MAESTRO
ECKHART
Selección y
presentación J. Richardson
Eckhart nace en 1260 en Hochheim (Turingia).
Entra muy joven en la orden de los dominicos. Estudia en Erfurt y
Colonia. En 1302 es nombrado maestro en Teología Sagrada en París,
donde reside unos cuantos años. Regresa a Alemania en 1303. En
1307, en Estrasburgo es elegido vicario general de su orden en
Bohemia. La circunscripción de su orden abarca un inmenso
territorio con cuarenta y siete conventos de dominicos y nueve de
dominicas. Vuelve a París como magister actu regens.
Regresa a Colonia en 1322 y, 1326, dos comisarios del arzobispo
Enrique II de Vineburg, príncipe de Estrasburgo, establecen una
lista de cuarenta y nueve proposiciones sospechosas extraídas de
los textos del maestro Eckhart. El 26 de septiembre de 1326,
Eckhart se defiende con mucha inteligencia y vigor. Quedan sólo
veintiocho artículos que Eckhart tiene que defender ante los teólogos
de Aviñón. Esta vez, Eckhart lo hace francamente mal porque está
harto y cansado. Por fin se retracta y muere poco después.
El éxito posterior de sus
escritos es enorme en el pensamiento alemán teológico, filosófico
o esotérico de los siglos XVIII, XIX y XX.
MAESTRO ECKHART
A INSTRUCCIONES
ESPIRITUALES
1.- Cuando el hombre sale de sí
mismo en la obediencia y se renuncia, obliga a Dios a penetrar en
él, porque si este hombre nada desea para sí mismo, Dios debe
querer para este hombre lo mismo que para Él.
2.- Las gentes no deberían pensar
tanto en lo que hacen, deberían pensar en lo que son... No
pienses que la santidad se funda en los actos. La santidad debe
fundarse en el ser porque no son las obras las que nos santifican
sino más bien nosotros debemos santificar las obras.
3.- La razón que hace que la
naturaleza y el fondo del hombre sean altamente buenos y que
vuelve buenas las obras de los hombres, es que el espíritu del
hombre esté totalmente volcado hacia Dios.
4.- El hombre no debe espantarse
por nada mientras su voluntad sea buena, ni afligirse cuando no
puede manifestarla por las obras.
5.- Dios desea que en todas las
cosas renunciemos a nuestra voluntad.
6.- Hay en esta vida dos maneras
de ser iluminado en lo que concierne a la vida eterna. Una
proviene del anuncio que Dios ha hecho al hombre o del
conocimiento que ha sido dado por un ángel o por una iluminación
particular... El otro modo es... cuando el hombre, por el amor y
la intimidad que tiene con Dios, confía tan totalmente y está
tan seguro de Él que no puede dudar y adquiere una tal
certidumbre porque lo ama sin distinción en todas las criaturas
indistintamente.
7.- Si encuentras que tu camino más
directo no pasa por numerosas obras exteriores, grandes trabajos
o privaciones lo que no tiene tanta importancia, a menos
que el hombre se vea impulsado a ello por Dios y tenga la fuerza
de hacerlo convenientemente sin que su ser interior quede
alterado si por tanto tu no encuentras nada de esto en ti,
estate en paz y no le des tanta importancia.
B SERMONES
1.- Omne datum optium.
¿Cómo puede saber si es la
voluntad de Dios o no? Sabedlo: si no fuese la voluntad de Dios
esto no sería. No tienes enfermedad ni otra cosa que Dios no
quiera.
2.- Iusti vivent.
Si Dios no quisiese lo mismo que
yo, yo sin embargo querría lo que Él quiere. Muchas personas
quieren tener en todo su propia voluntad y esto está mal, es un
error.
3.- Populi eius.
Se debe correr hacia la paz, no se
debe empezar en la paz. El que tiene su yo en Dios tiene la paz,
el que tiene su yo fuera de Dios no tiene la paz.
4.- In occisione.
Un maestro dice que el ser, la
vida y el conocimiento son lo que hay de más noble. El
conocimiento es más elevado que la vida o el ser, porque, por el
simple hecho de conocer tiene vida y ser.
5.- In diebus.
El alma toma su ser directamente
de Dios y por esta razón Dios está más próximo al alma que no
lo está ella de sí misma, y es por eso que Dios se halla en el
fondo del alma con toda su deidad.
...el hombre que no tiene ninguna
costumbre de las cosas interiores no sabe lo que Dios es.
6.- Qui audit me.
Tres cosas nos impiden oír la
palabra eterna. La primera es la corporeidad, la segunda es la
multiplicidad y la tercera es la temporalidad.
7.- Homo quidam.
El hombre humilde no necesita
pedir a Dios, puede muy bien mandar a Dios, porque la elevación
de la deidad no puede considerar nada como no sea en la
profundidad de la humildad. El hombre humilde y Dios son uno y no
dos.
8.- Unus deus.
Dios no pertenece a nadie y nadie
le pertenece, Dios es uno.
9.- Beati pauperes.
Yo soy la causa de mí mismo según
mi ser que es eterno y no según mi transcurrir que es temporal.
Es porque soy un no-nacido y según mi manera de ser,
un no nacido, no puedo nunca perecer. Según mi
modo no-nacido he sido eternamente y soy ahora y debo
permanecer eternamente. Lo que soy por mi nacimiento debe morir y
ser aniquilado porque es mortal y es por ello que debe
corromperse con el tiempo. En mi nacimiento eterno todas las
cosas nacieron y yo fui causa de mí mismo y de todas las cosas y
si yo hubiese querido no sería y todas las cosas tampoco serían
y si yo no fuese, Dios tampoco sería.
10.- Got hät.
El hombre no debe buscar nada, ni
conocimiento, ni saber, ni interioridad, ni piedad, ni reposo, sólo
la voluntad divina. El hombre no debe considerar que su vida
progresa porque ayune y cumpla muchas obras exteriores pero es
una prueba evidente de progreso si tiene más amor por las cosas
eternas y más aversión por las efímeras.
11.- Modicum et.
El cumplimiento de la beatitud
reside en el conocimiento y el amor.
12.- Videte qualem.
Hay que saber que conocer a Dios y
ser conocido de Dios, ver a Dios y ser visto de Dios es lo mismo
según la realidad de las cosas. Conociendo y viendo, Dios nos
vuelve conocedores y videntes.
C DEL DESAPEGO
Yo alabo más al desprendimiento
que al amor, y es por esta razón: lo que el amor tiene de mejor,
es que me obliga a amar a Dios, mientras que el desapego obliga a
Dios a quererme. Es mucho más noble obligar a Dios a venir a mí,
que obligarme a ir hacia Dios, porque Dios puede más íntimamente
penetrar y unirse a mí que yo pueda unirme a Dios.
Yo alabo el desapego más que la
humildad y he aquí porqué: la humildad puede existir sin el
desprendimiento mientras que el perfecto desprendimiento no puede
existir sin la perfecta humildad, porque la perfecta humildad
tiende a una anulación de nosotros mismos.
Alabo el desapego más que toda
misericordia, porque la misericordia consiste en que el hombre
sale de sí mismo para ir hacia las miserias de su prójimo y su
corazón se turba. El desapego está exento, permanece en sí
mismo y no se deja turbar por nada. Porque siempre que algo puede
turbar al hombre, no es como debe ser.
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