DE
LAS IMÁGENES DE LOS DIOSES
Stéphane Fèye
Introducción
Desafortunadamente, sólo nos
quedan fragmentos muy breves del tratado Peri Agalmaton de
Porfirio. Le debemos al helenista J. Bidez, de la Universidad de
Gante, el haberlos reunido en su Vida de Porfirio.(1) Su
fuente principal proviene del tercer libro de La preparación
evangélica de Eusebio de Cesárea. Este autor, a pesar de no
estar alejado de Porforio más que una generación, está lejos
de darnos una fiel transcripción del Peri Agalmaton, y
ello por dos motivos:
En primer lugar, La
preparación evangélica es una obra de polémica, destinada
a denunciar el culto a la naturaleza sensible. En segundo lugar,
el mismo Eusebio dice en varios lugares que ha abreviado el
texto. Efectivamente, «se adivinan lagunas y las frases tienen
una sequedad, una dureza, un ritmo entrecortado que, sin duda, no
son debidos a Porfirio».(2)
Sea como fuere, le debemos a este
apologista cristiano el haber transmitido a la posteridad una
pequeña parte de una obra sin duda muy importante (según las
dimensiones de sus demás libros) que, probablemente, fue quemada
por el emperador Teodosio II en una época de sectarismo
intolerante.
No es difícil entender el celo
que los cristianos han puesto en censurar sistemáticamente la
corriente neoplatónica que representa nuestro autor. En efecto,
la religión pagana por sí misma no constituía ya en esta
época (siglos II y IV) un gran peligro para las ideas
cristianas, ya que, víctima de asfixia, moría por sí misma,
hundida en la ignorancia y en una idolatría evidentes. Los
únicos que podían comprometer seriamente la ascensión de un
cristianismo de tipo popular(3) eran los eruditos, quienes, por
medio de argumentos válidos se esforzaban en reanimar la
religión de los antiguos y se arriesgaban a tranquilizar a los
paganos en sus prácticas. Esto es lo que hace Porfirio a lo
largo del Peri Agalmaton: devuelve a las imágenes de los
dioses y a los ritos usados, la luz tradicional necesaria para su
comprensión filosófica.
Era necesario, pues, que Eusebio
llegara a demostrar que la enseñanza misma de Porfirio
preconizaba la idolatría; esta tarea le era fácil, ya que en
todos los fragmentos que cita, el autor del Peri Agalmaton
no parece dar de los dioses y de sus atributos más que una
interpretación astrológica; así pues, éstas sólo podrían
significar la naturaleza sensible.
Dejarse convencer por tales
argumentos sería hacer poco caso de la primera frase del
tratado: «Hablaré a quienes está destinado: profanos, cerrad
vuestras puertas.»
Por otra parte, sería inútil
volver a abrir aquí el dosier de esta polémica estéril, que no
tiene por origen más que un malentendido sobre unas palabras, si
no fuera para situar correctamente el clima de la redacción de
la obra. No obstante, añadiría que para tener una idea clara y
objetiva de esta disputa habría que estar en posesión de la
totalidad del Tratado contra los cristianos, que, -¿es
necesario decirlo?- también fue destruido durante el reinado de
Teodosio.
El Peri Agalmaton es de un
interés considerable para el buscador. Lo guía con seguridad a
través del laberinto inextricable de la antigüedad pagana.
Para ciertas palabras, las
exégesis que propone son a veces sorprendentes y bastante
alejadas de las etimologías racionales de la lingüística. Lo
mismo ocurre en las interpretaciones de los símbolos. Sin
embargo, como bien dice el mismo autor respecto a sus comentarios
de Homero, «No se debe creer que tales interpretaciones sean
forzadas ni ver en ellas más que hipótesis de espíritus
sutiles, sino que hay que considerar la sabiduría antigua.»(4)
De las imágenes
de los dioses, de Porfirio
1. «Hablaré a quienes está
destinado; profanos, cerrad vuestras puertas.»(1) Pues desvelo
nociones de una sabiduría teológica; es Dios y las potencias de
Dios lo que los hombres han revelado mediante estas nociones.
