REFLEJOS DE UNA BÚSQUEDA ALQUÍMICA
LOUIS CATTIAUX

INTRODUCCIÓN
Raimon Arola
«Tous sont dans la main de Dieu…»
El Mensaje Reencontrado XXIX, 48’
Desde el otoño de 1980 y hasta el verano de 1994, fragmentos seleccionados de algunas de las cartas de Louis Cattiaux fueron publicados ininterrumpidamente en forma de artículos en la revista belga Le Fil d’Ariane, y la mayoría de ellos traducidos al castellano en la colección La Puerta. En esta edición se publican en su totalidad, respetando el orden de aparición, con las repeticiones y notas que creyó oportuno añadir el barón d’Hooghvorst, quien se encargó de la selección.
En este libro el lector encontrará las partes más interesantes de las cartas por su contenido filosófico e iniciático, a las cuales su recopilador denominó florilegio. Bella palabra, poco afortunada en la historia de la lengua, es ésta una voz latina compuesta de flos, ‘flor, lo mejor’ y legere, ‘reunir, escoger’; significando estrictamente lo mismo que la palabra griega antología, que ha tenido más suerte en el devenir de las lenguas románicas. El Florilegio catesiano es la reunión de las flores epistolares de Cattiaux, por ello es, obviamente, catesiano.
Cuando en 1980 Emmanuel d’Hooghvorst presentó esta selección, se dirigía, como veremos, a los lectores de El Mensaje Reencontrado, de Louis Cattiaux, considerando explícitamente las cartas como un complemento de dicho libro. Una introducción de este florilegio al lector actual debe pasar, pues, por el análisis del estrecho vínculo que lo une a El Mensaje Reencontrado, sin duda la obra cumbre de Cattiaux. Dicha relación esconde mucho más de lo que pudiera parecer. En ella está oculta una historia insólita y sorprendente, como un milagro ocurrido en pleno siglo XX.
Pero, a la vez, el Florilegio catesiano también puede ser un punto de partida para llegar a El Mensaje Reencontrado, como el atajo natural que conduce a su lectura y comprensión. El florilegio seleccionado por Emmanuel d’Hooghvorst se imbrica en El Mensaje Reencontrado, es «cómplice», un amigo íntimo y fiel. Pero, cabe preguntarse, ¿por qué concedemos tanta importancia a esta relación? Un breve repaso al devenir de los acontecimientos puede ayudarnos a comprender la maravillosa aventura que rodeó la aparición de El Mensaje Reencontrado.
La historia comienza en 1938, cuando Cattiaux se decide a escribir una serie de sentencias o aforismos que condensan el dictado de cierta inspiración de una musa amiga; a este conjunto de sentencias lo llamó El mensaje extraviado. Durante varios años va alternando su búsqueda artística con la escritura de dicha obra. En 1946 cree concluido este trabajo y lo publica con el nombre de El Mensaje Reencontrado. El libro es editado por el propio autor con un prefacio de Lanza del Vasto; consta de doce capítulos en los que se recopila la serie de aforismos que condensan su experiencia hermética, numerados en forma de versículos y distribuidos en dos columnas.
La aparición de El Mensaje Reencontrado pasó casi inadvertida en los medios filosóficos de París, el centro cultural por excelencia de la época. Solamente el fino olfato hermético de René Guénon, ya instalado en El Cairo, percibió en este libro tan original algo realmente auténtico, por lo que escribió una reseña publicada en la revista Études Traditionnelles, en la que se muestra sorprendido y afirma:
«Ignoramos lo que los «especialistas» del hermetismo, si realmente existen todavía algunos que sean competentes, podrán pensar de este libro y cómo lo juzgarán; pero lo cierto es que, lejos de ser indiferente, merece ser leído y estudiado cuidadosamente por todos aquellos que están interesados en este aspecto de la tradición». (1)
Mientras la obra seguía su propio camino [«El Mensaje Reencontrado es un libro -escribe E. d’Hooghvorst- que escoge a sus lectores»(2)], Cattiaux continuó escribiendo versículos, cada vez a un ritmo más rápido, olvidándose casi completamente de todo lo que le rodeaba, hasta que el 16 de julio de 1953 murió a causa de una enfermedad sorprendente y repentina. Los doce capítulos de la primera edición se habían convertido en cuarenta; el autor había cambiado el término capítulo por el de libro y añadido el subtítulo El reloj de la noche y del día de Dios, así como el siguiente epígrafe: «Este libro no es para todos, sino sólo para aquellos a quienes les es dado creer en lo increíble». Había comprendido que en la época racionalista en que vivía, poca gente poseía este don.
