Henrich Kunrath
Presentación y selección: c. del Tilo
Traducción: L. Robecchi
Introducción
Henrich Kunrath se sitúa en el linaje de la escuela de los Cabalistas cristianos que nació a finales del siglo XV, con Pico de la Mirándola, Giovanni Agostino Pantéo, y después Juan Reuchlin, León Hebreo, Paulus Ricius, el cardenal Gilles de Viterbo, H.C. Agrippa, Blaise de Vignère (1), y otros muchos.
Dichos cabalistas cristianos afirmaron que si Moisés recibió la Ley escrita, o sea la Letra, así como los mandamientos de la ley mosaica, también recibió, según la opinión de san Pablo (2) y de varios Padres de la Iglesia, la Ley Oral, que no posee más que un solo mandamiento y que constituye el sentido verdadero de la Ley escrita, y que los hebreos llaman Cábala, ya que se transmite y se recibe por herencia. Es pues, a los Profetas, sucesores de Moisés a quienes fueron confiados los Oráculos de Dios, la Ley Oral.
Si es así en cuanto al Antiguo Testamento, también es cierto respecto al Nuevo; y la Iglesia cristiana, heredera de las dos leyes, de la misma manera que los hebreos, tuvo también al principio una escuela donde se transmitía el secreto de la Ley Oral o Cábala. Por eso dijo Jesús a sus discípulos: (Marcos IV,11) «A vosotros se os ha concedido el conocer el misterio del reino de Dios; pero a los que están afuera todo viene en parábolas…»
Así pues, aunque difieran la Ley escrita del Antiguo Testamento y la del Nuevo, la Ley Oral, o sea su verdadero sentido, es idéntica tanto en uno como en otro.
Paulus Ricius, como Pico della Mirándola, reencuentra en la Cábala, sin oscuridad, «el misterio de la Trinidad en la unidad, la generación eterna del Hijo, el pecado original por el cual entró la muerte en el mundo, la Redención por la Pasión y la sangre del Mesías, su Resurrección, la Santa Virgen reina del cielo, el cuerpo místico de la Iglesia, los santos que constituyen el Templo de Dios y los miembros de Cristo…» (3).
Y Pico della Mirándola en sus Conclusiones, dice así: «No hay ninguna ciencia que tanto nos certifique la divinidad de Cristo como la Magia y la Cábala.» (4).
Es pues bajo el impulso de los Cabalistas cristianos que Occidente volvió a dedicarse al estudio de las lenguas sagradas y del hebreo en particular.
Nacido en Leipzig en 1560, Henrich Kunrath es una de las figuras destacadas de esa corriente en la segunda o tercera generación. Obtuvo en 1588 el diploma de medicina en la Universidad de Basilea, la misma por donde pasó Miguel Maier algunos años más tarde. Ejerció en Hamburgo y después en Dresde, donde murió en 1605. Otra obra suya se titula: El caos hileálico, publicado en Magdeburgo en 1597.
Kunrath se presenta como discípulo de Paracelso (1493-1541) un fiel amante de la teosofía y de una y otra medicina, versado en la ciencia cristiano-cabalística, divino-mágica y físico-química.
Sus maestros más venerados, además de Paracelso, eran Reuchlin, H.C. Agrippa y el inglés John Dee.
En uno de sus comentarios, afirma claramente que recibió de un maestro el Don de Dios:
«…de uno de ellos recibí el León verde católico de Dios, y la sangre del León, o sea el oro, no el vulgar, sino el de los Filósofos; lo he visto con mis ojos, lo he tocado con mis manos, lo he saboreado con mi lengua, lo he olfateado con mi nariz; ¡Oh, cuán admirable es Dios en sus obras!» (Anfit. p.118).
Su Anfiteatro de la eterna Sapiencia se presenta adornado de láminas simbólicas donde abundan inscripciones en latín, griego y hebreo, y está compuesto de comentarios sobre 365 versículos (tanto como los días del año), sacados del Libro de los Proverbios y el de la Sabiduría y divididos en 7 grados o capítulos. Cada versículo se presenta en dos columnas; de un lado la traducción de la Vulgata, y del otro, la traducción del hebreo para los Proverbios, y de la Setenta para la Sabiduría (5).
