LA
CRISIS DEL MUNDO MODERNO
Julio
Peradejordi
He escogido a mis
salvados porque
ellos se han
escogido a sí mismos,
así he condenado
a los réprobos
porque también
se han condenado a sí mismos.
El Mensaje
Reencontrado XXVI, 55
El Único se
divide y el Único se
vuelve a juntar,
y cada cual emite
su pequeño
juicio sobre el cómo y
el porqué que
desconoce, en lugar
de volver a
reunirse en la Unidad
del Uno y
permanecer en ella hasta
el día de la
elección del Único.
El Mensaje
Reencontrado XXI, 42
Sin duda uno de los vocablos que
más han castigado nuestros oídos durante estos últimos lustros
es la palabra «crisis». Crisis económica, crisis de valores,
crisis psicológicas, crisis en las ideas, crisis en los
partidos... Parecería que todo en el mundo moderno está en
crisis.
La palabra crisis, del
griego krisis, nos da la idea de separación, de
división, incluso la de elección y la de juicio, el verbo krioo
significa separar, dividir, pero también
elegir y juzgar. Acaso podamos hallar en la
etimología de esta palabra cuál es la causa, o las causas, de
esta crisis que, a nivel general, todos vivimos, y
cuya salida no aciertan a encontrar ni sociólogos ni políticos.
Al hombre de la calle, al hombre
corriente, la palabra crisis le sugiere la idea de
una situación difícil, a veces insoportable, pero, al fin y al
cabo, transitoria. Una situación que, un día u otro,
desembocará en otra mejor, donde los problemas de la anterior
habrán sido solucionados, o habrán dejado de existir.
Por otra parte, para el médico,
que fue el primero en utilizarla, la palabra crisis
posee un significado más específico: se trata de «una
mutación considerable que acaece en una enfermedad ya sea para
mejorarse, ya para agravarse el enfermo».
Ambas definiciones, a nuestro
entender, son harto correctas, y señalan dos puntos de vista
desde los cuales podemos enfocar e incluso calibrar la
crisis; pero creemos que existo otro ángulo que, si
lo utilizásemos, nos facilitaría considerablemente la
comprensión del problema de fondo, una perspectiva que nos
dirigiría directamente a su meollo.
Hemos visto que crisis
era separación, elección o juicio; creemos que profundizando en
estas acepciones a la luz de las Escrituras, podremos aclarar
cuál es la verdadera crisis del hombre, que se
reflejará en la sociedad y en el mundo moderno, lo que
podríamos llamar la crisis-raíz o
crisis-original, diferenciándola de sus
consecuencias, que a menudo confundimos con la
crisis.
La elección en cuestión
podríamos encontrarla en un versículo bíblico del libro del Génesis:
«La mujer vio que el árbol era
bueno como alimento, que era atractivo para la vista y precioso
para la inteligencia; tomó su fruto y comió de él y dio
también a su esposo y él comió. Sus ojos se abrieron y
supieron que estaban desnudos.» (III,6-7)
Este relato aparentemente tan
ingenuo, no es sino una descripción simbólica de la caída del
hombre, de su elección del mal y de su separación de Dios. Se
trata, efectivamente, del inicio de un proceso, de una
«mutación considerable que acaece»...«ya sea para
mejorarse», «ya sea para agravarse el enfermo». Aquí se nos
perfila también el tercer sentido que dábamos a la palabra
crisis: «juicio». Vemos, en el versículo bíblico,
no sólo una alusión a la caída, sino también la
prefiguración del Juicio final. La crisis no designa
únicamente un aspecto o un momento del proceso, sino que lo
refleja en su totalidad. Podríamos hablar, pues, de tres
momentos, remitiéndonos a los tres sentidos de la palabra
crisis: elección, separación y juicio.
Eva, la mujer, que como todos
sabemos, en las Escrituras designa a la psique humana, el alma,
en virtud de la libertad que le ha sido conferida, decide probar
el fruto prohibido. Nos hallamos, pues, aquí ante una elección:
En el mismo capítulo del Génesis Dios le había
prohibido tocar o comer del fruto de ese árbol, so pena de
morir. Así, pues, Eva eligió la muerte.
Se trata de la eterna elección
entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas, la vida y la
muerte. «Escoge la vida, a fin de vivir», se dice en el Deuteronomio
XXX,19. «Buscadme (o sea elígeme) y vivid» está dicho en el
libro de Amós V, 4. El hombre o, mejor dicho, una parte
del hombre, ha escogido la experiencia de la muerte, las
tinieblas, el fango grosero que no conocía en el mundo de la luz
original: ésta es la verdadera crisis, y todas las demás
resultan de ella.
Caído en un estado bestial, ha de
sufrir las consecuencias de la elección equivocada; pero aún en
este estado queda en él una partícula de luz divina, un atisbo
de libertad. Si lo desea de verdad, aún puede escoger la vida,
puede buscar a Dios y su estado caído le resultará más
soportable, su fardo le será más leve pues, como dice el Salmo
XXXIV, 11: «Aquellos que buscan al Eterno no serán privados de
nada». Este estado tan duro y tan difícil de atravesar, en el
cual el hombre se encuentra divido, separado de Dios, exiliado de
su Patria original, este estado, decíamos, es la verdadera
crisis, y todas las demás resultan de ella.
Finalmente, al haber escogido el
fruto prohibido, el hombre carnal está inexorablemente condenado
a experimentar su consecuencia más terrible: la muerte. Y no se
trata únicamente de la muerte del cuerpo físico, la pérdida
del «cascarón»; lo terrible es el juicio al que será
sometido, juicio del cual resultará la salvación o la
condenación eternas. Esta situación, que todos atravesaremos un
día u otro, ésta es la verdadera crisis.
Pero, ¿no dicen los economistas
que en los tiempos de vacas gordas hay que «economizar» para
los de vacas flacas o sea los de crisis? El autor del
Zohar (I,196b) opina que «el hombre que no se trae su
comida de aquí abajo no comerá en el Mundo futuro». Esta
comida, este alimento espiritual, es la palabra de Dios (ver Deut.
VIII, 3); ¿no nos dice El Mensaje Reencontrado
(XXXIII,73) dándonos la solución a la crisis:
«Hagamos en nuestras vidas una ancha parte al Señor y el Señor
nos hará en la suya una parte inconmensurable»?
Que no nos engañen los
sofisticados planes de reestructuración económica, ni las
fantasías de los psiquiatras, ésta es la única solución a la
crisis, a la verdadera crisis.
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