De no haber sido por la reseña de Guénon, el trabajo de Cattiaux durante doce años y el dictado de su musa reencontrada hubieran quedado completamente ignorados, sepultados entre el existencialismo, el psicoanálisis, el surrealismo, etc. Junto a tanta sabiduría grave y erudita es difícil que puedan manifestarse verdades simples. Sin embargo, la corta reseña de Guénon sirvió de anzuelo providencial para algunos buscadores que, como niños, aún creían que los árboles podían hablar. Como se ha mencionado, la primera edición de El Mensaje Reencontrado fue financiada por su autor y era a él mismo a quien debía dirigirse todo aquel que deseara adquirir la obra. Entre ellos se encontraba el barón d’Hooghvorst, que escribió lo siguiente acerca de sus encuentros con Cattiaux:
«Louis Cattiaux vivía en París, en la calle Casimir Périer, a la sombra de la Iglesia de Santa Clotilde frente a una tranquila plazoleta provinciana. […] Su minúsculo taller de pintura, mágicamente decorado, parecía encerrar el universo entero. Allí se respiraba el perfume de algún jardín de Edén guardado muy interiormente; y uno volvía con frecuencia, sin saber demasiado por qué, quizá sencillamente atraído por el calor. Pues lo que emanaba de este hombre era un calor nunca alcanzado, totalmente distinto de la simple cordialidad, y también como el presentimiento de un secreto inmenso, vivo, celosamente guardado, como el pez filosófico que nada en agua profunda. Vivía cándidamente, con sobriedad, con pobreza según los hombres, alegre y feliz como un niño y como tal, sin malicia. Vivía como un buen padre de familia entre su mujer, a la que amaba, y su hijo al que acariciaba a menudo y con ternura; pues este hombre tenía un hijo: un hijo que, cuando su padre lo tomaba en brazos y lo mimaba cariñosamente diciéndole: «¡Jesusito gordo!», respondía miau con mucha gracia. ¡Era un gato mágico, por supuesto…! Sus amigos se preguntaban: «¿Quién es este hombre?», y sin poder responder con precisión a la pregunta, decían: «no es como nosotros». Cattiaux, ¿cuál era, pues, esta vida secreta que resplandecía en ti? ¿Acaso habías descubierto la joya de eternidad? ¿Habías penetrado el enigma de este mundo?» (3)
Los pocos buscadores cuya intuición profunda los llevó hasta El Mensaje Reencontrado fueron a comprar un libro que, de hecho, todavía se estaba escribiendo; conocieron al autor, entablaron con él una profunda amistad y compartieron parte del proceso de gestación de los versículos que formaron el libro. Durante los años que transcurrieron entre la aparición de la reseña de Guénon y la desaparición de Cattiaux, este grupo de buscadores lo acompañó en la elaboración de El Mensaje Reencontrado, y en 1956, después de su muerte, lo publicó íntegramente en Éditions Denoël. Con este grupo de amigos, amantes de su obra, Cattiaux mantuvo una intensa relación personal; algunos de ellos no residían en París, por lo que la relación fue en muchos casos epistolar. Se escribían casi a diario y el tema que realmente les interesaba era, lógicamente, los misterios que encerraban cada uno de los versículos de El Mensaje Reencontrado. En estas cartas está el origen del Florilegio que el lector tiene entre sus manos.
Son cartas escritas al mismo tiempo que los versículos de El Mensaje Reencontrado, comentándolo directa o indirectamente, observando las reacciones que suscitaba, explicando algunos contenidos o abriendo expectativas de temas que se convirtieron después en versículos. Cuando Cattiaux desapareció, cada uno de los miembros de este grupo de amigos, recogió los fragmentos más interesantes de sus cartas, sobre todo aquellos que tenían una relación más directa con la misteriosa gestación del libro. Emmanuel d’Hooghvorst ordenó este compendio y el resultado es el libro que presentamos. Por todo ello, hemos dicho al principio que este Florilegio no puede separarse de El Mensaje Reencontrado, los guió la misma brújula y su destino está escrito en el mismo astro. Pero, ¿qué es El Mensaje Reencontrado? En una reseña a su tercera edición, Emmanuel d’Hooghvorst escribió el siguiente texto que puede responder a esta pregunta:
«¿Cómo definirlo? Nadie lo leerá de la misma manera. El nombre del libro indica la naturaleza de su contenido: el mensaje; ¿el mensaje de quién?, ¿de qué fecha es? ¿Por qué «reencontrado»?, ¿había sido perdido?, ¿por quién?, ¿cómo? ¿Por qué el autor de estas sentencias ha escogido este título?
Sin duda, esto requiere una inspiración. ¿Podremos descubrirla en estas páginas, a veces difíciles, enigmáticas, fastidiosas para algunos, pero a menudo también de un calor conmovedor, de una poesía, de una fe, de una simplicidad infantil? ¿Quiénes serán los lectores que sabrán discernir en él una sabiduría de la unidad tan antigua como la humanidad tradicional, una sabiduría de santidad, una sabiduría de salvación? El Mensaje Reencontrado es, por así decirlo, el misterio revivido; ya no enseñado de manera pesada por los historiadores, sino experimentado, asimilado y vivido en la simplicidad del corazón y del espíritu.
Hay que saber hojear al azar esta páginas con sentencias «condensadas como el aire líquido» y, sin embargo, de una soltura sorprendente, donde ninguna palabra es superflua, sino que todo se ordena en un sentido único que no se revela en la primera lectura.
