TAOISMO
FRAGMENTOS DE TCHOANG-TZE
Selección y traducción, V. Cortina
El espíritu que anima «el Tao» es el mismo que alienta
en toda verdadera Tradición pues ¿no pretende, en realidad, reencontrar
un estado en el hombre que ahora está perdido y que sólo pocos
han conseguido encontrar? ¿Y no pretende también, el regreso,
la «re-unión» a ese origen y fuente de los que el hombre
se encuentra separado?
Es por esto que nos ha parecido apropiado incluir en este número un
extracto de «Nan-Hoa-Tchenn-Kina» de Tchoang-tze, uno de los grandes
maestros del Taoísmo después de Lao-Tse.
* * *
Capítulo 19-A
Aquel que ha penetrado el sentido de la vida, no se preocupa de lo que no contribuye
a la vida. Aquel que ha penetrado la naturaleza del destino, no intenta ya escrutar
esta entidad inescrutable. Para cuidar el cuerpo hay que utilizar unos medios
convenientes; sin excesos no obstante, porque todo exceso es inútil.
Hay que esforzarse además de mantener el espíritu vital, sin el
cual el cuerpo está perdido. El ser vivo no se ha podido oponer a su
vivificación ( en el momento de su nacimiento); tampoco podrá
oponerse a que un día (cuando muera) la vida se retire de él.
El vulgo se imagina que, para conservar la vida; es suficiente ocuparse del
cuerpo. Se equivoca. Hace falta además, y sobretodo, prevenir el deterioro
del espíritu vital, lo que es prácticamente imposible entre las
preocupaciones del mundo. Es necesario pues, para conservar y hacer durar la
vida, abandonar el mundo y sus problemas. Es en la tranquilidad de una existencia
ordenada, en la apacible comunión con la naturaleza, donde se encuentra
una recrudescencia de vitalidad, una renovación de la vida. He aquí
el fruto de la inteligencia del sentido de la vida. Repitamos: Es el abandono
de los problemas y de las ocupaciones (1) lo que conserva la vida; porque este
abandono protege el cuerpo de la fatiga y el espíritu vital de desgaste.
Aquel cuyo cuerpo y cuyo espíritu vital están intactos y dispuestos,
está unido a la naturaleza. Y la naturaleza es padre y madre de todos
los seres. Por condensación se forma el ser; por disolución se
deshace, para reconvertirse en otro ser. Y si, en el momento de esta disolución,
su cuerpo y su espíritu vital están intactos, él es capaz
de transmigrar. Quintaesenciado, se vuelve cooperador del cielo.
Capítulo 19-B
Si un hombre está completamente borracho y se cae de un coche, quizás
quedará contusionado, pero no morirá ¿Por qué? ¿Sus
huesos y articulaciones difieren de las de los otros hombres? No, pero en el
momento de la caída, el espíritu vital de este hombre, concentrado
por la inconsciencia, estaba absolutamente intacto. En el momento de la caída,
debido a su inconsciencia, la idea de vida y muerte, el miedo y la esperanza,
no han conmovido el corazón de este hombre. Y no se ha puesto rígido,
no ha notado la dureza del suelo, he aquí por qué no se ha roto
ningún miembro. Este borracho debe la integridad de su cuerpo a su estado
de embriaguez. Así el Sabio perfecto será conservado intacto por
su estado de unión con la naturaleza. El Sabio está escondido
en la naturaleza; de esto le viene el que nada pueda herirle. Considerando
esto, cuando alguien es herido, no debe culpar a lo que lo ha herido; debe culparse
a sí mismo, su vulnerabilidad es prueba de imperfección. Un hombre
razonable no culpa el sable que lo hiere, ni la teja que le cae encima. Si todos
los hombres buscaran en su imperfección la causa de sus desgracias, tendría
la paz perfecta, el fin de las guerras y suplicios. Sería el fin del
reino de esta falsa naturaleza humana, que ha llenado el mundo de bandidos;
sería el comienzo del reinado de la verdadera naturaleza celeste, fuente
de toda buena acción. No ahogar a su naturaleza, no creer en los hombres,
he aquí la vía del retorno a la verdad, a la integridad original.
NOTAS:
(1) «Valiente en la búsqueda de Dios. Holgazán en la del
mundo». (El Mensaje Reencontrado, XXXVI, 1)
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