Con un estilo algo enfático, que no debe desanimar al lector, ya que el fondo es lo que importa y no la forma, el autor mezcló adrede la terminología cristiana con la de la Cábala, y la de la Alquimia, y en eso podemos discernir otra característica propia de los maestros del Renacimiento: el acercamiento entre la Cábala y la Alquimia hasta el punto de hacer pensar que se trata en realidad de una sola y misma ciencia, de una misma enseñanza. Según J. van Lennep, el primero en reivindicar este acercamiento fue Giovanni Agostino Panthéo, sacerdote de Venecia, en su tratado: Voarchadumia contra Alchimiam, publicado en el año 1518 (6).
Esta afirmación, hoy en día bastante olvidada, tendría que llamar la atención a los modernos estudiosos de la Alquimia, ya que muchos ignoran que el estudio de la tradición cabalística de los hebreos no es inútil para abordar correctamente los misterios de los Alquimistas, cuyos escritos no pueden ser separados de las Santas Escrituras.
El Anfiteatro, traducido, como parece, por Grillot de Givry, comporta 180 páginas en folio, de las que hemos extraído, para nuestros lectores, algunos de los comentarios bíblicos de H. Kunrath.
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(1) Ver La Puerta nº 3, verano 1.979, pag.27 a 48.
(2) Pablo, Epístola a los Romanos III, 1-2.
(3) F. Secret: Les Cabalistes chrétiens de la Renaissance. Ed. Dunod, París, p. 89. Existe una traducción castellana en Ed. Taurus.
(4) Pico della Mirándola, Conclusiones mágicas y cabalísticas. Ed. Obelisco, Barcelona 1.982.
(5) Tal como se sabe, el texto del Libro de la Sabiduría no se encuentra en la Biblia hebraica.
(6) J. van Lennep, Alchimia, Crédit Comunal, Bruxelles, 1984. p. 172
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Traducción de fragmentos de
ANFITEATRO
cristiano-cabalístico, divino-mágico, físico-químico,
ter-tri-uno católico de la
ETERNA SAPIENCIA
única verdadera,
dispuesta por
Enrich Kunrath
Traducción de la Traducción del Libro de los
Vulgata Los Proverbios del Hebreo
y del Libro de la Sabiduría
del Griego.
versículos citados
Proverbios. I
vers. 1
I. Escucha, oh, Hijo mío I. Escucha, oh, Hijo mío,
dice Salomón, hijo de dice Selomoh, hijo de
David, Profeta y Rey de David, Profeta y Rey de
Israel, en Jerusalén, Israel, Rey Sabio, panegi-
Rey sabio, panegirista rista sublime de la Sabi-
sublime de la Sabiduría duría eterna, única verda-
eterna, única verdadera, dera, y el más notable
y el más notable de todos; de todos; escucha, hijo
escucha, hijo mío, dice, mío, dice, estas parábolas
estas parábolas mías a mías a fin de conocer
fin de conocer la SABIDU- la Sabiduría y la Erudi-
RÍA y la DISCIPLINA y ción y comprender la elo-
comprender las palabras cuencia de la Inteligen-
de la PRUDENCIA. cia.
vers. 5
IV. Al oírlas el Sabio IV. El Sabio las oirá
se volverá más sabio y y aumentará en él el cono-
el Inteligente adquirirá cimiento de la Doctrina,
el arte de gobernar. y la inteligencia poseerá
los consejos.
vers. 6
V. Considera las parábolas V. A fin de comprender
y la interpretación; las la parábola y la elocu-
palabras de los Sabios ción, las palabras de
y sus enigmas. los Sabios y sus enigmas.