¿Qué puedo decir de El Mensaje Reencontrado, yo que lo leo desde hace treinta años y que siempre lo encuentro nuevo? Es un vademécum, el de los exiliados, la brújula de los que están extraviados, el compañero del peregrino.
Su autor vivió desconocido, incluso de quienes creían conocerlo. Meditó este libro en el silencio y el abandono de este mundo, formó y pulió las frases día tras día, con un saber hacer tan suelto como erudito.
Así pues, ¡leed en él la fe del Creador en su criatura, vosotros que vivís en este final de un mundo, la fatiga y la usura de todas las sutilezas! Este libro os gustará si preferís la cosa a las palabras, la sabiduría que une a la ciencia innumerable, la conciencia al delirio. Estos versículos no son impenetrables: hablan solamente a lo más esencial que hay en nosotros y, a menudo, desgraciadamente, más abandonado o despreciado. He aquí por qué pocos lo aprecian.
Es a ellos, a quienes los editores de la tercera edición han querido servir, a quienes están cansados de un mundo sin salida, de un mundo cada vez más lejano de todo aquello que es verdaderamente humano, de un mundo en el que la sabiduría antigua parece irrisoria e inútil. Éstos verán que es suficiente con un solo hombre…».(4)
El Mensaje Reencontrado está escrito de forma certera, concisa e inequívoca; no sobra ni falta una palabra, ni una coma, por ello no genera polémicas, es auténtico en su totalidad. El Florilegio es distinto, está escrito a vuela pluma, de manera más «emocionante y próxima»; se inmiscuye en temas de actualidad, debate, condena, celebra…, debemos recordar que no fue escrito para ser publicado. Son dos textos distintos, pero están amorosamente unidos y tratan del mismo misterio de la regeneración del ser humano. En El Mensaje Reencontrado Cattiaux recogió su inspiración esencial y sustancial, pero algo de esta fuerza creadora también aparece en sus cartas, y a más de un sincero buscador que crea en lo increíble le servirá para atravesar el umbral de El Mensaje Reencontrado, entrar en sus salas y compartir la comida de los dioses.
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1. Études Traditionnelles, rúbrica «Les livres», 49.° año, n.° 270, septiembre de 1946.
2. «À propos de la troisième édition du Message Retrouvé», en Le Fil d’Ariane, n.° 4, 1978, p. 67.
3. «El mensaje profético de Louis Cattiaux», en La Puerta. Sobre esoterismo cristiano, Ed. Obelisco, Barcelona, 1990, p. 90.
4. «À propos de la troisième édition du Message Retrouvé», en Le Fil d’Ariane, op. cit., pp. 67-68.
Título original:
Florilege Cattesien. Extraits des lettres de Louis Cattiaux à ses amis
Traducción, Joan Mateu y Dolores Luciá
PRESENTACIÓN DE E. d’HOOGHVORST
PENSAMIENTOS INÉDITOS DE LOUIS CATTIAUX
El lector dEl Mensaje Reencontrado hallará, en las páginas siguientes, un Cattiaux emocionante y próximo. La originalidad y la libertad, así como la violencia o, a veces, la dulzura de estas cartas nos desvelan una personalidad poco común: la de un hombre interior, que maduró durante largo tiempo en el aislamiento y la reprobación. De hecho, el hombre interior, al no ser de este mundo, escandaliza cuando quien lo lleva se vuelve transparente. Los mediocres no iban a Cattiaux y Cattiaux no iba a ellos.
Este solitario no buscaba la soledad, ésta le fue como impuesta por la incomprensión de su entorno. De hecho, muy pocos sospecharon en Cattiaux al hombre valioso, libre y vivo, aunque extranjero, y este extranjero filtraba con severidad a sus amigos. Fue, precisamente, a sus amigos a quien escribió estas cartas.
Hemos clasificado, por temas y sin tener en cuenta ni el orden cronológico ni los diferentes destinatarios, un cierto número de pensamientos aparentemente muy diferentes. Pero, en resumen, su mensaje es siempre el mismo: El Arte, la Gran Obra, no pueden ser practicados sin pureza interior, sin vida mística, sin olvido de sí mismo, sin ofrenda y sin amor.
Han pasado treinta años y una nueva generación ha surgido, que sin duda, será más perspicaz que la antigua. Los precursores del temple de un Cattiaux, ven lo lejano y el futuro; en definitiva, su destino es haber sido incomprendidos y rehusado durante su vida, pero alabados y solicitados por las generaciones que les han sucedido.
Octubre de 1980
LOS VEINTICUATRO PRIMEROS FRAGMENTOS DEL «FLORILEGIO EPISTOLAR
1. La Encarnación
En cuanto a la encarnación, piensa en aquellos que se han llamado a sí mismos hijos del cielo (1). No es por casualidad, y la historia de Cristo sería mucho más original, si no estuviera detrás la historia de Osiris, de su pasión y su resurrección, cuidadosamente enterrada por la Iglesia actual. No se perfecciona ninguna tradición, aún cuando se fuera Rosa+Cruz; a lo sumo, podemos decaparla, sacarla del olvido de las fábulas, deshuesarla, liberarla, pero no podemos añadir nada; esto es, precisamente, lo que proclamaba Cristo.
