HISTORIA JUDÍA I
EL JUSTO Y SU GENERACIÓN
REFLEXIONES SOBRE LOS CAPÍTULOS
XVIII Y XIX DEL GÉNESIS
Emmanuel dHooghvorst
Había un hombre pobre, pero sabio, que con su sabiduría salvó
la ciudad.
Y de aquel hombre pobre nadie se acordaba.
Eclesiastés IX, 15
El mundo sólo se mantiene gracias a la presencia de los justos,
puesto que es para ellos para quien ha sido creado.
El justo Abraham defendía la causa de Sodoma y Gomorra, amenazadas de
destrucción por la iniquidad de sus habitantes.
«¿Vas a exterminar juntamente al justo con el malvado? ¿Tal
vez haya cincuenta justos en la ciudad?» (Génesis XVIII, 24).
Se inició un regateo entre Abraham y el Señor. Bajaron a cuarenta
y cinco, cuarenta, treinta justos, y así sucesivamente, hasta los diez
justos imposibles de hallar. Efectivamente, los justos están avisados
de todos los proyectos de Dios (Génesis XVIII, 17) y, por su peso en
el mundo, bastan para mantenerlo en equilibrio.
Este fragmento inspiró al autor del Zohar un relato (1) del que proponemos
a continuación una traducción. Ya no es Abraham quien defiende
a Sodoma y Gomorra, sino rabí Simeón quien se atreve a dar órdenes
al ángel de la destrucción y a anular, gracias a su poder, una
temible decisión celeste:
«Un día, Rabí Simeón salió y consideró
el mundo. Vio que era sombrío, triste y que su luz se había ocultado.
Rabí Eliezer le dijo: Ven, veamos cuáles son las intenciones
del Santo-bendito-sea. Se pusieron en camino y se encontraron con un ángel
que se parecía a una montaña alta, y treinta lenguas de fuego
salían de su boca.
Rabí Simeón le dijo: ¿Qué pretendes hacer? Busco
destruir el mundo, le contestó, porque no hay treinta justos en esta
generación.(2) Efectivamente, así lo había decidido el
Santo-bendito-sea en el tiempo de Abraham.
Rabí Simeón añadió: Ve, te lo ruego, y dile al
Santo-bendito-sea lo siguiente: ¡Bar Iojai se encuentra en el mundo!(3)
El ángel fue a ver al Santo-bendito-sea y le dijo: Maestro del mundo,
tú sabes lo que me ha dicho Bar Iojai. El Santo-bendito-sea le contestó:
Ve, destruye el mundo sin tener en cuenta a Bar Iojai.
A su regreso, el ángel volvió a encontrarse con rabí Simeón
que le dijo: Si no regresas de donde vienes, he aquí mi decisión
respecto a ti: ya no irás a los cielos, sino donde se encuentran Uzá
y Azael.(4) Regresa junto al Santo-bendito-sea y dile: Si no hay treinta justos
en el mundo, ¡que haya veinte!, pues está escrito: No lo destruiré
por los veinte (Génesis XVIII, 31). Y si no se hallasen veinte, ¡que
haya diez!, pues también está escrito: Por los diez no lo destruiré
(Ídem, 32). Y si no se hallasen diez, ¡que haya dos!, yo y mi hijo,(5)
pues está escrito: La palabra es confirmada por el decir de dos testigos
(Deuteronomio XIX, 15), la palabra no es otra cosa que el mundo, pues hay un
versículo que dice: Por la palabra del Señor fueron hechos los
cielos y la tierra (Salmos XXXIII, 6). Y si no se hallasen dos, estoy yo,
según está escrito: El justo es el fundamento del mundo (Proverbios
X, 25).
Al instante, se hizo oír una voz de lo alto de los cielos, que decía:
Bienaventurado tu lote, rabí Simeón, pues el Santo-bendito-sea
decide arriba pero tú anulas su decisión abajo. ¿No está
escrito en verdad: Él cumplirá los deseos de sus bienamados (Salmos
CXLV, 19)?»
