. Superior 3. Inferior

4. Agua 4. Tierra

5. Mujer 5. Hombre

6. Reina 6. Rey

7. Hermana 7. Hermano

9. Beyá 9. Gabricio

10. Agua de vida 10. Negro más negro que lo negro

11. Alma o espíritu 11. Cuerpo

12. Cielo 12. Tierra

«En la parte superior, espiritual y volátil, reside la vida de la tierra muerta; y en la parte inferior, terrestre y fija, está contenido el fermento que nutre y cuaja la piedra. Ambas partes poseen una misma raíz, y una y otra se han de conjuntar en forma de agua.»

Lograr su reunificación en este mundo caído supone la obtención del Bálsamo Universal, el elixir que nos salva de la enfermedad y de la muerte.

Siguiendo con estas dos cosas a unir, leemos en la Concordancia Mito-Físico-Cábalo-Hermética: (3) «Mercurio, hijo de Júpiter y Maya, es la primera materia de la obra, hija del Cielo y de la Tierra, en cuya formación concurren el fuego celeste y el fuego central.»

Y más adelante, al comentar la Tabla de Esmeralda dice: (4) «Lo que está arriba es como lo que está abajo: son las alas de los pies de Mercurio y las que están sobre su cabeza. El alimento que Vulcano le administró hizo nacer las primeras: Júpiter, por mediación de Juno que es el aire, le dio las segundas; pero como el fuego Celeste representado por Júpiter y el fuego Central representado por Vulcano dependen de la misma raíz, pues Vulcano antes de ser precipitado a la tierra estaba en los cielos, se debe concluir de ello que el fuego Central procede el fuego vital celeste por la circulación eterna que Dios ha impuesto a este último y, por consiguiente, que lo que está arriba es como lo que está abajo.

«Para perpetuar los milagros de una sola cosa: Es decir, que el fuego central y el fuego celeste han colaborado por igual en la formación del mercurio hermético. Este mercurio es esa cosa única con la que se pueden operar milagros y es muy apropiado, en efecto, para producirlos en todos los géneros.»

Lo dicho hasta aquí es una forma de expresar en qué consiste la Obra Alquímica, pero qué cosa es en definitiva la Primera Materia y cómo se opera con ella, sigue sin respuesta para nosotros; ya que un espeso velo de olvido cubre nuestros sentidos y no permite saber lo que constantemente tocan.

Bien está, amén de no quedarle otro remedio, que pida y pregunte quien no sabe, pero ¿a quién hacerlo? La respuesta no se cansan de repetirla los verdaderos alquimistas: (5)

«Recurre a Dios, hijo mío, vuelve tu corazón y tu espíritu hacia Él más que hacia el Arte, ya que esta Ciencia es uno de los mayores dones de Dios, que Él concede a quien le place (…) Esta ciencia es un don de Dios y un misterio oculto en los libros de los Filósofos.»

Pasemos ahora al segundo término de la cuestión: la magia.

Claro y erudito, E.C. Agrippa, en su tratado sobre La Vanidad de las ciencias, dice: (6)

«La opinión general es que se trata de un nombre de origen persa, incluso Porfirio y Apuleyo son de esta opinión; en dicha lengua, mago significa sacrificador, sabio o filósofo. La Magia, pues, abarca toda la filosofía, la física, las matemáticas e incluso la religión, y une las virtudes y facultades de esta con las de las otras ciencias.»

En su Filosofía Oculta, el mismo E.C. Agrippa declara: (7)

«La Magia es una facultad que posee un gran poder lleno de misterios elevados y que encierra un muy profundo conocimiento de las cosas más secretas, su naturaleza, poder, cualidad y substancia, sus efectos, diferencias y relaciones; produce maravillosos efectos gracias a la unión y aplicación que hace de las diferentes virtudes de los seres superiores sobre los inferiores. En ella se encuentra la verdadera ciencia, la filosofía más elevada y misteriosa; en una palabra, la perfección y realización de todas las ciencias naturales.»