2. Del avance espiritual
No hay avance espiritual, ya que si avanzo, no soy yo, es Él: y ¿cómo podría Él avanzar o retroceder? A lo sumo, podrá encontrarse cada vez más intacto, desnudo y despojado de toda escoria, de todo yo particular y separativo. ¿Estaré yo orgulloso de Él o estará Él orgulloso de mí? Ni lo uno ni lo otro. Él está contento de Sí, eso es todo y es suficiente: en este momento estamos contentos juntos, lo que constituye todo el misterio que no puede decirse.
3. De la agonía de Dios
Dios agoniza en ti mientras estés asociado a la muerte. Está claro a pesar de la mezcolanza de la cosa. Dios agoniza en toda la creación visible, mientras ésta participe de las tinieblas del exterior, que se introdujeron de forma fortuita por la puerta entreabierta imprudentemente por Adán y Eva.
4. Los nombres secretos
«Aquél que modela la luz con su voz» (2) es quien dispone de la luz concentrada y quien puede crear con Dios: cosa que puede parecer formidable e inimaginable, puesto que en tal caso es coadjutor de Dios.
De otro modo, y en un menor grado, es posible modelar la luz esparcida por resonancia, lo que se hace por los nombres secretos
Así, si descubres uno de los nombres secretos dados por Adán a los seres creados por Dios, puedes disponer de este ser o de esta cosa, a condición de enunciarlo como es debido.
5. La Jerusalén celeste
…En cuanto a la Jerusalén celeste muy pocos la han visto aquí abajo y muy pocos la han saboreado, pero casi nadie conoce su origen escondido y la manera en que se manifiesta en el mundo visible. Quienes han dispuesto realmente de ella eran dueños de los milagros y, de alguna forma, de la creación, es decir, coadjutores de Dios. Imagina qué hombres; debería decir qué dioses eran y, aún mejor dicho son, para obtener esta confianza última del Unico. Todas las religiones, todo el ocultismo gira en torno a este secreto formidable, y los ritos y prácticas de toda clase que subsisten recuerdan, en primer lugar, el misterio de la Vida y de Su manifestación diferenciada de las tinieblas.
Así, muchos han hablado y hablan de oídas, y una ínfima minoría habla de visu, si así puede decirse, y son éstos a quienes hay que estudiar por encima de todo.
…Todo esto es una realidad sublime y no una quimera, pero la verdadera realidad parece ser una pura quimera para todos; tanto nos sobrepasa la cosa.
6. La ciencia de Dios aísla de sus semejantes a quien la posee
…No todos están destinados a acercarse a los misterios de Dios… La ciencia de Dios es un secreto que Le pertenece propiamente y que sólo da a Sus hijos queridos después de haberlos probado durante largo tiempo. Para ellos, resulta muy doloroso no poder hacerse oír por sus hermanos humanos. Observa cuánto ha sufrido también nuestro bello Señor y maestro por su soledad entre sus hermanos humanos y qué amargas y tristes son a veces sus palabras. Así pues, debemos realizar en solitario nuestra búsqueda y encomendarnos a Dios, que juzga el interior de los corazones y da Su don a quien quiere, sin tener en cuenta nuestras pequeñas pretensiones.
7. La maldición del trabajo profano
…Acabo de pasar doce días recorriendo granjas y caminos enlodados para vender vino con un representante, y he experimentado la vida embrutecedora que no deja ni ocio ni fuerza para la búsqueda del Señor. Este trabajo es una verdadera maldición, pues por la noche, cuando me duermo, estoy tan agotado que me es imposible leer ni una sola página de libro, incluso me resulta imposible rezar. Así pues la santa holgazanería es absolutamente necesaria para que el Señor se haga oír a través nuestro, y el domingo es santo para los trabajadores.
…La peor tentación de este mundo es la distracción que nos aleja de la búsqueda del misterio divino. Así, tengo mucha razón cuando digo: «Ejercitaos en no hacer nada», a fin de ser libres para buscar la encarnación divina. Mi reciente experiencia es, de hecho, una confirmación total de este principio: hay que vaciarse del mundo, si uno desea ser llenado de Dios.
Al tener mujer, un gato y una casa, a pesar de todo he de ocuparme del mundo, cosa muy desagradable.
8. Los artistas en el mundo actual
…Los artistas viven sólo por una élite, y hoy en día ya no hay élite, por este motivo me convierto en comerciante de vinos, pues eso aún gusta a los esclavos enriquecidos, mientras que han olvidado las artes y el Arte…
9. La renuncia necesaria
…Antes de obtener el secreto de la vida y el secreto de Dios escondido en la vida, se ha de haber renunciado necesariamente a toda curiosidad exterior y a toda malicia, y conocer en uno mismo la unidad del gran Ser, a fin de no tener la tentación de autodestruirse creyendo matar a los demás.