Lo han hecho a través de
imágenes apropiadas a los sentidos, imprimiendo las cosas
invisibles en las otras visibles, para aquellos que han aprendido
a descifrar en las representaciones lo que se encuentra grabado
referente a los dioses, de la misma manera que se haría en los
libros.
Además, nada hay de extraño en
que los más desprovistos de instrucción tomen a las estatuas
por bloques de piedra o de madera, exactamente como aquellos que
no saben leer no ven en las estelas, las tablas o los libros más
que piedras, maderas o papiro f
2. Ya que la Divinidad es parecida
a la luz, que permanece en un derramamiento circular de fuego
etéreo y que es invisible a los sentidos que se ocupan de la
vida mortal. Era mediante una materia brillante y transparente,
como el cristal, la piedra de Paros o el marfil, que hacían
concebir su luz; por otra parte, a través del oro daban la
noción del fuego y de su pureza, ya que el oro está exento de
toda mancha. Pero muchos han empleado también una piedra negra a
fin de expresar la invisibilidad de su esencia.
Y si representaban a los dioses
bajo forma humana es porque la Divinidad está dotada de logos, logicon;
si los formaban bellos es porque la belleza en ellos está
intacta. Si les han dado apariencias, tamaños o vestiduras
diferentes, si los han hecho sentados o de pie, masculinos o
femeninos, muchachas, adolescentes o bien casados, es para
señalar sus diferencias.
Por ello, todo lo que es blanco se
ha atribuido a los dioses celestes; la esfera y lo esférico fue
reservado al cosmos, al sol y a la luna pero también en muchas
ocasiones a la fortuna y a la previsión; el círculo y lo que es
circular al eón y al movimiento del cielo así como a los
cinturones y a los círculos celestes; las porciones de círculo
a las fases de la luna; las pirámides y los obeliscos a la
esencia del fuego y por consiguiente a los dioses del Olimpo, al
igual que el cono al sol y el cilindro a la tierra mientras que
se ha atribuido el falo a la semilla y a la generación y
también el triángulo a causa del sexo femenino.
3. Pero veamos la sabiduría de
los griegos examinándola bajo este aspecto. Por ejemplo, los
autores de los poemas órficos. En efecto, está sobreentendido
que Zeus es el alma, nous, del mundo, que, conteniéndolo,
ha creado lo que contiene, y en sus teologías han transmitido,
refiriéndose a él, lo siguiente:
Zeus fue el primer
engendrado, Zeus del rayo resplandeciente de blancura es el
último.
Zeus es la cabeza,
Zeus es el centro, todo ha recibido el ser de Zeus.
Zeus nació macho,
Zeus inmortal nació Ninfa.
Zeus es el
fundamento de la tierra así como del cielo estrellado(2)
Zeus es rey, Zeus
mismo es el primer genitor de todas las cosas.
Ha nacido fuerza
única, daimón único, gran jefe de todo.
Cuerpo real único,
en el cual giran todas las cosas:
el fuego, el agua,
la tierra y el éter, la noche y el día
y la Sabiduría,
primera genitora y el Eros encantador.
En efecto, todo
esto se halla en el gran cuerpo de Zeus.
Al verlo, su cabeza
y su bello rostro
son el cielo
resplandeciente en el que flotan por todas partes
las magníficas
cabelleras de oro de los astros brillantes.
Son dos cuernos de
toro de oro por una y otra parte,
son el levante y el
poniente, caminos de los dioses celestes.
Sus ojos son el sol
y la luna que están frente a él.
Su Nous
verídico y real es el éter incorruptible,
al cual todo
obedece y por el cual todo se expresa.
No hay ningún
sonido, ninguna voz ningún ruido, ningún oráculo
que escape a la
oreja de Zeus Omnipotente, hijo de Cronos.
Así, inmortal es
su cabeza al igual que su pensamiento.
Su cuerpo, ¡oh,
cómo irradia a su alrededor!, es inmenso, y no es compacto.