Así pues, las operaciones mágicas sólo son posibles, y producen maravillosos efectos, por la unión y aplicación de las virtudes de los seres superiores (algo que está Arriba), sobre los inferiores (algo que está Abajo).

¿No hace esto, también, referencia a las dos partes que se han de reunir para formar la Piedra de los Filósofos?

Esta cierta coincidencia entre magia y alquimia la encontramos incluso en algunos autores, que hacen uso indistintamente de ambos términos.

Por ejemplo, Eugenio Filaleteo, en el Tratado del Cielo Terrestre señala: (8)

«En su compendio de Alquimia, Ramón Llull dice que los principios del Arte Mágico son: «Unos espíritus condensados en el aire bajo forma de diferentes monstruos, hombres y animales, que se mueven como nubes»

Y al final de la primera parte de dicho tratado, le llama Sabio Ramón y trata de Magos a los autores de los libros herméticos. (9)

El Mago, en su muy profundo conocimiento de las cosas más secretas, ¿acaso no habrá gozado del alimento de Vulcano? Por la gracia mediadora de la aérea Juno, ¿no se habrá beneficiado de la ayuda de Júpiter? Y los maravillosos efectos que produce con su verdadera ciencia, ¿acaso no son los milagros que opera el Mercurio Hermético?

Hemos seleccionado de la obra alquímica Ars Magica, atribuida a Ramón Llull, aquellos pasajes en los que se cita a un enigmático «Espíritu Agiógrafo», sin cuya ayuda, según repite el texto, no es posible realizar la Gran Obra.

Las referencias a dicho Espíritu no se limitan a esta obra de entre las atribuidas a Ramón Llull, también en su Testamentum, según la versión latina de Pere Ripoll que se encuentra en Palma de Mallorca, (10) podemos leer: «Porque, hijo mío, esto que te decimos y lo que ya te hemos dicho lo has de entender con un espíritu sabio y agiógrafo, y no con un sentido vulgar».

La palabra «Agiógrafo» tanto podría significar Escrito Santo como Escritor Santo.

De acuerdo con este significado y al hilo de lo dicho, ¿no serán las Escrituras el medio por el que se alcanza esta ayuda necesaria?

Dice E. Filaleteo en el mismo pasaje antes citado: (11)

«Cuando no hacía más que errar en sus libros y no entendía nada, me creí todo lo que en ellos había. El tiempo recompensó mi fe y pagó mi credulidad con el Conocimiento».

También leemos en el Mensaje Reencontrado de L. Cattiaux (XVI, 38’):

«Si abandonamos o incluso negligimos los Libros Santos, volveremos a caer rápidamente en el caos del infierno y de la muerte. Si los estudiamos pacientemente y los practicamos en nuestros corazones, Dios nos hará acceder a su vida magnífica y nos conducirá a su paz sin mezcla.»

Tal vez, el autor del Ars Magica ilustra este mismo proceso inicial de la Obra, cuando dice al finalizar la Teorica:

«… y no quieras apresurarte cuando en obrar sólo estés al comienzo, pues virtud en esta Obra es tener paciencia, ya que es continuamente comenzada al sublimar tu pensamiento a Dios Omnipotente.»

ARS MAGICA

De Ramón Llull. Extractos (12)

Perfectíssima trínitas in unitate simplicíssima.

Incípit líber spíritus 5 esentie qui a philósophis

Cícitur lapis et non lapis nec hábet naturam lapis.

Aliter mágica dícitur Raymundi Lull Philósophe.

Sabe, hijo mío, que hay muchos hombres por el universal mundo que se desvían de la obra por falta de ingenio, ya que no entienden filosóficamente las causas de donde vienen los efectos que la naturaleza muestra a todo buen entendimiento, pues están muy ciegos y alejados de lo que ven cada día. Lo entienden corporalmente, con lo que se decepcionan mucho cuando se esfuerzan con total ceguera en identificar, de forma mecánica, la naturaleza y sus secretos escondidos con las obras mundanas.