10. La actualidad del misterio Crístico
…Hay una cosa que pareces no sospechar: es la actualidad del misterio Crístico, que es el misterio alquímico en esencia e incluso en substancia. Cristo ha venido antes, durante y después. Actualmente puede venir en el mundo. Puede encarnarse de nuevo, pero en una substancia pura de toda escoria, es decir, no contaminada por el pecado de Eva y de Adán, lo que no le impide morir de nuevo y resucitar más glorioso y más poderoso que nunca. Es el verdadero Cristo, el viviente de eternidad que habita en el sol.
11. La puerta
…La puerta no se abre en la plegaria, sino solamente en el silencio de todo el ser a cero, estado muy difícil de obtener, es decir: sin fe y sin duda, sin esperanza y sin pesar, sin deseo de conocer, ni siquiera a Dios, y desligado de todo lo creado y lo increado.
Es como un gran vacío en sí mismo, sin eco, sin dolor y sin alegría, un gran reposo como el limbo, la perfecta vacuidad, la supresión absoluta. Entonces es cuando dice su palabrita y cuando muestra su presencia, en el momento en que todo nos es realmente indiferente. Así pues, no busques demasiado, no ruegues demasiado, pues la verdadera adoración es callarse y no moverse, a fin de ver y oír. En este momento, Él se vuelve familiar y fácil, pues el ser es devuelto al ser y el no-ser al no-ser. Aquí te digo el secreto de los secretos místicos que es la indiferencia trascendente después de la búsqueda loca, el único punto de equilibrio donde aquel que es puede manifestarse sin nadie más que Él mismo. Así pues, es la supresión completa, la muerte del alma, del espíritu y el olvido del cuerpo, dejando sitio al Único, que no está a la derecha ni a la izquierda, ni arriba ni abajo, sino sólo en el reposo del centro…
Todo lo que te digo está experimentado y es posible que posea múltiples nombres en toda clase de lenguas, pero los conozco poco, lo importante es ejercitar la cosa en sí.
Se ha hablado mucho contra el quietismo, pero me parece que es precisamente porque la parte dedicada a Dios es demasiado grande y demasiado bella y porque hay una cierta y gran hipocresía en aquellos que denuncian un estado donde el yo se ha perdido en beneficio del Dios único y universal. ¡Siempre quieren ayudarse y no quieren que Dios les ayude!
12. La fe que mueve montañas
…Esta cita de san Marcos XI, 22 a 24, nos recuerda cruelmente nuestra debilidad en la fe que trasciende la razón y actúa sobre los mismos elementos. Puedes observar cuán difícil es el ejercicio de la fe que mueve montañas y cuántos obstáculos se levantarán entre ella y ti. Sin embargo, otra rara virtud está implicada en las palabras de san Marcos, y es la paciencia, ya que es posible leer entre líneas: «Creed que lo obtendréis y lo veréis realizarse», en esta vida o en la otra, se podría añadir.
…En definitiva, debemos ejercitar nuestra fe de forma práctica y lo más posible. Es una ascesis verdadera y provechosa, pues es la que más nos acerca al reino y nos prepara para usar santamente de la piedra celeste, otorgada a ciertos elegidos de Dios y comunicada a los buenos hijos con el permiso expreso del Señor de vida, en quien la fe y el poder no son más que una palabra creadora.
13. La buena voluntad y la verdadera libertad
Nuestro trabajo, nuestros trabajos son nulos ante Dios y totalmente irrisorios, sean cuales sean nuestras pretensiones sobre el tema, y al escribir girémonos hacia Dios (3), en vez de ofrezcámoslos a Dios, recalco la vanidad de dichos trabajos e insisto en el retorno necesario a Dios, es decir, en interrumpir y renunciar a dichos trabajos que constituyen todo lo demás, para ir al Reino, que se encuentra todo en uno mismo. Al ofrecer nuestro trabajo a Dios, en cierto modo, seguimos creyendo en él y esperando de él la salvación, de una forma más o menos inconsciente. Es una buena voluntad, por supuesto, pero se trata de la buena voluntad en nosotros mismos, y no de la buena voluntad en Dios, que renuncia a sí mismo para contar sólo con Dios.
…Los enemigos más peligrosos del género humano exiliado sobre esta tierra, son los hombres más sinceros, los más obedientes y sobre todo, los que tienen mejor voluntad (en sí mismos), pues son estos precisamente, los que primero organizan la cárcel y buscan todo lo demás, olvidando el sabor del Reino de Dios y el de la libertad de los hijos de Dios que debería tener prelación sobre todo lo demás.
Ha aparecido un libro que lleva por título El universo concentracionario y A… ha captado en seguida el paralelismo existente con las sociedades de hormigas y abejas, ¡maravillosamente disciplinadas en la nada y girando locamente como engranajes perfectos, sin evasión posible por la eternidad de la creación!