Las parábolas: Nadie comprenderá los discursos ocultos, llenos de misterios y de cosas secretas sino por la SABIDURÍA de DIOS que los revela. La Reina de Saba intentó obtenerlos de Salomón. El Patriarca José y David, el Rey-Profeta, fueron divinamente enseñados por ellos; también se encuentran en los Profetas y en el Apocalipsis de S. Juan. También fueron célebres por ellos los Egipcios que escondieron sus misterios bajo las figuras jeroglíficas. De allí provienen esas imágenes místicas con las que los Magos, con un arte admirable, han representado los Misterios Divinos Teológicos, Políticos, Naturales y la naturaleza oculta de las cosas. De allí provienen esos enigmas de la Tabla de Esmeralda Hermética y las insignes figuras de la piedra de los Filósofos. Aprende aquí (tú que tienes sed del néctar de la verdad, escondido por los Sabios) la vía y el método para conseguir comprender los enigmas, las parábolas, las alegorías, los discursos místicos de los antiguos Sabios, en TODOS los escritos cabalísticos, mágicos, químicos. Si tienes la SABIDURÍA por hermana y la PRUDENCIA por amiga (según el vers. CVI), comprenderás y aprenderás Teosóficamente TODAS LAS COSAS.
La interpretación: Como dicen los Hebreos, la medida y la ponderación del verbo. A esto se refiere la Guematría de los Kabbalistas…
…Conviene citar aquí unos versos que el ilustrísimo Jean Oléarius, Doctor de Teología y Profesor de Lengua Hebraica en la ilustre academia Julia, escribió a Paul de Praga, antes de cumplir veintisiete años, elogiando la Kábbala:
«Ni un punto, ni una iota de la ley,
Ni una letra de lo que está escrito
En los libros Proféticos, perecerá.
Cristo, su autor, así lo afirma.
¿Quién podría creer que tan pequeños
detalles puedan tener tanta importancia?:
Considera, sin embargo, el nombre de IESU,
Del Maestro de los cristianos, y estarás convencido.
Pues, créelo, no encontrarás nada
Más bello que la Kábbala.
Y nada más perfectamente dulce para el alma.
Desea, pues, su santo estudio a fin de que Cristo,
Como a San Pablo, te desvele los misterios
Y añade a esto frecuentes plegarias.»
Sapiencia VII
vers. 1
La condi- X. Verdaderamente X. Verdaderamente
ción de to- yo mismo soy un yo mismo soy un
dos los hom- hombre mortal, simi- hombre mortal, simi-
bres, al en- lar a todos y de lar a todos y he
trar y al la raza terrestre sido procreado de
salir de es- de aquel que ha este hombre que
ta vida, sido el primero ha sido el primero
es la mis- en ser creado; y en ser formado de
ma. he sido representado la Tierra.
bajo forma carnal
en el vientre de mi madre.
«Verdaderamente, yo soy un hombre mortal…» dicho de otro modo: ¿A quién revelará Dios sus misterios? ¿Me comunicará los secretos de la Naturaleza? ¿Realmente a mí? ¿Quién soy yo, pues, sino un pecador y por tanto un mortal u por consiguiente indigno de tantos Bienes y Dones de Dios, es decir, de los tesoros infinitos de la SABIDURÍA eterna de la que se habla en este Prólogo? Respondo que confieso ser indigno de tales dones, pero que, sin embargo, los necesito. Considera al Rey sabio que, no siguiendo aún perfectamente los preceptos de David, su padre, (pues inmolaba en lugares elevados y quemaba perfumes) no por ello dejó de ser colmado, por el sueño de una sola noche, por Dios, de la Sabiduría tanto de las cosas superiores como de las inferiores. I Reyes III, 1-15. E incluso en el momento que poseía la prudencia en el gobierno de las cosas, hasta tal punto que nadie le era comparable, decía, sin embargo: Soy un hombre mortal, similar a todos…