Intrépido, de
miembro robusto; por esto es omnipotente.
Los hombros, su
amplio pecho, la ancha espalda del Dios, es una aire vital
que se esparce a lo
lejos; le han crecido unas alas con las cuales vuela a todas
partes.
Su vientre sagrado,
es la tierra madre de todo, con las cimas elevadas de las
montañas.
Su cintura es el
medio, es la hinchazón del mar sonoro y pesado océano.
Su base extrema son
las raíces en el interior de la tierra,
el Tártaro
enmohecido y los últimos confines de la tierra.
Después de haber
escondido allí todas las cosas, proyectó producirlas
de nuevo de su seno
hacia la alegre luz, realizando cosas semejantes
a los dioses.
Así pues, Zeus es el cosmos
entero, ser vivo entre los seres vivos y dios entre los dioses;
Zeus, en tanto que Nous, produce todas las cosas y las
crea mediante sus pensamientos.
Tal como los teólogos exponían
la doctrina relativa al dios, no era, evidentemente, posible
confeccionar una imagen equivalente a la que indicaba el
discurso, y aun admitiendo que se hubiera pensado en ello, no se
habría podido expresar con la esfera los aspectos vivificante,
pensante y providencial de dios.
Pero hicieron la representación
de Zeus antropomórfica, ya que creaba según el Nous y
por medio de palabras espermáticas perfeccionaba todas las
cosas.(3) Además, está sentado, lo cual hace alusión a la
estabilidad de su potestad. Su parte superior está desnuda
porque es luminoso(4) en los [seres] pensantes, noerois, y
en las partes celestes del cosmos, mientras que su parte anterior
está cubierta porque es invisible en las cosas de abajo.
Sostiene un cetro con su mano
izquierda, lo que quiere decir que entre las partes del cuerpo,
la que predomina más y la que tiene que ver más con el Nous:
noerotaton, o sea, el corazón, se esconde en sus
entrañas. Pues el Nous creador es rey del mundo.
En su mano derecha extendida,
sostiene o bien un águila, ya que domina sobre los dioses que
andan en el aire, como el águila sobre las aves de las alturas,
o bien una victoria, pues él mismo ha vencido todas las cosas.
4. Se considera a Hera la
compañera de Zeus, dominando Hera la potestad del éter y del
aire. Pues el éter es el aire más sutil.
5. Pero es en general la potestad
del aire, la que ha recibido de la palabra «aire» su nombre,
Hera. Mientras que el aire iluminado y oscurecido por la luna
tiene como símbolo a Leto: es, en efecto, olvido, letho,
dicen, a causa de la ausencia de los sentidos durante el sueño y
porque el olvido de lo divino acompaña a las almas nacidas bajo
la luna. Es también por este motivo que Leto es la madre de
Apolo y Artemisa, causantes de la iluminación de la noche.
6. En cuanto a la principal de las
potestades subterráneas, la han denominado Hestia; su estatua de
muchacha está instalada sobre el fuego del hogar, estias.
Al ser su potestad fecunda se representa con los rasgos de una
mujer de pecho desarrollado, mientras que Rea es el nombre que
daban a la potestad que fabrica las piedras y el suelo de las
montañas, y Deméter es la potestad de la tierra fértil de las
llanuras. Deméter es, sin embargo, parecida a Rea en todos los
aspectos, con la diferencia de que Zeus engendra a Core, o sea el
germen, koron, que proviene de las semillas de la maleza.
Por esta razón su estatua ha sido coronada de espinas; en cuanto
a las amapolas que le rodean, simbolizan su fecundidad.
7. Y ya que en las semillas
sembradas en la tierra hay también un poder que es atraído por
el sol cuando en el momento del solsticio de invierno llega al
hemisferio inferior, esta potencia seminal es precisamente Core;
pero el sol que va bajo tierra y que da la vuelta al mundo
invisible en el solsticio de invierno es Plutón, y dicen de él
que se apodera de Core y que Deméter la añora porque está
escondida bajo tierra.
La potestad de los frutos y de los
vegetales en general, se denomina Dioniso.