…He ido al matadero esta mañana y se me ha ocurrido pintar una serie de oficios que titularé La condición humana. La vida encarnada es poca cosa para el hombre y para Dios, he aquí lo que no queremos ver con franqueza, a pesar de todas las evidencias que nos rodean. El hecho de comprender esto da una gran libertad de acción y reposo…
…Os envío mi buen pensamiento
de aprendiz de evadido…
14. Los mediocres
…Nunca pude rezar ni meditar en la mili, en medio de brutos e indiferentes y no conozco a nadie que haya conseguido una ascesis teniendo que sufrir el contacto envilecedor de los mediocres. El mismo maestro los ha evitado cuidadosamente, («dejad a los muertos enterrar a sus muertos…» ). Así pues, considero una locura y un peligro seguro el hecho de querer desafiar el ambiente deprimente, incluso el deletéreo de los seres y lugares vulgares. También creo en la necesidad del aislamiento físico y espiritual y en frecuentar únicamente al prójimo, a fin de protegerse de la influencia invisible pero envilecedora de los muertos voluntarios. No creo en esta clase de desafío, como tampoco creo en el sistema que consiste, bajo pretexto de inmunización, en alimentarse de podredumbre.
…Hay santos que han podido vivir en la soledad o entre los pobres, los humildes y los desdichados, pero ¿quién es aquél que ha sobrevivido al contacto diario con los groseros, los eruditos (del mundo), los razonantes razonables o los ricos hediondos? Uno puede frecuentar a los leprosos sin coger la lepra o a los pestilentes sin contagiarse, pero ¿se puede frecuentar a los mediocres y los muertos sin morir?
¿Y cómo podríamos llegar a la locura de desafiar lo que ha hecho huir a los más grandes? ¿Es que las frutas sanas curan las frutas podridas? ¿No ocurre precisamente lo contrario? Para ser curado basta con quererlo, pero ¿y los que no quieren curarse?
15. La voluntad del hombre
Cada cual se paga lo que quiere en este mundo y, a menudo, esto impide recibir gratuitamente los dones inauditos de Dios. Así, la voluntad del hombre es mala, porque elige o desea según la apariencia y no según la vida escondida.
Reconoce el peligro de la voluntad del hombre, esta voluntad que se camufla tras objetivos ascéticos… y que quiebra a uno mismo y a los demás sin otro resultado que la rigidez cadavérica. Pablo es muy fuerte cuando proclama su mayor fuerza incluso dentro de su mayor debilidad. Todo es hermoso y justo en las Escrituras, pero la aplicación está llena de trampas elaboradas por nuestra voluntad particular, que siempre quiere tener razón aún en contra de la naturaleza y de Dios.
…Desgraciadamente, incluso cuando uno arde, la ruta todavía es larga, penosa y decepcionante en este gran Arte, pues aunque todo está bien indicado figurativa y, a veces, textualmente, no lo está formalmente y parece que muchos han fracasado en el umbral del jardín secreto, al tomar el continente por el contenido, otros han encontrado realmente a la Virgen pero jamás han sabido cómo fecundarla…
Estar atento a lo que se dice y a lo que se enseña es un signo excelente, pero hay que reflexionar mucho antes de ponerse manos a la obra, por miedo a tomar la corteza por la almendra, o querer sobrepasar el trabajo de la madre Naturaleza, pues es nuestra buena voluntad en nosotros mismos lo que nos extravía.
Observa, pues, lo que produce la tierra vegetal e inducirás lo que puede producir la tierra mineral fecundada por el cielo. El estudio del origen de los filones en las montañas debe ser un buen ejercicio preparatorio…
…Creo que nunca debemos violentarnos, como hacen algunos ascetas bien intencionados pero mal instruidos. Basta con la buena voluntad constante que opera todas las transmutaciones necesarias. Cómo me río cuando veo a esa buena gente de Iglesia o a laicos, resistir al demonio y combatirlo en lugar de rezar por él, lo que es mucho más eficaz y mucho menos arriesgado. Uno siempre lleva la peor parte cuando lucha y la mejor cuando presta ayuda. Pero el orgullo de los más humillados aún quiere combatir. Recuerda bien esto y no temas demasiado en caer, como en el judo. Es mejor aprender a caer que ser quebrado de pie. Muchos que se creen muy fuertes están cayendo así, a mi alrededor en este momento.
16. Los filósofos herméticos
…Son nuestro deseo y nuestra fe los que imantan la gracia y el amor de Dios, y su don permanece secreto. Todos los filósofos herméticos han tenido como enemigos a los racionalistas y a los hijos del mundo, debería decir del inmundo, y es muy natural, puesto que ellos son hijos de Dios, en consecuencia mondados.
