NOSTRADAMUS
Y SU MENSAJE PROFÉTICO
Julio
Peradejordi
Todos aquellos que se han
esforzado en desentrañar el secreto de las famosas Profecías de
Michel de Nostradamus, han querido que los cuartetos del gran
Nostradamus coincidieran con acontecimientos contingentes de tipo
histórico, como si el vidente provenzal fuera sólo un
historiador. Si se nos fuerza, podemos llegar a admitir que, de
un modo abstracto, todo es historia, que todo nos habla de la
historia, que todo hace la historia; pero en las Centurias de
Nostradamus se trata de algo más y él mismo, como veremos, nos
avisa de ello.
Hijo de conversos, Nostradamus
conocía mejor de lo que se cree la Cábala y sus métodos,
presentándonos sus profecías un notable parecido con los
escritos de los cabalistas provenzales y catalanes.
Creemos que, al tratar al nivel
que sea el tema de la Cábala, hay que tener siempre in mente
un conocido párrafo del Zohar que nos dice: «Ay de
aquellos que consideren la Torah como un libro de simples
relatos que conciernen a las experiencias cotidianas, pues si la Torah
fuera esto, podríamos hoy en día componer una Torah que
tratara de tales asuntos y que si tratara de las cosas terrestres
sería aún más excelente...» (1) Estas palabras del Zohar,
a nuestro modesto entender, podrían aplicarse felizmente a la
obra de Nostradamus. Creemos incluso que harían eco con las
suyas, especialmente con cierto cuarteto que el astrólogo de
Salon-en-Provence dejó deliberadamente en latín. Este cuarteto
es «una precaución legal contra los críticos ineptos» que
presenta dos rarezas dignas de mención. La primera, es que está
en latín, cuando el resto de la obra puede leerse en francés
antiguo. Este detalle nos señala no sólo la importancia del
cuarteto en cuestión, sino también su carácter sacro y sabio,
pues el latín era en la época la lengua sacra y erudita. Sus
versos no nos hablan, pues, de acontecimientos situables en una
historia profana, terrestre, sino seguramente de eventos
pertenecientes a una hierohistoria, una historia sagrada.
La segunda rareza, harto
reveladora, es que se hallan al final de la VI Centuria,
justo antes del primer cuarteto de la VII, los versos en
cuestión se encuentran en el corazón mismo de las Centurias.
Pero leámoslos y meditémoslos «teniendo en cuenta», como él
mismo nos avisa, «su esencia»:
LEGIS CAUTIO
CONTRA INEPTOS CRITICOS
Qui legent hosce
versus nature censunto:
Prophanum
vulgusd et inscium ne attrectato:
Omnesque
Astrologi, Blenni, Barbari procul sunto,
Qui aliter
faxit, is, rite sacer esto.
Traducción:
PRECAUCIÓN LEGAL
CONTRA LOS CRÍTICOS INEPTOS
Que aquellos que
lean estos versos tengan en cuenta su esencia
Que el vulgo
profano e ignorante no los manosee
Y que todos los
Astrólogos, Necios y Bárbaros se alejen,
Que aquel que haga
otra cosa sea consagrado según los ritos.
En efecto, el verbo censeo,
empleado por Nostradamus significa valorar,
tener en cuenta, y el término nature procede
de naturae, la naturaleza o la
esencia de una cosa. Siguiendo esta advertencia, nos
podemos, pues, acercar a los cuartetos de Nostradamus.
Estant assis de
nuict secret estude,
Seul, reposé
sus la selle daerain,
Flambe exigue
sortant de sollitude,
Fait prosperer
nest à croire vain .
Podemos leer este cuarteto de la
siguiente manera:
Estando sentado de
noche, en secreto estudio,
Solo, reposándome
en la silla de bronce,
Una pequeña llama
que sale de la soledad,
Hace prosperar
aquello en lo cual no es vano creer.