Pero veamos también cuáles son
las imágenes de estos dioses:
Core, efectivamente, lleva los
símbolos de la germinación de lo que crece y se cosecha sobre
la tierra. Dioniso, al igual que Core, lleva cuernos; además,
tiene aspecto femenino, lo cual indica la potencia hermafrodita
de la generación de los frutos.
Plutón, el raptor de Core, lleva
un casco, símbolo del hemisferio invisible, y su cetro truncado
es el signo de su realeza sobre las cosas de abajo. Su perro (kuon),
muestra la formación (kuesin) de las plantas dividida en
tres partes, a saber, las siembra (katabolen), la
recepción (upodochen) y la digestión (anadosin).
Si es llamado kuon, perro, no es porque tenga
los destinos (keras) por alimento (boran)(5), lo
que indica las almas (psuchas), sino a causa del verbo
«llevar en su seno» y a lo que hace Plutón, el Corego, cuando
rapta a Core.
Atis y Adonis se refieren ambos a
las plantas. Pero Atis simboliza las flores que aparecen en
primavera y se disipan antes de llegar a la madurez; desde
entonces se le ha atribuido la castración, ya que estas plantas
no consiguen acabar su maduración seminal.
Adonis, por el contrario, es el
símbolo de la cosecha de los frutos maduros.
En cuanto a la agitación del aire
que se mezcla con el todo en una gran proporción, es simbolizada
por Sileno. Su calvicie y el brillo de su cabeza significan la
bóveda celeste y, en cambio, los pelos que recubren su parte
inferior demuestran la opacidad terrestre con respecto del aire.
Y por fin, sabiendo que existía
un poder que participaba en la potestad adivinatoria, se ha
denominado Temis a esta facultad de decir lo que ha ocurrido y
ocurre a cada uno.
Así pues, es sin lugar a dudas la
potestad terrestre que, enseñada a través de todos estos
símbolos, es objeto de culto. Bajo los rasgos de virgen Hestia
se honra a la potestad central; como madre, es la potestad
nutritiva; cuando Rea, produce piedras y montañas; cuando
Deméter, aporta el verdor; cuando es Temis, es la potestad
adivinatoria, y el logos fecundante que desciende en ella está
representado por Príapo. Logos, del cual lo que se refiere a las
plantas secas se llama Core y lo que se refiere a las plantas
jugosas y a las frutas se llama Dioniso. Core, raptada por
Plutón, el sol que va bajo tierra, simboliza la siembra,
mientras que Dioniso representa la joven fuerza generadora que
empieza a germinar bajo tierra. Atis simboliza la frágil fuerza
de floración y Adonis la de la cosecha cuando todo está maduro;
la virtud neumática que penetra todas las cosas está modelada
en Sileno. Y la fuerza que provoca el extravío del espíritu
fuera de sí mismo hasta el éxtasis tiene como símbolo una
Bacante. También existen los Sátiros, que representan la
excitación del ardor en los placeres del amor. Se ve que a
través de estos símbolos es desvelada la potestad terrestre.
8. En cuanto a la potestad que
produce el agua, considerada en su conjunto, se la ha llamado
Océano, y se ha dado a su símbolo el nombre de Tetis. De esta
potestad general, la que compone las aguas potables es llamada
Aqueloo, la de las aguas del mar Poseidón y, de nuevo, la que
produce el mar, en tanto que generadora, es Anfitrita. También
hay las virtudes particulares de las aguas dulces denominadas
Ninfas y las de los mares llamadas Nereidas.
Por otra parte, se ha denominado
Hefaistos la potestad del fuego y el ídolo que se ha hecho de
él es antropomórfico; se le ha atribuido un gorro azul oscuro
para simbolizar la bóveda celeste, allí donde se encuentra lo
principal y lo más puro del fuego. Pero el fuego que desciende
del cielo a la tierra es más lánguido y necesita un sostén y
un soporte material (ules). Esta es la razón por la cual
Hefaistos cojea, ya que necesita la materia como apoyo.