17. La cualidad dEl Mensaje Reencontrado
…Es el libro escrito en el mundo para los que quieren salir del mundo caído, pero es un libro escrito en el exilio por alguien que ha conocido y soportado las mismas dificultades que cualquier lector, y ello, a fin de que todo el que lo lea se anime pensando que quien lo ha escrito ha experimentado las mismas dificultades que él, es decir, sin un apoyo extraordinario, sin fortuna, sin recomendaciones, también sin bajezas y sin compromisos, con los trabajos diarios y las inquietudes cotidianas, con obstáculos renovados y con la lasitud y desesperación de todos los hombres que luchan aquí abajo. En fin, un libro escrito por un verdadero hermano que ha sufrido todo lo que soportan los hombres en general. Un semejante, incluso un inferior, lo que es reconfortante a pesar de todo, ya que así la cosa no es inasequible sino, por así decirlo, puesta al alcance del más desgraciado. He aquí porque es bueno, e incluso excelente que se sepa que me enfado, que reniego y que, si se tercia, me peleo, que si no estoy en la cárcel es por casualidad, al igual que la mayoría de gente honrada; que he estado enfermo y desesperado, ignorado y rechazado, etc. como el primero y el último de los hombres descarriados aquí abajo… y ahora vendrá el tiempo en que otra obra será escrita, pero del todo diferente, es decir, como la alabanza al Dios salvador y como la victoria que salva de toda caída, libro que será escrito en la única luz de vida exenta de toda tiniebla, para los salvados y ya no para todos…
…Espero que El Mensaje Reencontrado ayude a algunos humanos a soportar la pesada carga de esta vida exilada; así no habré escrito en vano, ni hablado inútilmente de mi Señor. Desgraciadamente, veo con claridad, es decir, de una forma demasiado cruel, que no he hecho nada comparado con todo lo que hay que hacer y lo que sufren y desesperan todos los humanos exilados, pues la muerte nos habita y éste es el único pecado que hace que nada pueda arreglarse aquí abajo.
18. La igualdad social
…Sin la menor duda, resulta una cruel anarquía colocar a alguien al azar en un cuerpo aparentemente organizado como el ejército o la nación, y es un peligro nivelarlo todo en nombre de una igualdad ilusoria y establecer una jerarquía basada en los diplomas, que son, ellos mismos, tests incompletos y totalmente falsos puesto que no tienen en cuenta las complejas e innatas aptitudes del individuo. Así pues, la inteligencia consiste en orientar a cada cual hacia el lugar más útil para él mismo y para todos, antes de ahogar sus dones y sus capacidades en nombre de ideas convencionales, como se hace aún demasiado a menudo en todas partes.
…Temo que las cargas e imposiciones diversas que aumentan continuamente, me obliguen a acudir al paro… Es una estupidez demoniaca que, en nombre de la justicia social, se aplaste a los individuos libres, se les persiga y desanime hasta que hayan desaparecido totalmente. Es el sistema soviético que utiliza racionalmente a todo el mundo, suprimiendo la posibilidad de buscar la salvación de Dios para cualquiera. Debemos rezar a fin de que Dios otorgue a uno de entre nosotros la posibilidad de salvar a los otros, antes de que la mano de Leviatán caiga sobre nosotros.
19. Navidad de 1952
En esta víspera de Navidad, más que los otros años, mi corazón está triste y no sé por qué. ¿Quizá sea inconscientemente, al pensar en el gran sacrificio del Señor descendido del cielo que regocija a tanta gente? Sin duda y lógicamente, estaré también cada vez más alegre en la Ascensión del mismo Señor, que tanto entristeció a sus amigos, ya que no puedo ver, ni pensar, ni decir ni hacer nada como todo el mundo aquí abajo y eso es un motivo de asombro para mí mismo.
…En este día misterioso del nacimiento de la piedra solar… es entristecedor comprobar que la humanidad entera continúa de manera piadosa celebrando dicho prodigio sin saber de qué se trata exactamente, como una cosa que sucedió hace siglos, sin ni siquiera llegar a sospechar por un instante que este milagro puede perfectamente reproducirse en la época actual. Si pudiera devolver esta esperanza a los hombres desesperados, con el permiso de Dios, ciertamente haría una gran cosa.
…Si soy, como todo parece indicarlo, uno entre los últimos profetas de Dios, ruego a fin de poder cumplir perfectamente mi misión, que consiste en devolver a los hombres desesperados y desorientados la esperanza en la salvación de Dios y la prueba de su proximidad oculta, con el fin de reunirlos en la vía que conduce a la vida sin mezcla.
20. La tentación
…Debemos crearnos a nosotros mismos y no lo que nos rodea, y el hecho de desperdiciar nuestra fuerza en estos juegos inútiles es como el pecado de Onán (4) que tiró su simiente al suelo.
La tentación es múltiple por definición y a la vez, siempre dispersora, extranjera y exterior. Por esta razón nunca sacia ni consuela. Así pues, has juzgado bien al hablar de profanación a propósito de la aplicación exterior de la fuerza-pensamiento y has adivinado la Madre universal que se presta al deseo de Dios y al del hombre, pero pocos poseen en realidad este poder y casi todos ejecutan con sus manos o con las máquinas en lugar de crear con el espíritu.