Existen, sin duda alguna, mil
maneras diferentes de interpretar estas palabras; de ningún modo
creemos que nuestra interpretación sea la única correcta, la
única exacta, pero de lo que sí estamos seguros, es que, al
menos, intentamos ir más al fondo, más hacia la esencia que los
intérpretes que hemos podido consultar.
El «secreto estudio» al que se
refiere Nostradamus, nos parece ser el estudio de la Torah,
tanto más secreto cuanto Nostradamus era hijo de conversos. Un
pequeño detalle de tipo cabalístico puede venir en ayuda de
nuestra hipótesis: Nostradamus coloca la palabra secret,
secreto, justo al lado de la palabra nuict,
noche. Si las traducimos al hebreo, obtendremos las
palabras Lail, noche, y Sod,
secreto. Al sumar el valor numérico de las letras
que componen estas palabras, obtendremos el número 70 con
cada una de ellas, lo cual, según un sistema cabalístico
llamado guematría, viene a indicarnos que estos términos
son sinónimos:
L (lamed) = 30 S (samej) = 6 0
i (yod) = 10 o (vav) = 6
l (lamed) = 30 = (70) d (dalet)
= 4 = (70)
Por otra parte, refiriéndonos
ahora a la silla de bronce donde se reposaba Nostradamus,
¿quién no conoce el valor simbólico del bronce que tanto
aparece en el texto bíblico? Un versículo del Libro de Job
va a proporcionarnos la clave del problema:«El hierro se toma
del suelo polvoriento, y la piedra fundida se vuelve bronce.»
(XXVIII, 2). ¿A qué piedra se refiere Job? ¿Cuál es el bronce
en cuestión?
Si tomamos el texto bíblico en
hebreo, veremos que la palabra empleada para designar el bronce
es nehoshah, término que en los diccionarios aparece
traducido como bronce, cobre, o sea con
bastante imprecisión. Hasta aquí, todo parece normal, pero si
atendemos al consejo de Nostradamus y profundizamos más, yendo
hasta la raíz de esta palabra, veremos que el término nishosh
significa presagio, pronóstico,
adivinación. ¡Nada más adecuado tratándose de
Nostradamus!
Se sabe que, además de mago,
médico, astrólogo, matemático y vidente, Nostradamus era
también alquimista. Sin duda aprendió mucho de este Arte junto
a su amigo François Rabelais. Uno de los efectos de la toma de
la famosa piedra filosofal de los alquimistas era el de la
profecía. «La piedra fundida se vuelve bronce» nos decía
Job...
En varias de sus Centurias,
Nostradamus parece hacer alusión al Gran Arte, sobre todo cuando
nos habla del «oro oculto», de «leche mística» (III, 2) o
del «fuego celeste» (IV, 99). Un inmenso mensaje espiritual,
que sólo aquellos que profundicen en sus versos sabrán
apreciar, nos es transmitido por las Centurias de
Nostradamus. Pero nos obstinamos en ver «historia» allí donde
hay otra cosa. ¿De qué extraña historia podría hablarnos
aquel cuarteto que dice:
Le corps sans
âme plus netre en sacrifice,
Iour de la mort
mis en nativité:
Lesprit
divin fera lâme felice,
Voyant le verbe
en son eternité.
El cuerpo sin alma
no estará en sacrificio,
Día de la muerte
puesto en natividad:
El espíritu divino
hará al alma feliz,
Viendo al verbo en
su eternidad.
¿No nos hablará del Gran Arte?
¿No nos hablará de la contemplación del Verbo en el espejo del
Alma purificada? ¿No querrá decirnos algo que está más allá
de la historia y pertenece a la profecía?
Recordemos para finalizar las
palabras de un antiguo conocedor, el primer Imam, Alí Ibn
Abi-Tâleb (1) que decía: «La Alquimia es la hermana de la
Profecía».
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(1): Zohar, III, 152ª.
(2): Ver Henry Corbin, Corps
Spirituel et Terre Celeste, ed. Buchet.Chastel, París, 1979
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