El sol, sobreentendiendo su gran
potestad, ha sido denominado Apolo, a causa de la vibración, palsis,
que viene de palloo, de sus rayos. Para acompañarle
cantando, tiene nueve musas, es decir, la esfera sublunar más
las siete esferas de los planetas, más una para los fijos. Le ha
sido atribuido el laurel en primer lugar por que este vegetal
está lleno de fuego y por consiguiente es odiado por los
demonios, luego porque al quemarse balbucea, para significar la
profecía divina.
Además, al ser el sol el
conservador de las cosas terrestres, se le ha llamado Heracles,
ya que con el contacto del aire (aera: era) se
debilita, kilasthai, yendo del oriente al poniente. Según
el mito, soporta doce pruebas; este símbolo proclama el reparto
en el cielo de los doce signos del Zodíaco. De sus atributos, la
maza y la piel del león, siendo uno el símbolo de la
desigualdad, anomalias, y el otro el de la fuerza de este
signo del Zodíaco.
En cuanto a su virtud salvadora es
representada por Asclepios. Le ha sido otorgado el bastón,
símbolo del apoyo y de la resurrección de los enfermos;
alrededor de este bastón se enrolla una serpiente, que significa
la salvación del cuerpo y del espíritu, puschen; pues
este animal es muy espiritual, pneumaticotaton, y se
deshace de la enfermedad de su cuerpo. Parece ser el más apto
para curar, pues ha encontrado el remedio de la vista aguda y la
leyenda dice de él que conoce una hierba que hace resucitar.
A la virtud ígnea que causa el
movimiento de danza circular y periódica, y que por este medio
hace crecer los frutos, se le ha llamado Dioniso, por otro motivo
que la potestad sobre los frutos jugosos; proviene o bien del
verbo dinein, hacer girar o bien porque el sol
acaba, dianuein, su revolución en el cielo. Además, al
girar el sol alrededor de las estaciones, oras, del mundo
y al hacer los tiempos y los instantes, kairon, se le ha
denominado Horus, Oros. Además, el símbolo de su
potestad sobre los cultivos, por los cuales otorga la riqueza, ploutos,
es Plutón. Sin embargo, al tener también una fuerza
destructora, por este motivo se asocia Plutón a Sarapis, cuya
túnica púrpura se escoge para simbolizar la luz enterrada bajo
tierra. Su cetro mutilado significa la potestad infernal y su
signo de la mano, el paso hacia lo invisible.
En cuanto a Cerbero, si tiene tres
cabezas es porque el sol tiene tres posiciones en el cielo: el
levante, el mediodía y el poniente.
9. Sobreentendiendo que la luna,
Selene, viene de la palabra, selas, luz, se le
ha dado el nombre de Artemisa, que se parece a Aerotemisa,
partiendo el aire; y si Artemisa, aunque sea virgen,
gobierna los partos, es porque es la virtud de la luna nueva la
que favorece el parto.
Lo que Apolo es al sol, Atena es a
la luna. En efecto, es el símbolo del pensamiento, pues es Atrena,
pensamiento. Hécate, que también es la luna,
simboliza las fases de la influencia de cada una. Por ello, su
potestad es triple. Como símbolo de la luna nueva lleva el
vestido blanco, las sandalias de oro y las antorchas
encendidas.(6) La canasta que lleva sobre la cabeza simboliza el
crecimiento de las plantas, que hace crecer a medida que su luz
aumenta. La luna llena es representada con sandalias de bronce.
Y, ciertamente, por su ramillete de laurel se puede comprender
que se trata de su aspecto ígneo. En cuanto al símbolo de la
amapola, designa su fecundidad y a su vez la multitud de las
almas, psuchon que van a residir en ella como en una
ciudad, ya que la amapola es el símbolo de la ciudad.