21. El alma
Hay que poseer el propio cuerpo en espíritu y el propio espíritu en cuerpo, siendo el alma como el centro de la rueda y la unificación por excelencia, es decir, el amor, por encima de la misma intuición y de la ciencia. Reconocerás fácilmente la vía real de Cristo, que ha enseñado con la verdad, aunque de una forma un poco oscura a causa de nuestro entendimiento limitado. Cuando poseas tu alma, lo tendrás todo para siempre.
22. Los cristianos bien-pensantes
Estoy sorprendido al verlos defender a Cristo con tanta pasión y regularidad. Se diría que temen que Él solo no se haga comprender, o bien que necesite ser sostenido como un campeón de boxeo. ¿Tan seguros están de su verdad para defenderla de esa manera? Inconscientemente, ¿no intentan asegurarse de ella arrastrando a los demás? Todo lo que les preocupa, no me preocupa y siempre me sorprenden un poco sus demostraciones católicas que para mí son la señal de una duda secreta y latente.
Necesitas la audacia de mostrarte tal como eres, lleno de dudas y contradicciones. Quizá entonces todo se depositará suavemente y verás claro sin esfuerzo.
También recelo de su voluntad terrible de ser bien-pensantes en el verdadero sentido de la palabra. Sería mejor que examinaran con atención sus blasfemias para ver que también son una broma, en lugar de reprimirlas queriendo ser buenos creyentes y buenos cristianos, según la única, la señora verdad bien suya. ¡qué suerte, ¿no? ser cristiano, a pesar de todo! Dicho sea entre nosotros. Y además, ser francés, dueño de un castillo, con tirantes, ¿por qué no?
¡Oh pobreza, oh humildad, oh sabiduría! ¿dónde están tu pasaporte y tus huellas digitales? ¿Y qué le dirás a Cristo cuándo te pregunte por qué lo has vuelto tan odioso a todo el mundo, a fuerza de idolatría ciega y furiosa? Y estos cristianos tan seguros de ellos mismos, ¿qué dirán, cuándo desde los infiernos, en los que se seguirán debatiendo, puedan ver a los paganos sentados a la derecha de Dios? Todos ellos han convertido a la cristiandad en ipecacuana y los vivos que subsisten en el mundo la vomitarían si no supieran lo que se esconde detrás.
…Aún siendo el último de los sinvergüenzas, serías una maravilla a los ojos de Dios y esto es la santidad; es comprender y agarrar esto hasta vivirlo todos los días de nuestra vida, ¡sin poder razonar nada más! La caridad, el amor, la sabiduría es ser innoble y no desesperarse por ello a fin de no ofender a Dios que nos ha hecho. Ves qué fácil es y cómo hay motivo para sentirse orgulloso; cuánto me cansan los cristianos con su santidad teatral y su predestinación de elegidos.
23. La Iglesia
No ataco a la Iglesia, al contrario, la he elegido como la única capaz de asumir la misión de Cristo y es por ello que pido la imprudencia, la generosidad y la vida de los primeros tiempos en el momento que parece que llegamos a los últimos. Juzgo a la Iglesia de los hombres y no a la Iglesia de Cristo, y no está prohibido lavarla y quitarle la mugre que se acumula, incluso cuando ésta se vuelve venerable; ¡qué decir de las úlceras que la roen! ¿No irías a socorrer a tu madre enferma y abandonada a la muerte? ¿Prefieres lavarte las manos como Pilatos, diciendo: esto sólo concierne a Dios? He aquí la plaga, precisamente, que es la pusilanimidad de los cristianos actuales, que rehusan ocuparse de la casa de Dios y dejan que todo se deslice hacia la muerte.
24. La alquimia
La alquimia sólo está permitida a los que, en verdad, están suficientemente desprendidos como para recibir el poder, la riqueza y la vida desvelada, sin tener nunca la tentación de servirse de ella contra alguien, sea para aplastar a los demás, sea para glorificarse personalmente.
Desgraciadamente, muchos de los que se acercan a ella, lo hacen con un espíritu de lucro que los extravía irremediablemente y toda su malicia se vuelve en su contra, los arruina de todas las maneras y les hace patear ante el muro de la razón razonante durante toda su vida, a pesar de su notable fe en la realidad de la ciencia divina. Por ello debemos rogar y atraer a los maestros que han poseído dicha ciencia santa, en profundidad, a fin de que nos inspiren en la búsqueda, tan larga y tan difícil, que apenas uno o dos hombres entre millares de individuos lo consiguen sin la instrucción de un maestro viviente, quiero decir encarnado, ya que precisamente, los maestros son los vivientes por excelencia, al igual que Cristo.
…La vida es corta, el arte es largo y difícil, y todos los hombres se ocupan de las cosas vanas del mundo. Por eso hay tan pocos vivientes.
1. Según la tradición taoísta, los sabios eran llamados hijos del cielo.
2. Ver Louis Cattiaux, El Mensaje Reencontrado, ed. Sirio, Málaga, X, 63’.
3. Alusión a Louis Cattiaux, op. cit., XX, 6″.
4. Génesis XXXVIII, 9.