Así es (continúo) que, no obstante, Bezeleel fue llenado del Espíritu de Dios, de la Sabiduría, de la Inteligencia y de la Ciencia de todas las cosas, para inventar y realizar todo lo que puede hacerse en oro y en plata, en bronce, en mármol y piedras preciosas, y todas las obras en madera, y que Acheliab le fue dado por compañero; y en sus corazones, instruidos sobre todas las cosas, fue puesta la Sabiduría por el Señor, para que realizaran todo lo que les había sido prescrito por Moises, Éxodo, XXXI, 3. Así igualmente David que, sin saber de letras, fue, sin embargo, por la elección de Dios, de pastor creado Profeta, y el primero de los Doctores en cosas Divinas, ya que, por ellas concluyó los Salmos y así superó a los más exquisitos Poetas. A pesar de ello, era pecador, adúltero y homicida no obstante, no perdió el nombre de justo, ya que siempre se rehabilitó con frecuentes penitencias. Helías, dice Santiago, v.17 (el cual viene muy a propósito en la presente objeción) era un hombre SEMEJANTE A NOSOTROS (en sí mismo, aunque Apóstol, y sin considerarlo fuera de la asamblea común) sujeto a todas las afecciones; y, sin embargo, rezó con fervor para que no lloviera sobre la tierra y paró de llover durante tres años y seis meses. Y rezó de nuevo y el cielo dio la lluvia y la tierra su fruto. Y así sucesivamente. No persistas objetando: «No debes, amigo, compararte a éstos; Dios se ha servido especialmente de estos órganos excepcionales para realizar grandes cosas; considerando que sus vocaciones y la tuya son diferentes, juzgarás que también tú difieres de ellos». Realmente, es algo importante lo que dices, excelente hombre, y voy a responderte que ciertamente me detendría si no me hubiera apartado de ello por tantas, tales y tan numerosas vocaciones, invocaciones, admoniciones, exhortaciones católicas y finalmente incluso conminaciones bajo la pena gravísima de la ira de Dios, opuestas tanto por la SABIDURÍA misma como por el Sabio, lo que se verá a menudo en este Prólogo, y si la Promesa Católica de la VERDAD, invitando a todos los hombres, no excluyendo a nadie, tan a menudo repetida poco después de haber ya sido mencionada, no se opusiera absolutamente a ello. Creo más en ella, una y única verdadera, que en todo el cortejo capcioso de tus dudas. Seguiré pues, sabiamente la SABIDURÍA y al Sabio que me llama y me estimula a la Divina paciencia. ¿Por qué me excluiría yo mismo si no estoy excluido por Dios? Pero alguien aún dudará y dirá: «Soy joven y aún no tengo cabellos blancos».
Respondo: «Dios no hace acepción de personas, etc…, vers. XXXVIII, CLXXXIV, CCXCIX
y que no es en absoluto sólo por el número de años que la vejez se vuelve docta y agradable a Dios como en el vers. CCCLI, Que también sea un consuelo y un ejemplo pensar que José, David, Salomón, Daniel, Jeremías, Timoteo, etc…, y otros (incluso en nuestro siglo) innumerables, aunque jóvenes, no fueron insensatos y fueron poseedores (por la gracia de Dios) de los tesoros inagotables de la SABIDURÍA».
Que así mismo sea respondida la objeción de la ignorancia o del olvido de las diversas lenguas, o sea, Hebraica, Griega, Latina, etc…, que Dios a menudo acostumbra a hacer Sabios y Doctores de aquellos que únicamente hablan su lengua materna. Los ejemplos son fáciles de encontrar, innumerables y en todos los pueblos. IEHOVAH es quien da la facultad de hablar bien y la SABIDURÍA, Éxodo, IV,11; Mateo, X,19; Marcos, XIII,11; Lucas, XII,11-12. «El Espíritu del Señor ha hablado a través mío», dice David, II Reyes, o Samuel XXIII, 2: «y su discurso ha estado sobre mi lengua». Los santos hombres de Dios han hablado inspirados por el Espíritu Santo, II Ep. de S. Pedro, I, 21.
vers. 13
XXXII. ¿Acaso no he escu- XXXII. ¿Y no he obedecido
chado la voz de los que la voz de los que me ins-
me enseñaban y no he pres- truían y no he prestado
tado oído a los Maestros? oído a los que me enseñaban?