Refiriéndose a Eileitia, es la
misma, y simboliza la fuerza generadora. Al igual que Artemisa,
lleva flechas; es debido a la intensidad de los dolores del
parto. Las Parcas también se refieren a estas potestades: Cloto
a su potestad generadora, Laquesis a su virtud nutritiva y Atropo
está al servicio de la inflexibilidad divina. Se le asocia
también la virtud genética de las plantas, o sea Deméter, que
está incluida en ella. La luna contiene también a Core. Se le
asocia incluso a Dioniso porque a ambos les crecen cuernos y a
causa del lugar de las nubes que está sometido a las partes
inferiores.
Teniendo en cuenta que la virtud
de Cronos era pesada, lenta y fría, se le ha atribuido la
potestad del tiempo, cronon, y se le representa de pie,
con los cabellos canosos, para expresar que el tiempo envejece.
Como símbolos de los instantes, chairon,
están las Curetes, que hacen pacer al tiempo, pues el tiempo
camina a través de los instantes.
En cuanto a las Horas, las del
Olimpo pertenecen al Sol, abren las puertas del aire, mientras
que las de los infiernos pertenecen a Deméter. Llevan la canasta
llena de flores, símbolo de la Primavera, o de frutos, símbolo
del Verano.
Al haber comprendido que la
potestad de Ares era ígnea, le hicieron el causante de la guerra
y sanguinario, capaz de perjudicar o de ser útil.
Y al haber observado que la
estrella de Afrodita incitaba a la generación y que era
responsable de la pasión de la procreación, la representaron
con los rasgos de una mujer, dada su potestad generadora; de una
mujer bella, por cierto.«El Astro de la noche, el más bello que
hay en el cielo.»(7)
Le añadieron Eros para asistirla,
en razón del deseo; esconde sus senos y su sexo, pues su virtud
es la causa de la generación y de la nutrición; y si sale del
mar, del elemento húmedo y caliente que se mueve en todos los
sentidos, provocando espuma, afriontos, (de afros)(8),
es para dar a entender veladamente que se trata de la semilla.
En lo referente al Logos que crea
y expresa todas las cosas, es representado por Hermes. El Hermes
en erección demuestra su vigor; indica también que el Verbo
seminal penetra a través de todas las cosas. Además, el Logos
resume el logos en el sol, que es Hermes, al igual que el logos
es la luna que es Hécate y el logos en el todo que es Hermopan.
En efecto, para todos ellos, es aquel que crea y que fecunda. Lo
mismo ocurre con el dios semi griego de los Egipcios, Hermanubis.
Y como el logos pertenece también a la potestad del amor, eroses,
ésta se expresa por Eros. Por esta razón Eros es el hijo de
Hermes y si es un niño es por la agilidad que demuestra para
abalanzarse sobre las pasiones.
De Pan se ha hecho el símbolo del
todo, pantos; los cuernos que le ponen son símbolos del
sol y de la luna, y su piel de cervatillo indica las estrellas en
el cielo o la variedad del todo.
10. El creador, que los egipcios
denominan Knef, es representado por un hombre; tiene la piel
oscura, lleva un cinturón, zonen, un cetro y alrededor de
la cabeza una pluma real; todo ello indica que el logos es
difícil de encontrar, ya que está escondido y no es luminoso,
que es creador de vida, zoopoios, que es rey y que,
finalmente, se mueve como el Nous, noeros. Por esto le
crece, fusis, la pluma sobre la cabeza.
Dicen que este dios hace salir de
su boca un huevo, del cual nace un dios que ellos llaman Ptah y
los griegos Hefaistos. Enseñan que este huevo es el mundo. Se le
consagra a este dios una vaca, ya que los antepasados bebían
leche.
Hicieron la siguiente
representación del mundo: es la estatua de un hombre que tiene
los pies juntos y que está envuelto de la cabeza a los pies por
un abrigo de colores variados; sobre la cabeza lleva una bola de
oro; esto explica que no cambie de sitio, que la naturaleza de
los astros es variada y que el mundo es esférico.
Algunas veces simbolizan el sol
mediante un hombre en una barca; esta barca está colocada sobre
un cocodrilo, krokos, amarillo. La barca
indica el movimiento en lo húmedo mientras que el cocodrilo
representa el agua potable en la cual el sol es llevado. De esta
manera se representaba al sol haciendo un movimiento rotatorio a
través de un aire húmedo y suave.