Así pues, el justo es como el fundamento y el pilar central de este
mundo. Así se enseña:
«Leemos: Y Dios le llamó de en medio de la zarza: ¡Moisés,
Moisés! y él respondió: ¡Heme aquí!»
(Éxodo III, 4). Rabí Iejochuah ben Karká dijo: El Santo-bendito-sea
le dijo: En el lugar donde se mantiene el mundo, tú (Moisés) eres
su apoyo; Abraham dijo: Heme aquí, y tú también dices:
Heme aquí».(6)
Como Abraham, Moisés se mantenía en pie ante el Santo-bendito-sea
y defendía la causa del pueblo.
Que se nos permita ahora una pequeña digresión para que se comprenda
mejor de lo que se trata aquí.
Lo incognoscible que está en el origen del todo no puede definirse de
ninguna forma. La tradición judía lo denomina ein sof, sin
límite, admirable definición negativa que conviene perfectamente
a lo que se refiere. El hombre no puede conocer del ein sof más que las
emanaciones o cualidades que le son exteriores como, por ejemplo, del hombre
que piensa emana un pensamiento que acaba haciéndose conocer cuando se
articula en la palabra.(7)
Lo mismo ocurre con los misterios de que se trata aquí. Se ha dado a
estas cualidades el nombre de sefirot, del hebreo sfr, narrar, relatar,
inscribir, contar, suputar. Hay diez sefirot, enlazadas entre sí
mediante unos hilos llamados kavim, desde la más sutil, keter, la
corona, a la más concreta, malkut, el reino. Ofrecemos
en la página siguiente un esquema del árbol sefirótico
indicando la disposición y los vínculos de las sefirot.
Vemos que las siete sefirot inferiores están dispuestas en tres columnas
paralelas; la de la izquierda expresa el rigor, la de la derecha la clemencia
o el amor, y la del medio la justicia, que es la más larga. Su polo superior
alcanza la sefirah más sutil,(8) su polo inferior, malkut, la más
concreta, el reino mesiánico de David, el reino de los cielos.
Se ha enseñado que el maestro de todas las cosas quiso en primer lugar
crear el mundo con el rigor, pero vio que el mundo se derrumbaba porque no podía
sustentarlo. Entonces, utilizó la misericordia, pero el mundo volvió
a derrumbarse. Al final templó el rigor con la misericordia, lo
que es la justicia, y la creación se mantuvo en pie. Es necesario pues
que las dos primeras columnas se unan en la del medio: es el justo en medio
del mundo.
Pero regresemos ahora a los capítulos XVIII y XIX del Génesis.
Allí precisamente encontramos enseñado el misterio de las tres
caras por las que la divinidad se revela al hombre: cólera o rigor, misericordia,
justicia.
En el encinar de Mambré (Génesis XVIII, 1 y 2), Abraham recibió
la visita de tres hombres, cada cual encargado de una misión distinta.
Los llamó Adonai, Señor, lo que en la Escritura expresa
el santo nombre IHVH que no puede pronunciarse sino en su templo: se trataba
de tres ángeles (Génesis XIX, 1).
El primero tenía por misión anunciar a Sara el nacimiento de
un hijo, Isaac, según la generación de los justos (Génesis
XVIII, 10 y sigs.). Luego regresó de donde había venido. Sólo
dos ángeles (Génesis XIX, 1) acudieron a Sodoma, uno para salvar
a Lot: es el ejercicio de la misericordia, y el otro para destruir la ciudad
impía: es el ejercicio del rigor. Observemos que Lot es salvado únicamente
por referencia a Abraham y no por sus méritos.(9) He aquí el famoso
poder de las llaves.