(Amén, Amén, yo te lo digo). (Amen, Amén, yo te lo digo).
«¿Acaso no he escuchado la voz…» Ni observado lo que Dios me ordenaba con la voz y la enseñanza, en la Naturaleza, en la Sacro-Santa Escritura y en mi Conciencia. «A los Maestros…» o sea, los que son verdaderamente Maestros, que enseñan las Ciencias y las Artes excelentes de los misterios secretos de Dios, abundantemente provistos de los Bienes y de los Dones de la Naturaleza; y digo que la Obra de Bereshit y de Mercabah, vers. CLXII, según la Ley y el Testimonio de la Sacro-Santa Escritura, del Gran Libro de la Naturaleza, de la Conciencia recta, Cristiano-Kabbalísticamente, Físico-Mágicamente y Físico-Químicamente; no Pagana ni sofística y fabulosamente. Pues estamos enseñados por el Espíritu de la Sabiduría, tanto por los Maestros vivos, Sabios y hábiles. Divinamente enviados hacia nosotros, o mudos, o sea, los Libros de los Sabios y la llave del Espíritu Santo que los abre; como por la única y desnuda inspiración o la revelación secreta. Las Ciencias excelentes, las Artes secretas, la Piedra Filosofal, que es el nombre que le da el vulgo, e incluso la forma de prepararla, estos dos secretos del Arte, TODAS LAS COSAS, también puede aprenderlas el Teósofo. Por ello, aunque seas Príncipe o Noble, no seas insensato, por miedo a pasar por loco ante el Dios de los Sabios y para no tener que arrepentirte de esta locura, obedece al que te reprende según el bien, ( la exhortación de un amigo siempre es buena, dice Homero, Ilíada, XL). Corresponde al Preceptor corregirte Teosóficamente y al sabio regenerarte de tus vicios y errores. Juvenal, Sátira VII, exclama: «Los Dioses inmortales quieren que el preceptor haga, santamente, de padre».
vers. 34
XLVIII. Bienaventurado XLVIII. Bienaventurado
el hombre que me oye, el hombre que me escucha
que vela cada día en mi manteniéndose cada día
umbral y que observa en cerca de mi umbral obser-
mi puerta. vando en mis puertas.
«Que vela en mis puertas…» Las puertas de la SABIDURÍA ETERNA son tres: la Biblia sacro-santa, las Criaturas o la Naturaleza, o sea, el Macrocosmos con toda la milicia celeste del ejército Espiritual, y el Microcosmos, según el cuerpo y el espíritu, y finalmente, el Alma (mens) Divina del hombre. ¡Oh feliz, tres y cuatro veces feliz, tanto en esta vida como en la vida futura y bienaventurada, el que, en las puertas de la Sabiduría, vela desde la mañana (como en el vers. CLXX), que escucha cada día (ver vers. XXVIII y CLVIII), que ve Teosóficamente en toda su vida y que observa sabiamente en sus puertas la verdadera Sabiduría, hablando maravillosamente, respondiendo y enseñando! Aquí aprenderá de esta forma y si quiere TODAS LAS COSAS.
vers. 28
LVII. Entonces me invoca- LVII. Entonces me invoca-
rán y no les satisfaceré; rán y no les satisfaceré;
se levantarán por la maña- me buscarán desde por la
na y no me encontrarán. mañana y no me encontrarán.