En cuanto a la virtud de la
tierra, tanto celeste como infernal, la llamaron Isis a causa de
la igualdad, isoteta, de la cual proviene el derecho.
Según dicen, la celeste es la luna y la infernal es la que da
fruto, aquella en la cual vivimos.
Deméter tiene el mismo poder para
los griegos que Isis para los egipcios. Además, Core y Dioniso
en Grecia son Isis y Osiris en Egipto. Es Isis quien nutre y
educa lo que crece sobre la tierra. Y Osiris, para los egipcios,
representa la fuerza fertilizante con la que uno se concilia
mediante los cantos fúnebres, trenos, cuando desaparece
en la tierra en el momento de la siembra y que nosotros
asimilamos para nuestra nutrición.
También se le concibe como la
potencia fluvial del Nilo, mas cuando se trata de representar la
tierra infernal se le considera la potestad que produce los
frutos; y si se trata de representar la tierra celeste, entonces
Osiris es el Nilo, que se supone desciende del cielo. Los
egipcios lo lloran también, dirigiendo buenas palabras a su
potestad cuando decae y se pierde.
Isis, que se une a Osiris según
los mitos, es la tierra de Egipto porque entonces la iguala, isoutai,
concibe y produce los frutos; por ello la tradición enseña que
Osiris es esposo, hermano e hijo de Isis.
En la ciudad de Elefantina se
honra una estatua que representa un hombre; está sentado, es de
color azul marino. Tiene una cabeza de carnero, una diadema real
con cuernos de macho cabrío, coronada con un disco. Cerca de él
se encuentra un jarro de arcilla, sobre el cual da forma a un
hombre. El hecho de que tenga un rostro de carnero y cuernos de
macho cabrío demuestra la conjunción del sol y de la luna en
Aries. Es de color azul marino, ya que la luna en conjunción
trae agua.
Se honra la segunda fase de la
luna en la ciudad de Apolo. Está simbolizada por un hombre con
cabeza de halcón que con su venablo abate a Tifón, representado
él mismo por un hipopótamo. La estatua es de color blanco, lo
que indica que la luna está iluminada. Su rostro de halcón
muestra que su luz y su soplo provienen del sol. En efecto, los
egipcios dedican el halcón al sol y lo convierten en el símbolo
de la luz y del soplo a causa de la velocidad de su movimiento y
porque se eleva hacia las alturas, allí donde está la luz. En
cuanto al hipopótamo, indica el polo, polon, del
poniente, ya que engulle a aquellos que permanecen a su
alrededor, peripolountas. El dios que se honra en esta
ciudad es, por cierto, Horus.
La ciudad que consagra un culto a
la tercera fase es Eileitia: la estatua representa un buitre en
pleno vuelo cuyas alas están compuestas por piedras preciosas;
su forma de buitre simboliza la luna en su aspecto de generadora
de espíritus, pues para ellos el buitre, que sólo representa
hembra, es concebido del espíritu.
En los misterios de Eleusis, el
hierofante está representado por la imagen del demiurgo, aquel
que lleva la antorcha de la imagen del sol, aquel que está sobre
la plataforma de la luna y el heraldo sagrado de la de Hermes.
Los egipcios admiten incluso un
hombre en los cultos sagrados. De hecho, hay en Egipto una aldea
llamada Anabis donde se honra a un hombre. En su honor se le
ofrece un sacrificio y se queman víctimas en los altares;
después de ello se ponen a comer lo que ha sido preparado para
él como para un hombre.
De ningún modo tomaban a los
animales por dioses, pero hacían de ellos imágenes y símbolos
de los dioses. La prueba estriba en que inmolaban bueyes a los
dioses en muchos lugares durante sus fiestas mensuales y sus
cultos. Ya que no hay duda de que consagraban bueyes al sol y a
la luna.