Aquí diremos, como los que han conocido a la naturaleza, que sin ella nuestra obra, o sea la sublimación, nunca se acaba, pues el calor es la causa que bien la procura y es la fuente de la naturaleza que está grabada en la cosa. Pero pocos son los que ven algo.

Él es (el calor) el moledor, el mármol y el mortero, donde ella (la naturaleza) muele su salsa negra como carbonero, segrega o separa de su composición lo que no es de su esencia y liga sus semejantes uniformemente.

Esto nunca lo hace el fuego común, que sublima el mercurio de forma vulgar, ni tal preparación es de su esencia, sino todo lo contrario, tal como aparecerá por la señal que te daremos magistralmente, mediante figuras extraídas de nuestro entendimiento por medio del espíritu llamado Agiógrafo, sin cuya virtud nunca podemos ver ni entender el sentido de la naturaleza; tan grande es su fuerza y su sutil ingenio que, estando compuesta de tres cosas, en una sola es unida dentro de su retináculo, que es la memoria de algunos. Esta unidad se realiza por medio de una operación imaginativa y atractiva, y cuando en su retináculo se la mantiene con firmeza, entonces es formado, filosóficamente, el instrumento por la virtud esencial de todas las cosas.

De la materia de nuestra medicina (Capítulo 2)

Por eso, primero conviene que conozcas la materia más apropiada con la que se compone nuestra medicina de propiedad cierta.

Notablemente has de entender, después de razonable y natural consideración, que ella no es otra cosa que naturaleza pura de fino metal, salida y extraída por arte de magisterio y por obra natural en acto manifiesto, a partir de una substancia sutil y pura: la plata viva fijada y hecha resplandecer por el ingenio de la naturaleza y en sus propias mineras. Después, es vuelta Espíritu Volátil por virtud de su mezcla con una muy sutil substancia de materia de azufre, fija, clara y luciente; eso es, que el propio calor natural se liga y une con lo que está sujeto, y que es radicalmente húmedo, llamado plata viva.

(Capitulo 5)

Principium Investigationis
PerfectioUniformitasMixtioResolutioMotusCalor
In AuroIn FumoIn IgneIn AereIn VaporeIn Aqua

Por esta figura se demuestra cómo el entendimiento investiga espiritualmente lo que la naturaleza muestra del todo corporalmente y se indica en qué lugar empieza su perfección, a entender cuál es la esencia de la composición. Pues todos los filósofos nos han demostrado, por gran excitación, (13) que el oro está situado en el lugar donde se encuentra el instrumento final y perfectivo, y que ha sido creado por la naturaleza a modo de ejemplo.

Así pues, dado que el oro, la piedra más noble de todas las preciosas, es el fin y la perfección de la obra de la naturaleza, por ello se realiza en la latitud extrema de la mineralidad. Aquí es donde interviene la acción de la inteligencia, que escruta, con ciencia apropiada a la sensibilidad, la causa inmediata que precede a tal perfección. Lo que nos da a entender, de modo sensible y con un signo claro, a qué se refieren tanto la materia como la operación. Así, a partir de la escrutación empieza a moverse el espíritu de la razón, que es el recto instrumento de nuestro entendimiento, y nos hace ver que la uniformidad es la causa propia de la perfección, es decir, del oro. Tal como ella misma lo confirma por los propios efectos de sus experiencias.

El ejemplo contrario demuestra vivamente, por palabras o locuciones viceversas, que la materia contraria a la uniformidad es causa que se resiste a su perfección. Pues la materia disforme no es tan completa, en tanto contradice a la causa propia de la perfección: la uniformidad, el verdadero contrario de la disformidad.