«Y no les satisfaceré…» Porque vendrán después de la fiesta. Venir a tiempo siempre es lo mejor. Os ruego que tengáis en mente el símil de las diez vírgenes, cinco locas y cinco prudentes, Mateo, XXV. Disponed en el tiempo de la gracia el aceite del Espíritu Santo para las lámparas de vuestros espíritus, la Doctrina para vuestras almas, a fin de que posea un alimento y luzca fructíferamente la lámpara de vuestra Alma, divinamente encendida por esta luz del Padre de las luces, que brilla en medio de las tinieblas del mundo y huye de las potencias de las tinieblas, y por la que viene todo Bien y todo Don perfecto. Así pues, desde por la mañana, cuando oigáis la voz de la verdadera SABIDURÍA, procurad no cerrar vuestros oídos. «No me encontrarán…» Porque no habrán seguido la sola y única vía Real que lleva a la Sabiduría (que es el TEMOR DEL SEÑOR) no la encontrarán ni la hallarán verdaderamente; andan en los sofismas y en las locuras fanáticas e insensatas de la Sabiduría mundana; también por las vías tenebrosas, apartándose de la verdad; la línea recta se vuelve siniestra y nada se presentará a ellos aunque se hayan levantado de buena mañana. Así pues, enseñamos que es imposible buscar, encontrar y conocer a Dios sin Dios o de hablar de Dios sin Dios. Por esto existe este mandamiento: «no habléis de Dios sin luces». Pues sin su voluntad, sin su luz, no hay en el hombre nada inocente, como canta la Iglesia.
vers. 17
CXLV. Porque a los que CXLV. Porque a los dignos
son dignos de ella, Ella de ella, ella misma los
misma gira, buscándoles, busca girando, y en las
y en sus vías se muestra vías se muestra benévola-
a ellos con hilaridad, y en mente a ellos mismos y
todas las cosas la Provi- en toda cogitación se
dencia se ofrece a ellos. ofrece a ellos.
«El que persevera hasta el final será coronado…» Pues por la asidua meditación nuestro Espíritu se ejercita, se estabiliza y se fija en las nociones superiores, pues no es (créeme) el trabajo de un sólo día…
… Si buscas la Sabiduría, en contrapartida ella te buscará y te atraerá magnéticamente hacia ella; encuéntrala y ella te encontrará; «del mismo modo que el hombre se haya comportado con ella y haya intentado obtenerla, así se comportará ella con él».
Prov. VIII
vers. 22
CXLVIII. El Señor me ha CXLVIII. IEHOVAH me ha
poseído al comienzo de poseído en el comienzo
sus vías, antes de que de su vía, de todo tiempo,
creara alguna cosa al comienzo. antes de sus obras. Sab. IX,9
«El Señor me ha poseído…» Es decir, me ha adquirido o engendrado. La palabra Canah, que significa adquirir, es empleada para poseer o engendrar. Gén. IV,1: «He poseído al hombre por IEHOVAH». Es por error que algunos leen: «me creó». «Al comienzo de sus vías…» Las vías eternas del Eterno (o sea, el Ser mismo del Señor) existen desde toda la eternidad, pues su Sabiduría es eterna. El comienzo es la eternidad misma. Muéstrame (calumniador) el comienzo de las vías de Dios y te mostraré el comienzo de su Sabiduría. La Sabiduría (tal como es evidente por todo el contexto) no es, pues, una criatura, sino la creadora de todas las criaturas.
vers. 27
CLIII. Cuando preparaba CLIII. Cuando preparaba
los Cielos, yo estaba los Cielos, yo estaba
presente, cuando rodeaba allí; cuando describía
los Abismos de una ley un círculo sobre la super-
cierta y de un límite. ficie del Abismo.
«De una ley cierta…» Cuando disponía en su medio el centro de la Tierra que es extremadamente puro y cuando reducía los Abismos, es decir, el Agua y la Tierra, a la figura esférica y circular, en una palabra, cuando constituía el globo inferior del Mundo, el Creador, ELOHIM, estableció y prescribió una Ley cierta que no se puede ni se debe osar transgredir contra su voluntad. Argumento muy excelente de la Sabiduría inmensa y de la infinita Paciencia de IEHOVAH. Observación: Encontrar la tierra muy pura en el centro de la Tierra es un término empleado por los Filósofos, tanto por los ciegos y los cojos como por los videntes, e incluso por los que andan en la vía Real, los verdaderos hijos de la Doctrina y de la Sabiduría cierta. Esos desgraciados tuertos (monoculi) ignoran donde se encuentra el CENTRO físico de la Tierra; ¿Para qué sirve su imaginación? ¿Deseas realmente saberlo? Te lo diré: busca el Fuego (Vulcanum); es él quien, en todo cuerpo celeste, por la mano limpidísima y obstétrica de Neptuno, manifestando Físico-Químicamente su centro muy cándido, lo mostrará a todos tus sentidos; lo verás, lo tocarás, lo probarás, lo oirás, lo olerás. ¿Quieres algo más amplio? El filósofo me comprenderá; no el sofista. Lo que he dicho es muy grande. Ved la tercera figura de este Anfiteatro.
