VITRIOLO
Traducción y
selección: L. Tera
«Pocas son las materias con las
que los químicos hayan practicado tanto como el vitriolo común.
La tomaron por la materia del magisterio de los Filósofos; y hay
que reconocer que no hay nada más apropiado para inducir a error
a aquellos que toman las palabras de los sabios al pie de la
letra. Además, han elogiado de tal forma esta sal mineral que
resulta muy difícil no caer en la trampa que han tendido a los
ignorantes, al menos en apariencia, puesto que advierten a todos
que no hay que detenerse en las palabras sino en el sentido que
esconden. A consecuencia de ello propusieron el siguiente enigma,
cuyas letras iniciales de cada palabra, reunidas, forman
VITRIOLUM, es decir, Visitabis interiora terrae, rectificando,
invenies occultum lapidem, veram medicinam (Visitarás los
interiores de la tierra, rectificando, encontrarás la piedra
oculta, la verdadera medicina). Algunos han sustituido occultum
lapidem (piedra oculta) por oleum limpidum (aceite límpido).
La obra completa y su materia están,
según ellos, contenidos en estas palabras...»
Dom Pernety: Diccionario
Mito-Hermético,
(París, Delalain laîné,
1787, p. 525).
También encontraréis las
maravillas de la cruz en otros temas pero sobre todo en el
VITRIOL, aunque no tenga la cruz totalmente perfecta; pues es
asimismo un producto maravilloso de la cruz, pero importa no
obstante hacer de él una buena elección. Basilio asegura que la
medicina universal está oculta en el vitriolo de Hungría. La
piedra de calamina, particularmente la de Leipzig, produce también
uno muy valioso, que tiene el grano fijo solar. Marte y Venus, o
mejor Marte por Venus hace de él también uno muy noble; y ambos
hacen juntos la boda tan célebre a la que asisten los
aficionados de la Sabiduría: durante su conjunción, se eleva un
vapor muy espirituoso y necesario para una Gran Obra; hay que
recoger este vapor con la ayuda de unas redes muy sutiles: en el
resto se encuentra un vitriolo bastante bueno del que se saca,
mediante unas operaciones muy sutiles y difíciles de descubrir,
un azufre solar o un oro filosófico vivo.
Pero sin aventuraros en grandes
trabajos que entretienen demasiado la mente, y ante su completo
desarrollo, podéis sin embargo emplear un poco de vitriolo, que
servirá únicamente como de imán, para permanecer en la gran
simplicidad de la naturaleza y del arte: sin duda alguna será
uno de los mejores que se encuentre en la universalidad de las
cosas naturales, a causa de su hambre ávida, de su crudeza y de
su tierra estíptica que retiene lo que ha atraído. La operación
es tan simple, tan natural y tan fácil que no tengo ni que
describirla para no sospechar que sois ignorantes: lo que ha atraído
debe ser cocido durante mucho tiempo y de forma especial,
repetitiva, hasta que aparezcan los colores del arco iris, que es
una señal de gracia y reconciliación, y hasta que las gotas
pesadas se derramen en el fondo del recipiente, algo parecido a
un mercurio destilado. De ello resultará un maravilloso producto
oftálmico y antiepiléptico; e incluso algo más si el Señor os
abre los ojos. Esta obra se denomina Imántica.»
Douzetemps, Le Mystére
de la Croix, (cap. XIII, 8, Milán, 1975.)
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