Así como la unidad realizada en la verdadera uniformidad es causa inmediata de gran perfección, de forma sucesiva y por retrogradación, nuestro espíritu ve que la verdadera mixtión es lo que antecede y la causa inmediata de la uniformidad.

De esta manera tú puedes ver y conocer, magistralmente, si en ti se encuentra el espíritu Agiógrafo, que según sea la naturaleza del precedente linaje,(14) así será el que le sucede por recto linaje.

Y dado que la mixtión es la causa de la unidad, asimismo la solución es la verdadera causa de dicha mixtión, la cual solución es el ingenio principal y el perfecto secreto conjuntivo de toda naturaleza, que de muchas partes hace una. Y esto es así en mayor medida, cuando actúa de forma paulatina, sutil y mínima.

Así como tal solución es causa de pura mixtión, el movimiento sutil es causa de igualada solución, por lo que si el movimiento es demasiado fuerte la igualada sutilidad se discorda, lo cual es causa de notoria resolución.(15)

De la misma manera, así como el movimiento continuo y sutil es causa de notable solución, así el calor templado, sutil y continuo es causa de sutil movimiento en la naturaleza.

Así ha encontrado nuestro entendimiento, filosóficamente, por razón de su fin, el medio y el principio de la obra de la naturaleza.

Recapitulación del Arte Intelectiva (Capítulo 8)

Si en este Arte quieres obtener y conseguir la perfección, es decir, la Obra perfecta, ante todo ten conviene que sabiamente consideres la naturaleza y la forma gracias a las cuales la materia es llevada a su perfección.

Este saber es necesario para la causa en cuestión, que va más allá de todos los cursos de la naturaleza, pro no la puedes ver ni realmente poseer en forma ni en materia sin operación alguna; sin embargo, la puedes obtener y muy bien entender por medio del Espíritu Agiógrafo, recurriendo al fin de la naturaleza, que ha conducido su materia hasta la perfección, y buscando ciertas experiencias demostrativas, reguladas por la doctrina intelectiva adquirida por la virtud antes mencionada.

Dicha doctrina permite ver las causas que son invisibles a los sentidos, y ello según sean más o menos regulados tanto el acto razonador como el conocimiento experimental sobre la materia de la naturaleza, que constituye el instrumento demostrativo.

Adquirido así tal entendimiento, podrás poseer todo el saber de la obra de la naturaleza que se encuentra en esta latitud, ya que con tal saber, al tener en tu pensamiento los instrumentos demostrativos, podrás guiar y enderezar muy bien toda la operación del Arte con escasos ajustes. (…)

(Capítulo 22)

Hágase una figura de siete letras iguales atendiendo a la contrariedad de sus extremos, que son: calor, frío, sequedad, humedad, congelación y disolución.

B, C, D y la mitad de E son propiedades del azufre (calor); F, G, H y la mitad de E lo son de la plata viva (frío).

Las propiedades del azufre son contrarias a la naturaleza de las propiedades de la plata viva, y las propiedades de la plata viva son en verdad naturales, pero tomadas según le corresponde.

… Así se pone de manifiesto cómo todos los extremos se transmutan en sus propios medios(16) de forma gradual, con tal concordancia que nadie lo podría creer, ni nacido decir, ni hombre entender, si no es por ciencia de sensualidad que sólo se puede adquirir por el entendimiento que da nuestro espíritu Agiógrafo.

Pues alguna parte de su propia esencia tenemos en nuestra mente, muy bien encadenada con muy fuerte ligadura, que nos permite entender y sentir la gran nobleza de los tránsitos medios(17), ya que tanto como se acercan a su perfección, tanto más se alejan de su corrupción.

Ten, pues, ciencia clara y arte infalible, y mueve noblemente con ciertas graduaciones de propia geometría la que ha sido llamada medida; la cual yo te doy, si te es concedida por aquel que da y sustrae todas las cosas, según le place.