vers. 30
CLVI. Estaba con Él, com- CLVI. Estaba al lado de Él
poniendo todas las cosas, como un discípulo y
y me deleitaba por cada estaba cada día en alegría,
día, jugando en todo mo- y juego ante él en todo
mento ante Él. momento.
«Era…» EHIEH. Hay que observar: Exod. III,14, que Dios dice a Moseh: EHIEH ESER EHIEH: YO SERÉ EL QUE SERÉ. Además dice: «así dirás a los hijos de Israel»: EHIEH: YO SERÉ, «me ha enviado hacia vosotros». La Biblia de los Setenta y la Edición vulgata traducen en este pasaje: YO SOY AQUEL QUE SOY por YO SERÉ EL QUE SERÉ. Pues a menudo se encuentra en hebreo este futuro en vez del presente. Ahora bien, los hebreos escriben así para designar mediante esta locución la eternidad; afirman que por ella ha sido indicada la soberana, omnipotente y sempiterna estabilidad de Dios que siempre ha sido, es, será. Sólo Dios puede decir: SOY Y SERÉ. Pues cuando hablamos de Dios, todos los tiempos están confundidos y unidos. San Juan ha expresado en griego ese nombre de Dios en el Apocalipsis I, 4, diciendo: es decir, por aquel QUE ES y QUE ERA y QUE SERÁ. Y también así en la Oración Dominical: «Nuestro Padre, QUE ESTÁS en los Cielos». Así la Sabiduría encarnada IESUH-CHRISTO también dice en otro lugar: «Yo soy la Vía, la Verdad y la Vida». Y: «Antes de Abraham, YO ERA». Este Kabbalístico y no despreciable EHIEH, cuando sea tratado en su lugar (por la voluntad de Dios) será explicado por la figura primera en este Anfiteatro de la SABIDURÍA Eterna, única verdadera, en la exposición del nombre divino de Dios.
Así pues, desiste ahora, calumniador, de tu pernicioso delirio, negando tanto la Divinidad como la Eternidad de la Sabiduría (que está encarnada en el tiempo). YO ERA, EHIEH, o sea, LA SABIDURÍA DE DIOS que dispone todas las cosas. Hay que observar que nuestro Sabio entiende en este caso por Sabiduría lo que San Juan, cap. I, entiende por VERBO. Así pues, el VERBO hecho carne y la Sabiduría de Dios encarnada en el tiempo son una misma cosa: DIOS, EL HIJO DE DIOS, QUE ERA, ES Y SERÁ desde la eternidad hasta la eternidad. ¿Qué responderás a esto, impío? Todo lo que estaba antes del Mundo creado es Dios; ahora bien, la Sabiduría estaba antes del mundo creado; así pues, la Sabiduría es Dios. Por ello San Juan, el Evangelista, enseña según el Sabio que el VERBO ya estaba en el Principio, afirma inmediatamente después que estaba cerca (apud) de Dios, que es el único que está antes (antè) del Principio. Y ya que todo lo que está antes del Principio es necesariamente Dios, así pues, afirma con razón que el VERBO es Dios mismo, sin que se pueda sospechar por ello que hay dos DIOSES. El Comienzo o Principio de la Creación existe exclusivamente antes que cualquier cosa creada. Pues es el principio de las cosas creadas. Así pues, Dios del cual él es el VERBO (mediante el cual ha creado todas las cosas en el Principio) no ha creado su VERBO, porque sino no hubiera existido antes del Principio. ¿Así pues, qué? Dios ha engendrado de sí mismo, Dios de Dios, de toda eternidad, pues no se puede llevar la investigación más lejos.