Las cualidades del justo en el judaísmo han sido atribuidas por el hermetismo
cristiano, en el mundo occidental, a los filósofos y adeptos de la piedra
filosofal. Según la leyenda, estos misteriosos personajes habrían
abandonado Occidente hacia mediados del siglo xvii para retirarse a Oriente,
de donde habrían desaparecido también hacia finales del siglo
xviii. ¿Acaso hay que atribuir a su ausencia el inquietante vacío
de nuestro mundo moderno que nos parece también a nosotros sombrío
y triste, por haberse ocultado su luz?(10)
Todos han pasado (a través del desierto)
sin dejar ningún pozo ni señal [...].
Y tras ellos, la muchedumbre abandonada
se confunde siguiendo sus pistas [...].(11)
NOTAS
(1) Según la versión de Lachower y Tishby, Michnat haZohar (Enseñanza
del Zohar), ed. Institut Bialik, Jerusalén, 1971, t. I, p. 19.
(Existe una traducción al inglés: I. Tishby, The Wisdom of the
Zohar, ed. The Littman Library of Jewish Civilization, Londres-Washington, 1994).
(2) El autor del Zohar, mediante un juego de palabras intraducible al castellano
respecto al versículo de Génesis XVIII, 18, señala que
Abraham valía por 30 justos.
(3) Rabí Simeón era hijo (bar) de Iojai.
(4) Estos dos ángeles fueron echados del cielo por haberse rebelado
contra el Santo-bendito-sea y fueron encadenados en una caverna oscura.
(5) Rabí Eliezer.
(6) Midrach Tanjumah, ed. Buber, Vilna, 1899, comentario Chemot XIX. También
se ha enseñado: «El Santo-bendito-sea es el lugar (maqom) del mundo,
pero el mundo no es su lugar». Maqom, lugar, viene de la raíz
qum, erguirse.
(7) Encontramos la misma enseñanza en el hermetismo cristiano; Douzetemps
escribe al respecto: «Alef tenebrosum o ein sof de los hebreos. A ninguna
criatura le es dado comprenderlo de otra forma que en su manifestación
exterior o esplendor, Jesucristo (Hebreos I, 3 y Juan I, 18). Verbum invisibile
fiet palpabile et germinabit ut radix, el verbo impalpable se hará
palpable y germinará como una raíz. Iehovah Tsebaot nomen»,
Le Mystère de la Croix de Jésus-Christ, ed. Archè, Milano,
1975, p. 3, nota. Las cualidades de las que acabamos de hablar también
han sido denominadas medidas, midoth. Sólo lo que es
mesurable puede ser objeto de conocimiento.
(8) Keter unida a Binah y Jokmah aparece como el misterio del pensamiento creador
o del punto supremo. Escribe Moisés de León al respecto: «Antes
de esta revelación, no había nada, es decir, el misterio del éter
puro e inasible. ¿Qué puedes contar antes del Uno?», Sefer
Chekel haKodech (Libro de la medida del Santo), Londres, 1911. Encontramos
la misma enseñanza en la filosofía de Pitágoras (siglo
vi a. C.): los números revelan lo incognoscible.
(9) La misma enseñanza se encuentra en los Evangelios: las tres cruces
en la cima del calvario. Al igual que Lot, el buen ladrón sólo
es salvado gracias a la presencia del justo a su lado.
(10) Véase El Mensaje Reencontrado XXII, 74-75, donde los Adeptos son
denominados los «operativos», por oposición a los «especulativos».
En un estudio ulterior, regresaremos a la quymica de los sabios, quymica con
Y por supuesto, de la que los operativos nos han dejado el recuerdo en sus libros.
(11) Hallaj, mártir del Islam, extraído de su última víspera
según Sulami. Véase Massi-gnon, Akbar Al Hallaj, recueil d
oraisons et d exhortations du martyr mystique de l Islam, Husayn
Mansur Hallaj, Librería Ph.- J. Vrin, París, 1957. (Existe una
traducción al español: La pasión de Hallaj, ed. Paidós,
Barcelona, 1999).
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