Por eso, gírate hacia ti mismo por si él te quisiera inspirar al escrutar la forma que es la propia rueda de esta graduación, ya que nunca hubo hombre ni filósofo(18) en el mundo que aquella transmitiera por arte como nosotros lo hacemos.

Y si tú entiendes muy bien las interrelaciones de lo que te hemos dicho, bien entenderás en qué consiste todo el acto de la imbibición que realizamos en nuestra obra. Incluso entenderás lo que hemos encontrado escrito por el filósofo sobre esta medida y sobre todas las causas que se pueden profundizar con ciertas graduaciones de las formas por medio del arte que te hemos dado en suma breve. Ten pues lo que aquí dice, consecuentemente, el susodicho filósofo y deséalo fijar en tu entendimiento:

Oh medida de toda imbibición, cuán agradable y alegre vuelves al cuerpo.

Oh medida de Agua celeste que todo cuanto está en el mundo haces preciable.

Oh medida, cuán temperados vuelves los cuerpos.

Oh medida, cómo los haces ajustar.

Oh medida, cómo ajustas(19) el mundo.

Oh medida, que sin ti nada sería.

Oh medida, cómo perpetuamente conviertes en oro todos tus metales.

Oh medida, bien sabes al mundo regir y conservar, hacerlo vivir y morir.

Oh medida, todo el mundo riges, con medida todo lo compones.

Oh medida, cómo haces coagular, lo que está disuelto cociendo sabes ajustar.

Por tanto digo que si no hay medida, de la piedra no saldrá provecho.

Así pues, cuando quieras la piedra bendita, a ella misma toma de entre los medios preelectos, ya que los medios y todas sus naturalezas no son otra cosa que muy puras medidas, hechas con propios puntos a partir de los extremos por concordancia de los contrarios.

El más grande saber(20) de todos los regímenes es la forma de las imbibiciones de todas las cosas.

Escucha lo que dice Bonell, el provo doctor, de esta agua de muy gran olor:

Ten por cierto que todo el entendimiento de los filósofos se aplica a la imbibición; por lo tanto, si sabes cómo abrevar con esta agua hazlo con medida, pues así conviene actuar.

Así pues, por Saber, aquí te hemos dado con buena voluntad el arte de la medida, la cual hemos aportado del arte de la Geometría. Y para que esto llegues a hacer te la hemos anunciado.

Notas

1- Le Cosmopolite, Nouvelle Lumière Chymique, Retz, París, 1976, p. 246 y ss.

2- Sólo mencionamos algunos de los ejemplos citados por el autor.

3- Ed. Obelisco, Barcelona, 1986, p. 85

4- Ibíd., p. 101

5- Dom A.J. Pernety, Dictionnaire Mytho-Hermétique, Denoël, París, 1972, p. 26

6- E.C. Agrippa, De l’incertitude, vanité&abus des Sciences, 1630, p.153

7- E.C. Agrippa, La Philosophie Occulte ou la Magie, Chacornac, París, 1910, p.3

8- E. Filaleteo, Tratado del Cielo Terrestre, La Puerta, nº 28, p. 15

9- Ibidem., p.30 y ss.

10- De Teorica, Cap. 3, p. 11 Biblioteca March Cervera.

11- Ibíd., p. 33

12- Para la selección de estos extractos, hemos tenido en cuenta fundamentalmente la versión castellana del siglo XV que se halla en la Biblioteca Universitaria de Salamanca, M. 2108

13- En latín: excitamentum que deriva del verbo excito: sacar de su estado o posición.

14- Generis, en latín.

15- Resolutionis, acción de desligar.

16- Mijans, en latín: mediis, lugar intermedio.

17- Passaments dels migs. El latín dice: transitus mediorum.

18- La versión latina nombra al Profeta Joel. Recúrrase, pues, al texto bíblico para encontrar a qué se refiere dicha Medida.

19- En el latín: coniungis, y añade: &elongas eum a corruptione.

20- Seny, el latín dice: Secretius.