En Heliópolis, el buey que se
consagra al sol se denomina Mnevis. Es mayor que los otros y es
totalmente negro, principalmente porque la abundancia del sol
ennegrece los cuerpos humanos. En comparación con otros bueyes
tiene la cola y todo el cuerpo erizados tal y como el sol realiza
su recorrido en el sentido inverso a las agujas del reloj, polo.
Tiene unos testículo muy grandes,
porque el deseo pasional nace bajo la acción del calor y se dice
que el sol fecunda la naturaleza.
Los egipcios han dedicado a la
luna un toro que denominan Apis; también es negro aunque más
que los otros, y si lleva los emblemas del sol y de la luna es,
de nuevo, porque la luz de la luna proviene del sol. El signo del
sol es la negrura de su cuerpo, así como el nudo bajo su lengua;
el símbolo de la luna es que tiene dos protuberancias (en el
lomo) divididas en dos partes.
__________________________
Notas de la introducción:
(1) J. Bidez. Vida de Porfirio,
Gante, Lib. Cient. E. van Goethem, 1913. Reimpresión:
Hildesheim, 1964.
(2) J. Bidez, Op. cit. p.
146.
(3) Pues bien, parece que ha
habido dos clases de cristianismo: el más antiguo, elítico y
secreto, sin contradicción con los ritos griegos de iniciación;
el otro, posterior, popular y oficial, de una intolerancia total
hacia todo lo que era pagano. Es lo que afirma P. Saintyves
cuando dice a propósito de la cueva del Gólgota: «Los ritos de
Adonis, me refiero al Adonis gnóstico, bajo su forma primitiva e
iniciática, se perpetuaron de un modo verosímil hasta el
reinado de Constantino, y cuando san Jerónimo nos dice que
Adriano estableció allí el culto de Venus o de Astarté, hay
que entenderlo como una protección concedida a una «secta
cristiana» en detrimento de «otra», una «admitiendo» la
gnosis, la iniciación secreta y los sacrificios sangrientos,
«rechazándolos la otra» (P. Santyves Ensayo sobre las
cuevas en los cultos mágico-religiosos y en la simbología
primitiva, París, Emile Nourry, 62, rue des Écoles, 1918).
(4) Porfirio, Del antro de las
ninfas en la Odisea, rec. A. Nauck, Teubner, 1886, p. 81.
Filósofo de la escuela de Alejandría, Porfirio (233-304 d. de
C.) fue discípulo de Plotino. Escribió la vida de Plotino, la
de Pitágoras y numerosos libros contra los cristianos (véase Le
Fil dAriane número 2, p.21).
Notas del texto:
(1) Turas depiteste
bebeloy. Esta sentencia encabeza varios poemas órficos bajo
la forma de Epiteste bebeloys. Se traduciría entonces:
«Cerrad las puertas a los profanos», lo que sería más
lógico.
(2) Después de este verso,
Godfried Hermann inserta dos que no están en el Peri
Agalmaton. «Zeus es un soplo ligero, Zeus es un impulso de
fuego infatigable.»«Zeus es raíz del mar, Zeus es sol y
luna.» Orphica recensuit, Godofredus Hermannus, Fritsch,
Lipsiae,1805.)
(3) Cf. Louis Cattiaux: «La
creación es como la imaginación de Dios coagulada por el
Verbo» El Mensaje Reencontrado, Ed. Sirio, 1987, libro
XVIII, versículo 21.
(4) E. des Places no lee phanos,
luminoso, sino faneros, visible.
(5) Keras boran, de aquí
su nombre Cer-bero. Ker significa: destino.
(6) Es extraño que la luna nueva
reciba atributos tan luminosos. Quizá lo entenderíamos mejor
con la ayuda de Dom Pernety: «es propiamente la materia al
blanco, color que aparece en la obra antes que el rojo...» (voz:
Diana del Diccionario Mito-hermético, Denoël,
1972). Quizá tengamos aquí la prueba de que Porfirio no habla
de la naturaleza exterior.
(7) Homero, Ilíada; XXII,
318.
(8) Es además de la palabra
espuma, afros, que proviene
el
nombre de Afrodita .
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